Cualquiera que haya sido nuestro contexto o la realidad que nos tocó vivir en la infancia, si aún quedaron pendientes, este Día de Reyes es buen momento para darse la oportunidad de voltear a ver a la parte más emotiva, cándida y noble que tuvimos en nuestra vida: la niñez. La madurez y toma de responsabilidades no tiene que ocupar el lugar de la capacidad de asombro o emotividad. Aunque los roles nos dicten que los adultos deben ser fríos, cuadrados y asertivos, hay la oportunidad de ejercer un propio modelo que te acomode tus necesidades, incluso si estás incluye deudas con el niño interior.
Aunque la etapa de la niñez ya no volverá, a los adultos también les toca jugar cuando lo crean pertinente y abrazar a su menor interno para estar en paz con él. En tu entorno adulto, podría ser buena idea dejarte llevar por la mirada de niño para obtener una perspectiva más simple y creativa, es un aporte que no deberíamos menospreciar y valorar más para contribuir a nuestra vida diaria. ¿Te das la oportunidad de jugar de nuevo?