Complicidad y Muerte en el Sexenio de Carlos Joaquín; Los Gemelos Gutiérrez; Una Historia que Jamás Debe Repetirse
20 May. 2025
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Se decían dueños de Costa Mujeres, vivían en hoteles de lujo, producto del chantaje y la corrupción que impera en los cuerpos de seguridad en el estado
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Mataron a más de 50 personas, según registros de autoridades federales, aunque la contabilidad empezó a correr cuando inició el sexenio marista
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Antes habían dado a muerte a decenas de trabajadores de la construcción por el cobro de derecho de Piso
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La cifra es indeterminada, nadie sabe ni nunca se sabrá la cifra real de desaparecidos y de muertos…
Renán Castro Madera / CAMBIO 22
Los creó, conjuntó y protegió, el sistema político que hasta hoy en día prevalece en la entidad y como en otras tantas a lo largo y ancho del país.
Señalan como sus principales protectores a Oscar Montes de Oca, junto con Jesús Alberto Capella Ibarra; el primero, Fiscal General del Estado y el otro, el jefe policiaco se más alto rango durante el peor sexenio que ha padecido el estado de Quintana Roo; el administrado por Carlos Joaquín González.

Los acuerdos con el entonces gobernador, según comentan fuentes que colaboraron con ellos, radicaba en acumular dinero de donde viniera, para el término del sexenio huir a sus lugares de origen.
Poco les importó el daño que causarian a la sociedad que habitaba en esa parte de la zona Norte quintanarroense, las más rica y afamada de la entidad.
Para llevar a cabo sus planes esas autoridades corruptas, requerían un “combo ó escuadrón de la muerte” que hiciera el trabajo sucio pero bien renumerado.

Sobre esas bases lo conformaron con delincuentes juveniles locales y lo complementaron con ex integrantes de Los Zetas y ex policías de Cancún.
El objetivo principal era suplir al Cártel de Cancún, que había sido desarticulado (temporalmente) tras la detención y encarcelamiento de “Doña Lety” la jefa máxima de ese clan.
Corrían los primeros meses del año 2021, las plazas de la zona Centro y Sur de la entidad se la disputaban el CJNG y el Cártel de Caborca.

En el Norte operaban remanentes de varios grupos, mismos que utilizaban los nombres franquiciados de algún grupo criminal con presencia en gran parte del país.
Por lo que el vacío criminal se hacía presente en una zona que tenía en construcción los primeros mil cuartos que darían paso al “otro Cancún”, ese que en su primera etapa alcanzaría la cifra de más de seis mil cuartos en la parte continental de Isla Mujeres; el complejo hotelero hoy llamado Costa Mujeres.
Un proyecto tan ambicioso y comparado inclusive al desarrollo de Cancún, la joya turística de México y Latinoamérica.

En la naciente Costa Mujeres, los negocios se multiplicaban en el día a día y los que habían exhibían un franco crecimiento.
En tanto las construcciones, obras y proyectos de complejos hoteleros se multiplicaban en la zona continental del municipio de Isla Mujeres.
Paralelamente a ese boom turístico, las reuniones entre jefes policiacos federales, estatales y municipales con la mafia, se desarrollaban en la zona cercana a Isla Blanca, en las ambicionadas playas que en los siguientes meses dieron paso a los capítulos de terror más escalofriantes vividos en tierras quintanarroenses.

Los apodaban “Los Gemelos del Terror”, un mote que en cada letra encerraban decenas de historias de sangre y muerte en contra de los pobladores del lugar y en la mayoría de casos de arrendatarios que tuvieron la desfortuna de escogerlo para establecer un negocio.
Esta violenta organización que a cada paso que daba sembraba la muerte y el dolor en las familias que habitaban en esa zona del estado, se consolidaba gracias a la protección de altas autoridades federales, estatales y municipales.
Para llevar a cabo sus perversos planes se sentaban con los dueños de negocios, acompañados de altos jefes policiacos, para vender “protección” a cambio de 50 mil pesos mensuales la más barata y en algunos hoteles hasta por 200 mil pesos de acuerdo a la categoría del hotel.

Y esos datos se los hicieron saber a este reportero, por un angustiado empresario residente que estaba siendo víctima del chantaje a finales de abril del 2021.
Adelantando un poco el relato en mayo del 202, el diario CAMBIO 22, reveló la desaparición y muerte de decenas de trabajadores de la construcción en esa parte y en otras de la entidad.
Utilizaban a varios personajes para investigar a los potenciales víctimas, a quienes invitaban a comidas y “negocios” para saber su potencial económico, domicilio, propiedades acumuladas, número de integrantes de familia y movimientos de la misma.

