A Causa de la Guerra los Atletas Palestinos Desempeñan de Embajadores en la Olimpiada de París 2024
4 Ago. 2024
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La delegación Palestina de ocho deportistas recibe peticiones de fotografías, abrazos, saludos, mensajes soludarios en todas partes
Redacción/ CAMBIO 22
El atleta, que estaba haciendo estiramientos, se levantó de inmediato y esbozó una enorme sonrisa. Las insignias son la moneda de cambio amistosa en los Juegos Olímpicos, y para Mohammed Dwedar, quien correrá con el equipo palestino en la competición de atletismo, la petición fue más que bienvenida.
“Casi me puse nerviosa al preguntar”, dijo Brooks, una tejana, “porque no sé qué opinan de Estados Unidos”.
Brooks tuvo suerte. Dwedar, quien viajó a París desde su casa en Jericó, ciudad de Cisjordania que está ocupada por Israel, casi no tenía insignias. Igual que la mayoría de sus compañeros de equipo.
La guerra en Gaza ha hecho que los ocho palestinos que compiten en París tengan un perfil más alto de lo habitual en los Juegos Olímpicos. Ellos, junto con el equipo israelí, están viviendo los Juegos de París de este año de manera muy distinta. Mientras que los israelíes experimentaron un aumento de la simpatía internacional tras las atrocidades cometidas por Hamás el pasado octubre, desde entonces, han enfrentado una creciente hostilidad por la ferocidad con la que el ejército israelí ha tomado represalias en Gaza.
Eso ha hecho que, en las Olimpiadas, los israelíes tengan que competir con delicadas medidas de seguridad. Los atletas palestinos, por el contrario, se han convertido en pequeñas celebridades, recibiendo peticiones de fotografías, abrazos e insignias en todas partes.
Estas interacciones forman parte del doble papel que desempeña el equipo palestino en París, según Layla Almasri, quien al igual que Dwedar compite en los 800 metros.
“Estamos aquí para competir, pero también somos diplomáticos”, dijo Almasri. “Sin duda, es algo diferente con lo que tenemos que compaginar”.
Almasri forma parte de un contingente procedente no solo de Cisjordania, sino también de la diáspora palestina. Almasri, por ejemplo, nació y creció en Estados Unidos pero sus padres provienen de Nablus, otra ciudad de Cisjordania, y empezó a competir con el equipo palestino el año pasado. Valerie Tarazi, una nadadora que portó la bandera palestina en la ceremonia inaugural, es del área de Chicago, pero dijo que su familia era una de las más antiguas familias cristianas palestinas y que su historia en Gaza se remonta al año 400.
Tal es el interés que suscitan las historias de los palestinos que, el domingo por la mañana, la mayor atracción para los periodistas que estaban en la zona de las piscinas fue un nadador, Yazan Al Bawwab, quien no logró superar las eliminatorias en los 100 metros espalda.
Ese tipo de encuentros, y otros fortuitos en la villa de los atletas, han permitido que los miembros del equipo palestino compartan sus experiencias y respondan preguntas sobre cómo es la vida, y el deporte, en Cisjordania y Gaza.
Dwedar, el corredor de media distancia, dijo que conducir a una ciudad palestina cercana para una competición atlética a menudo requería un agotador viaje de horas a través de los puestos de control militares israelíes. Ahora esos viajes son prácticamente imposibles porque las incursiones israelíes en Cisjordania se han intensificado de manera drástica desde el comienzo de la guerra.
Wasim Abusal, un peso pluma de 20 años de Cisjordania que compite en boxeo en la categoría de 57 kilogramos (126 libras), dijo que no pudo encontrar compañeros de entrenamiento de su propio peso, por lo que entrenó con un boxeador que competía con 71 kilos, unos 10 kilos más. “Tengo que reducir mi velocidad, y él tiene que reducir su fuerza”, dijo Abusal. “Si no, no funciona”.
Ningún atleta de Gaza pudo unirse al equipo olímpico en Francia este año. Mohammed Hamada, quien en los Juegos Olímpicos de Tokio se convirtió en el primer palestino en competir en levantamiento de pesas, perdió su cupo tras perder 20 kilos mientras estaba atrapado en Gaza.
Tamer Qaoud, de 20 años y corredor de media distancia, regresó a casa de una competición en China solo dos días antes de la guerra y pasó la mayor parte de los nueve meses siguientes buscando seguridad y alimentos para su familia. Qaoud perdió a su entrenador en un ataque en el sur de Gaza, y dijo que temía que incluso un trote corto pudiera hacer que terminara en una zona donde cayeran bombas o estuviesen soldados israelíes.
Por eso, la semana pasada, en vez de izar la bandera en París junto a Dwedar y Almasri, Qaoud vio la ceremonia inaugural desde una abarrotada tienda de campaña en Deir al Balah, en el centro de Gaza, donde ahora vive con sus padres y hermanos desplazados. “Estoy orgulloso de verlos allí”, dijo. “Pero es doloroso por lo mucho que deseo estar allí”.
Fuente: The New York Times
OSM