Alabanza del Chisme y el Rumor

• Los chismes y el dinero se deben contar bien

Jorge González Durán / CAMBIO 22

Los políticos del patio satanizan el chisme y el rumor. Y de alguna manera tienen razón porque el chisme y el rumor son elementos subversivos en la cultura del silencio que prefieren quienes detentan el poder.

El chismorreo, maledicente por naturaleza, el rumor insidioso y las versiones sesgadas son parte de la cultura política tradicional de nuestro medio. Si se acaba el chisme o si se elimina el rumor, se empobrecería a la vida pública; se le quitaría el colorido local y el espíritu festivo a la política del patio.

Mi amigo Roberto Coral Garcia (Qepd), chetumaleño de pura cepa me dijo en alguna ocasión: “los chismes no matan, pero tampoco dejan vivir”.

Los cafés, cuando la crítica en los medios se coarta o se limita, se convierten es espacios privilegiados de la libertad de expresión. Allí adquiere concreción esa entelequia llamada opinión pública. Allí adquiere cuerpo la heterodoxia. Cuando desde el poder se pretende manipular la información, el sector más vivaz de la sociedad utiliza el rumor, el chisme y las versiones más fantasiosas como un medio eficaz y divertido de comunicación.

No importa que el rumor y el chisme estén alejadas de la realidad. Tendrán su propio espacio siempre y cuando tengan verosimilitud o las autoridades carezcan de credibilidad.

No importa que grados de verdad o que dosis de mentira tenga el chisme o el rumor, lo que importa es cómo son contado.

Un boletín mal redactado siempre estará en desventaja frente a un rumor bien contado.

Los chismes y los rumores no son síntomas del subdesarrollo político, como algunos sesudos analistas podrían colegir. No. Al contrario, quizá son expresiones vitales de una sociedad que busca romper el cerco de la manipulación informativa y de la autocensura que priva en muchos medios.

Cuando el chisme y el rumor surgen de algunos sectores de la sociedad constituyen legítimas válvulas de escape, porque rompen los intentos de manipulación informativa… Los chismes perversos, los rumores insidiosos y las versiones diabólicas, son las que provienen del poder. De esas hay que cuidarse.

Los chismes y los rumores de café tienen, si acaso, una perversa ingenuidad. No matan; a lo mejor nada más atarantan, como dicen de los mexiquenses.

Es claro que los objetos y los objetivos de los chismes y los rumores son los poderosos tanto del sector público como del privado. Los chismes tienen el propósito de transparentar la vida pública hurgando en los aspectos que se le ocultan a la sociedad, y a veces también se incursiona en la vida privada Aunque hay que preguntarse dónde comienza y dónde termina la vida privada de los hombres (y mujeres) públicos. Esta sería una discusión infinita.

El chisme y el rumor son valiosos instrumentos de comunicación en las sociedades contemporáneas abrumadas por la información pedante que brota de periódicos, canales de televisión, radiodifusoras y redes sociales. La tecnología no ha podido sustituir a la magia de la información que corre de boca en boca y que en ese transcurso se enriquece.

En lugar de escuchar a pedantes locutores (as) que sólo aspiran llegar a oídos domesticados y mentalidades somnolientas, es preciso revalorar el casi olvidado arte de la conversación. Ese placentero encuentro de hombres y mujeres alrededor de la ancestral fogata del alma para revivir con la palabra la memoria de la tribu.

El encanto de la conversación no tiene nada que ver con la verdad o la mentira. Sólo tiene que ver con el arte de decir las cosas para mantener la llama de la fogata. Estas cosas y este decir constituyen el andamio de lo que algunos califican como chisme y como rumor.

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