El declarante nos relataba en ese entonces que había entregado más de un millón de pesos al publirelacionista del grupo criminal al que sólo identificó con el sobrenombre de “Jorge”.
Me llevó a los combos y varios jefes policiacos de la estatal repetía en varias ocasiones el también abogado, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
Me levantaron en una patrulla de la policía que conducían los propios delincuentes y me “tablearon” para obligarme a cumplir con los pagos.

No tengo de otra, voy a entregar mi propiedad y otros dos millones de pesos y me voy de Cancún, repetía resignado el aludido en esos finales del caluroso abril de final de sexenio joaquinista.
De acuerdo a cifras oficiales la banda de los Combos o de Los Gemelos Diablos, se presume que ejecutaron a más de 50 personas en la zona continental de Isla Mujeres, en donde crearon un imperio de terror, vicio y sometimiento, para habitantes y empresarios.
En poco tiempo la zona de Costa Mujeres se convirtió en su centro de financiamiento más solvente y poderoso, jamás creado por una célula local de criminales.

Un Relato que Hela la Sangre y Sacude Conciencias
Era Marzo del 2021, un día cualquiera para los habitantes de la zona turística quintanarroense, empero, no para José un humilde trabajador llegado de los Altos de Chiapas, que había arribado junto con varios paisanos para ocuparse como mano de obra en el desarrollo Costa Mujeres.
José ganaba apenas mil 500 pesos quincenales en jornadas agotadoras de más de 9 horas diarias.
Ese día vísperas de semana Santa, José, esperaba ilusionado para viajar a su lugar de origen y tomar los días de asueto que marca el calendario religioso de la iglesia católica apostólica y romana.

Tras ahorrar varios pesos con un cúmulo de esfuerzos y privaciones había reunido un valioso capital que tenía destinado para la compra de un refrigerador y una bicicleta para su hija de 12 años.
A las 7 de la mañana como todos los días abrió los ojos y empezó su jornada rutinaria de vida… Para él no hay alimento cuidado y preparado en la alta cocina; si bien, unas cuantas empanadas de carne y queso de doña More, mientras se llegaba al trabajo; y para el mediodía cooperar para el kilo de chicharrón, la Coca-Cola y un buen número de tortillas.
Lo que no sabía José, es que el destino le tenía preparado una mala trastada, la ofrenda de su vida por las ambiciones de ese grupo criminal y la presión ejercida a la empresa que lo había empleado para que prestara sus servicios.

Ese día de abril había llegado a sus labores en Isla Blanca, junto con otros cuatro compañeros de faena.
Alrededor de las 11 de la mañana se presentaron dos camionetas repletas de gente armada, preguntando por el licenciado encargado del proyecto a quien desde días antes le habían pedido que tenía que entregar los títulos de propiedad del complejo.
Tras un breve y violento interrogatorio lograron someter a los trabajadores “Topo Gigio”, de 17 años, “El Flaco” de 15 años, “la Lombriz” de 45 y José de 19.
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Un quinto trabajador de nombre Manuel, de 32 años y al igual que los Cinco sometidos, oriundos de poblados del estado de Chiapas, logró darse la fuga atravesando la zona de Mangles y el mismo que relató la horrenda muerte de sus compañeros.
Tras la ausencia del gerente, el Clan de los Gemelos del Terror, encabezado por Hugo Zuriel “N” sentenció que por cada hora en que no se presentará el encargado del lugar, matarían a cada uno de los detenidos.
Para ello y para no hacer larga la espera a cada uno de los sometidos, los obligaron a cavar sus propias fosas en dónde serían enterrados.
El martirio se prolongó por varias horas y a cada hora que pasaba iban privando de la vida a todos y cada uno de los detenidos.

Antes de las cuatro de la tarde, las fosas ya habían sido ocupadas y el comando armado tal como había llegado se retiró del lugar.
Los Gemelos del Terror
Se decían dueños de Costa Mujeres, por algunos dias vivían en hoteles de lujo, producto del chantaje a los propios directores de los centros de hospedaje.
Mataron a más de 50 según registros de autoridades federales, aunque la contabilidad empezo a correr cuando inició el sexenio marista.

