Charlie López/CAMBIO 22

Hoy 30 de abril de 2025, durante su informe al Congreso de Yucatán, el titular de la Agencia de Transporte de Yucatán (ATY), Jacinto Sosa Novelo, calificó al sistema Va y Ven como un modelo “financieramente inviable”, señalando un déficit operativo, fallas estructurales, “pagos innecesarios” y decisiones supuestamente improvisadas por la administración anterior.

Como usuario diario del Va y Ven y persona con discapacidad motriz, no puedo quedarme callado.

Este sistema transformó literalmente mi forma de moverme por Mérida. Pasé de depender de un transporte privado, caro y sin accesibilidad a usar el transporte público con libertad. Ese cambio no es retórica: es vivencia.

Vamos punto por punto:

  1. “El sistema cubre solo el 41% de sus costos. Es insostenible.”

No es un error, es la lógica del transporte público moderno. Ningún sistema urbano en el mundo opera con autofinanciamiento total. Porque no es un negocio, es un servicio público. Lo caro no es subsidiarlo. Lo caro es excluir.

Comparar el Va y Ven con una empresa es como pedirle a un hospital público que dé ganancias. Esa narrativa es peligrosa, porque disfraza un recorte como eficiencia.

  1. “Hay pagos millonarios por kilómetros no recorridos y contratos tecnológicos innecesarios.”

El pago por disponibilidad de flota —que el titular presenta como “pagos por nada”— es un esquema contractual común y necesario: asegura que las unidades estén listas para operar, incluso si no circulan constantemente por razones técnicas, logísticas o de frecuencia.

Y sobre los contratos tecnológicos: si hubo sobrecostos o irregularidades, que se investigue y se sancione, pero no desacreditemos la digitalización ni el sistema de recaudo que permite hoy usar tarjeta inteligente en vez de efectivo.

  1. “El IE-Tram no se sostiene: cuesta 160 millones y genera solo 19.”

¿Medimos el éxito de un sistema de electromovilidad a un año de iniciar operaciones?

El IE-Tram es una inversión a largo plazo en calidad del aire, movilidad masiva y menor dependencia del automóvil. ¿O preferimos seguir quemando combustible y generando tráfico con combis improvisadas?

  1. “Los camiones son inadecuados para nuestras calles.”

El 70% de las unidades son de tamaño similar a las del sistema anterior. La diferencia es que estas sí tienen piso bajo, accesibilidad universal, climatización y estándares modernos.

Además, algo que muchos omiten: los camiones no pertenecen al Gobierno del Estado. Son de los concesionarios. El Gobierno solo llega a aportar el enganche y funge como aval para facilitar su adquisición. No es un capricho, es una política pública bien estructurada.

  1. “Los CETRAM comprometen recursos públicos a largo plazo sin pasar a propiedad del estado.”

¿Y eso invalida su función? Los contratos deben revisarse, claro. Pero no olvidemos que los CETRAM son nodos de conexión esenciales para una red metropolitana. Atacar su financiamiento sin explicar su propósito es desinformar.

  1. “La infraestructura de carriles ha provocado accidentes. Incluso la pérdida de vidas.”

Nadie con humanidad puede ignorar eso. Cada vida perdida en la vía pública duele. El caso de ayer en la avenida Internacional lo confirma.

Pero no es el sistema el culpable. Es la falta de vigilancia, de respeto a las normas, de cultura vial. No podemos usar tragedias para justificar retrocesos, como si antes no hubiera accidentes —solo que no se documentaban igual.

  1. “Solo compraron camiones bonitos.”

Reducir todo el sistema Va y Ven a esa frase es no entender nada.

Porque no son solo camiones.

Son accesibilidad donde antes había escalones imposibles.

Son rampas, piso bajo, rutas conectadas, operadores capacitados, seguridad, recaudo digital, unidades eléctricas.

Llamarle “camiones bonitos” es invisibilizar la transformación que ha significado para miles de personas.

Lo que preocupa no es solo lo que se dice, sino lo que se insinúa.

El titular de la ATY no ha dicho que vaya a desmontar el sistema. Pero está imponiendo una narrativa peligrosa: insinúa que la accesibilidad es un lujo, que la tecnología fue un derroche, que lo moderno fue improvisado.

Y cuando los funcionarios empiezan con ese discurso, el retroceso se vuelve una opción “técnicamente justificada”.

También habló de una reestructuración del sistema y de la realización de un estudio de movilidad actualizado. Ambas acciones pueden ser positivas, pero deben construirse con transparencia, con enfoque técnico y con garantías claras de que no implicarán recortes o retrocesos disfrazados de eficiencia.

Y por cierto: vale la pena recordarlo.

Hace apenas unas semanas, la mayoría del Congreso —incluido el PAN— votó a favor de Jacinto Sosa como titular de la ATY.

Hoy lo critican, pero también son responsables de haberle dado el aval.

Si van a denunciar lo que ocurre hoy, que también asuman lo que aprobaron ayer.

Yo no idealizo el Va y Ven.

También he señalado fallas, reportado rutas mal atendidas y exigido mejoras. Pero no acepto que se ataque una política pública cuyo beneficio he visto y vivido solo porque no la impulsaron quienes hoy gobiernan.

No se vale borrar avances por revancha.

No se vale disfrazar ajustes como actos de justicia.

Y no se vale poner en duda derechos ya ganados.

La accesibilidad no es un lujo. No es gasto innecesario.

Es un derecho. Y defenderlo es una obligación.

Si algo puede mejorarse, bienvenido. Pero si lo que quieren es retroceder o esconder recortes detrás de tecnicismos, nos toca decirlo claro y a tiempo.

Porque transformar no es destruir.

Es mejorar. Y en esa ruta, aquí vamos a seguir.

 

 

Fuente: Rossana González Díaz

redaccionqroo@diariocambio22.mx

RHM/RCM

 

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