La Leyenda del Brujo que hizo Florecer un Pueblo Hoy casi Olvidado; Dziuché
12 May. 2025
Redacción/CAMBIO 22
José María Morelos, 12 de mayo. – Dziuché, un rincón del municipio de José María Morelos, Quintana Roo, vive hoy en la calma que precede al olvido. Sus calles apenas conservan los ecos de una época dorada que se desvaneció hace casi dos décadas. Fue en los noventa cuando la pequeña comunidad rural vibraba con el bullicio de visitantes que llegaban de todos los rincones del país, atraídos por un solo nombre: Don Jorge Gómez Leslie, conocido como el brujo de Dziuché.
Durante aquellos años, el pueblo fue testigo de un fenómeno único. Gente de estados lejanos llegaba en autobuses repletos, buscando curación, alivio o esperanza en los saberes de este médico tradicional que, según muchos, no solo conocía hierbas, masajes y rezos: tenía un don. El de la sanación verdadera, la que aliviaba no solo el cuerpo, sino también el alma.

Las casas se llenaban, el parque central era un hervidero de pacientes esperando su turno. Se hablaba de milagros: carne podrida extirpada con las manos, males desconocidos que desaparecían tras una limpia, destinos torcidos que encontraban nuevamente el camino. “Se llenaba el pueblo, no había dónde dormir”, recuerda Paulino Pech, tío político del curandero, con la mirada perdida en los recuerdos. “Venían autobuses de México, de Tabasco, de todos lados… muchos se hicieron ricos gracias a él”.
Don Jorge no solo curaba: también impulsó la economía de Dziuché. Con las ganancias de su trabajo instaló tiendas, un hotel e incluso negocios en otros municipios. La gente vendía comida, hospedaba pacientes, ofrecía transporte. La bonanza llegó de la mano de la fe.
Pero todo eso quedó atrás. El 7 de marzo de 2003, Don Jorge Gómez Leslie falleció. Su tumba, modesta y olvidada, está marcada apenas por dos cruces de madera. Ninguna placa, ningún reconocimiento oficial recuerda al hombre que puso a Dziuché en el mapa nacional.

Hoy quedan apenas destellos de aquel legado. Su sobrino Enrique Marín, quien se ostenta como curandero tradicional, aún espera pacientes en su casa. También Gladis España Medina, hija del chofer que acompañó a Don Jorge durante años, afirma haber heredado sus conocimientos. Pero el flujo de gente ha cesado; los días son largos y silenciosos.

“Ya no hay otro como él… a mí me curó de un mal que nadie más pudo sacar”, afirma Paulino, con voz emocionada. Su testimonio es uno entre muchos que describen a Don Jorge como algo más que un curandero: un hombre tocado por algo sagrado, por un misterio que hoy parece haberse esfumado con él.
En Dziuché quedan los restos de aquella época: una economía detenida, un parque desierto y una tumba sin flores. Pero también queda la memoria colectiva, la leyenda viva del brujo que por unos años transformó la realidad de un pueblo entero.
¿No merecerá ese hombre, al menos, un lugar en la historia de su tierra?
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