Antes habían dado a muerte a decenas de trabajadores de la construcción por el cobro de derecho de Piso.
Empero el cerco se cerró para los hermanos Uriel Alonzo P. K. y Hugo Zuriel “N”, gemelos que durante años se habrían dedicado a sembrar el miedo en Cancún y Yucatán.
Apodados por los lugareños como “los Gemelos del Terror”, estos hombres no solo están vinculados con extorsiones y homicidios, sino que se presume lideraban una red criminal que extorsionaba a comerciantes, empresarios y trabajadores turísticos con cuotas semanales bajo amenazas de muerte.

En la parte continental de Isla Mujeres y también tenía su base en Playa Tortugas el grupo lo conformaban como más de 70 personas, protegidos por elementos de la policía estatal y municipal de Quintana Roo y de Benito Juárez.
El Grupo de Los Gemelos
Un rostro amable con un trasfondo criminal, así se dieron a conocer bajo la sombra de la delincuencia.
Uriel Alonzo, alias “El Gemelo”, de 35 años, llevaba una doble vida.

Oficialmente, era vendedor de autos en Mérida, pero las autoridades lo señalan como la mente detrás de un esquema de extorsión que llegó a exigir hasta 9 mil pesos semanales a masajistas, guías turísticos y ambulantes en Playa Mujeres.
Las víctimas relatan cómo sus vidas se convirtieron en un infierno, enfrentando palizas, amenazas de secuestro y, en algunos casos, atentados.
Además de la extorsión, Uriel enfrenta acusaciones por homicidio calificado y en grado de tentativa.
Fue detenido en Yucatán en un operativo conjunto entre la SSP y la FGE de Quintana Roo, cerrando un capítulo sangriento que dejó cicatrices en la comunidad.

El Rastro de Sangre de Hugo Zuriel
Su hermano, Hugo Zuriel “N”, no se quedaba atrás en la escala de terror.
Conocido también como “El Gemelo”, fue detenido en la Supermanzana 514 de Cancún justo en el fraccionamiento Paseos del Caribe, por cierto esa casa es propiedad del abogado Gabino Andrade.
Hugo es señalado como autor de un robo de 3 millones de pesos ocurrido en el fraccionamiento Jardines del Sur en octubre de 2024, y las autoridades lo vinculan con múltiples homicidios en Isla Blanca, donde las víctimas fueron ejecutadas de manera brutal.

En el momento de su captura, Hugo tenía consigo diversas dosis de drogas, lo que refuerza su conexión con el narcomenudeo.
Considerado un objetivo prioritario en el Atlas Delictivo de Quintana Roo, su aprehensión fue resultado de una acción coordinada entre diversas fuerzas de seguridad, incluidas la Marina, la Guardia Nacional y la Fiscalía del Estado.
El Negocio del Miedo
Las investigaciones revelan que los gemelos utilizaban métodos brutales para infundir terror en sus víctimas, desde amenazas explícitas hasta represalias públicas.
Las zonas turísticas y residenciales se convirtieron en su territorio de cacería, y los comerciantes vivieron años bajo el yugo de sus extorsiones.

Una Red que se Desmorona
Con estas detenciones, las autoridades asestan un golpe directo a una de las células delictivas más violentas que operaban en la región.
Sin embargo, las investigaciones continúan para identificar a otros integrantes de esta red criminal que, según se especula, podrían estar vinculados con organizaciones de mayor alcance en el país.
La Caída de los Gemelos
Los “gemelos del terror” están ahora bajo custodia de las autoridades, y su futuro dependerá de las decisiones judiciales en los próximos días.

La comunidad sigue preguntándose cuántas historias de sufrimiento se esconden detrás de los rostros de estos dos hombres, quienes parecían compartir más que un vínculo de sangre: una carrera delictiva que dejó una huella imborrable en la región.
Su alcance fue tanto, que en su andar criminal lograron apropiarse de terrenos de alta plusvalía, mismo que a sus propietarios o arrendatarios dieron Muerte, enterrando sus cadáveres en alguna parte de Costa Mujeres o en los cimientos de algunos de los tantos complejos en construcción.
Hoy, el lugar huele a prosperidad, sin embargo el tufo de la muerte y la desgracia no podrá ser borrado pese a la protección que le ha brindado la 4T a los verdaderos orquestadores de esta y otras masacres, los jefes policiacos que operaron con Carlos Joaquín González, hoy flamante embador de México en Canadá…
Con Datos de Sistema de Noticias CAMBIO 22
GPC/RCM





















