Por Hidalgo López
COZUMEL, Q. Roo, 15 de mayo.- Siempre he externado mi orgullo por haber crecido en una época en la que la gran mayoría de los maestros asumían esa profesión, como un verdadero apostolado. Tuve el privilegio de tener como mentores en mi pueblo natal Conkal, Yucatán, a verdaderos íconos de esa profesión, como las inolvidables maestras Genoveva y Rita Rosado en la primaria, o Lilia Aguilar en la secundaria, además de contar con el respaldo en casa de mi tío Fernando, con cuya guía, sin ser pretencioso, creo que pude, al igual que muchos de mi generación, adquirir un pequeño acervo cultural, que me permitió abrirme paso en la vida, a pesar de no contar con un título universitario, ya que sólo logré recibirme de Contador Privado.
Lamentablemente, aunque no generalizo, con el paso de los años por diversas razones entre las que a mi entender destaca la adopción de modelos fallidos en las Reformas Educativas, esa estirpe de Apóstoles de la enseñanza se ha venido extinguiendo, con honrosas excepciones. Entre las cuales me ufano de decir que siguiendo el ejemplo de mi tío Fernando, mis tías Fany y Asteria asumieron esa profesión con el mismo compromiso, al igual que más tarde lo hicieron mis hermanas Nicte Há y Anel, que junto con mi hija Sarahí, son mis más grandes orgullos.
Además de que por ambos lados consanguíneos tengo el honor de tener primos que han enaltecido la labor docente, como Piedad y Adelina (qepd), Karla, Lalo y Chela, a quienes les expreso mi admiración.
Asimismo, aquí en mi tierra adoptiva, Cozumel, he tenido la suerte de entablar amistad con muchos maestros que de igual manera honran esta noble profesión, como Veudy Vivas, Domingo Zetina, David Domínguez, así como el añorado profesor Velio que se nos adelantó en el viaje sin retorno, entre muchos otros que sería muy largo nombrar.
Es por eso que, aunque no quiero contaminar este sencillo pero sincero homenaje a los maestros en su día con matices políticos, que hago votos porque se adopten políticas de estado que empujen a que renazca ese apostolado, como está plasmado en un par de joyas cinematográficas de antaño como “Simitrio”, protagonizada por el inolvidable José Elías Moreno o “Al Maestro con cariño” estelarizada por Sidney Poitier, de la que me robo el título para expresarles mi admiración y mi reconocimiento a quienes ejercen esta profesión, fundamental para que nuestro amado país retome el rumbo.
¡Muchas felicidades a todos¡
JFCB