• Alejandra “Tigre” Jiménez: La Campeona Que Desafió Al Boxeo Mexicano

 

  • Fue doble campeona del mundo, pero el CMB la excluyó de campañas oficiales por su apariencia y por no usar vestido.

 

  • Su historia expone la exclusión de atletas LGBTIQ+ en el deporte mexicano y el silencio cómplice de las autoridades.

 

Renán Castro Hernández/CAMBIO 22

Antes de que Andy Ruiz sorprendiera al mundo como campeón de peso completo, Alejandra “Tigre” Jiménez ya había hecho historia.

En 2016, esta boxeadora nacida en Ciudad de México y adoptada por Cancún, se convirtió en la primera mexicana campeona mundial de los pesos pesados, desafiando no solo a sus oponentes en el ring, sino también a un sistema profundamente machista y discriminatorio.

La historia de Alejandra no empieza con los guantes puestos, sino en la cocina, formada como chef, llegó a pesar 143 kilos a los 21 años.

Madre joven, fiestera y atrapada en una vida sedentaria, el punto de quiebre vino cuando la salud le advirtió que debía cambiar. Su transformación comenzó en un pequeño gimnasio de boxeo, donde encontró no solo un deporte, sino su nueva razón de ser.

Inspirada por las peleas entre Jackie Nava y Ana María Torres, Alejandra se metió de lleno en el entrenamiento, A los 23 años comenzó a boxear, y tres años después, en 2014, debutó como profesional.

Con muy pocas rivales de su complexión, tuvo que foguearse con hombres en sus combates amateurs. Ganó las diez peleas —cinco contra mujeres y cinco contra hombres— antes de pisar un ring profesional.

Gracias a una entrevista casual en el gimnasio Pancho Rosales con el periodista José Luis Camarillo, su historia se publicó a toda página incluso antes de debutar.

Esa exposición la conectó con el promotor Pepe Gómez, quien sin ver su récord, le ofreció debutar profesionalmente en Cancún. Alejandra no desaprovechó la oportunidad. Se entregó por completo, dejó su trabajo de chef y se dedicó al boxeo.

En 2016, Alejandra venció a la mexicoamericana Martha “Shadow” Salazar y se coronó campeona mundial del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) en peso completo. Fue la primera vez que una mexicana —y persona asignada mujer al nacer— conseguía dicho título, adelantándose tres años a la hazaña de Andy Ruiz. Sin embargo, a diferencia de su colega varón, el reconocimiento, los patrocinios y la fama no llegaron.

El camino de Alejandra estuvo marcado por constantes barreras. Desde el inicio, fue cuestionada por su voz, su físico, su forma de vestir y hasta su corte de cabello.

“No me invitaron al shooting con todas las campeonas mexicanas del CMB… porque no usaba vestido”, contó en una entrevista.

Esa fue una de muchas muestras de exclusión sistemática por su apariencia y su orientación sexual.

El mismo organismo que debería haberla celebrado, el CMB, la trató con frialdad.

En palabras de Ale, “es un organismo retrógrada que sigue en la época de las cavernas”, donde a las mujeres se les felicita en su día con frases como “hay que abrirles la puerta”, pero no se les paga igual.

“Yo no necesito que me pagues la cuenta, necesito que me pagues lo que vale mi trabajo”, sentenció.

A pesar de todo, Alejandra siguió abriendo camino. En 2020, hizo historia nuevamente al bajar a peso supermedio y derrotar a Franchon Crews-Dezurn, convirtiéndose en campeona del mundo en dos divisiones distintas, sin embargo, pocos días después, su carrera fue brutalmente frenada por un resultado adverso en una prueba antidopaje, del que luego fue exonerada por la misma Comisión Atlética de Texas.

Ese escándalo —sin sustento legal— fue usado para desacreditarla y poner en duda su identidad de género. Aunque Alejandra nunca ha declarado ser una persona trans, durante años ha sido víctima de rumores, burlas y ataques por no cumplir con los estereotipos femeninos que exige el boxeo mexicano.

Jiménez no solo tuvo que luchar contra sus rivales en el ring, sino contra un entorno que le negó respeto. “¿Tú eres mujer?”, llegó a escuchar de manera despectiva por parte de directivos, promotores y hasta compañeros del gremio.

Su fortaleza física fue usada en su contra, y lo que debía ser un orgullo se convirtió en el pretexto perfecto para excluirla.

En medio de los ataques, Alejandra siempre ha respondido con dignidad, se ha mantenido fiel a su identidad, a su estilo y a su historia, como madre de dos hijas, ha trabajado por inculcarles valores de salud, igualdad y perseverancia.

“Agradezco lo que yo pasé para poder enseñarles y evitarles los problemas que yo tuve”, dice con orgullo.

Alejandra también se convirtió en una voz crítica sobre el problema de la obesidad en México. Ella misma vivió la discriminación y la inseguridad por el sobrepeso, y ha hablado abiertamente sobre cómo la comida fue su vía de escape en una juventud marcada por carencias emocionales, hoy, su ejemplo inspira a miles.

Aunque muchos la olvidaron, Alejandra sigue de pie a pesar de la invisibilización institucional, los golpes del sistema y la indiferencia mediática, su legado es imborrable, fue pionera, campeona, madre, chef, activista y símbolo de resistencia.

En México, la inclusión de personas trans en el ámbito deportivo, especialmente en disciplinas como el boxeo, ha sido objeto de debate y desafíos. La boxeadora Alejandra ‘Tigre’ Jiménez, quien en 2022 demandó al Consejo Mundial de Boxeo por presunta discriminación y lesbofobia alegó que su carrera fue afectada por estigmas relacionados con su expresión de género y orientación sexual, lo que la llevó a retirarse del deporte profesional. ​

Además, figuras como la futbolista transgénero Noemí Arzate han compartido experiencias de discriminación en entornos deportivos. Arzate destacó la violencia sistemática que enfrentan las personas trans, incluyendo la exclusión social y laboral, y cómo estas barreras dificultan su participación y visibilidad en el deporte.

A pesar de estos desafíos, se han observado avances significativos en la promoción de la inclusión y el reconocimiento de la comunidad LGBT+ en el deporte mexicano. Eventos como los Gay Games, programados para celebrarse en Guadalajara en 2023, reflejan un esfuerzo por visibilizar y apoyar a atletas LGBT+. Estos juegos buscan demostrar cómo los valores universales del deporte pueden contribuir a romper barreras sociales y culturales, promoviendo la igualdad y la diversidad.

Estos casos y eventos evidencian que, aunque persisten desafíos y episodios de discriminación, también hay un movimiento creciente hacia la inclusión y el reconocimiento de la diversidad sexual y de género en el ámbito deportivo mexicano.

Hoy más que nunca, la historia de Alejandra “Tigre” Jiménez debe ser contada y reconocida como lo que es: una historia de éxito, sí, pero sobre todo de lucha contra la discriminación y la exclusión.

Es una historia que nos obliga a cuestionar qué tipo de boxeo —y de país— estamos construyendo.

 

Con información del Sistema de Noticias CAMBIO 22

redaccionqroo@diariocambio22.mx

GCH

WhatsApp Telegram
Telegram