• Zona de Rock

 

Por Oscar Salado /CAMBIO 22

20 de abril-. En la Feria del Caballo Texcoco 2025, no sólo se rompieron guitarras y bocinas; se desnudó, una vez más, la herida abierta de un país que idolatra al verdugo y convierte al criminal en ídolo de altar.

Luis R. Conriquez, uno de los intérpretes más conocidos de los llamados “corridos bélicos”, decidió, valiente o estratégicamente, dejar de cantarlos.

Luis R. Conriquez: El Rey de los corridos bélicos y su polémica con los narcocorridos

Y el público no se lo perdonó: lo castigaron como si hubiese traicionado una religión.

Los asistentes no fueron a escuchar música: fueron a venerar al crimen organizado, exigieron con violencia el rezo que conocen de memoria: canciones que glorifican fusiles, jefes de plaza, “levantones”, secuestros, asesinatos, c0bro de piso, exigieron que se les devolviera su mitología moderna, esa donde el bien es malo y el malo es bueno, poderoso y respetado.

El “¡corridos, corridos!” que coreaban como mantra era más que una petición: era una súplica para que su demente fantasía volviera a envolverlos.

Narcocultura y corridos bélicos: ¿una glamurización del crimen?

¿Qué clase de sociedad reacciona con furia porque no le cantaron a la muerte?

La respuesta es incómoda: una sociedad que ha aprendido a normalizar y admirar al criminal en un país donde ser honesto es una condena a la pobreza, el narco aparece como la única figura de “poder” visible, cercana, temida y respetada, aunque sea la más excretarle, y los narcocorridos son su propaganda, su evangelio.

La culpa no es del artista, ni del promotor, ni siquiera del joven que arroja una silla al escenario en su frustración: la culpa es de todos. Porque permitimos que el crimen se convirtiera en aspiración, porque fallamos como sociedad al dejar que generaciones enteras crezcan creyendo que tener un cuerno de chivo y un carro de lujo es más digno que tener una carrera universitaria. Porque mientras un médico gana 20 mil pesos al mes, un sicario gana lo doble en una semana. Y eso se canta… Y eso se baila.
Hay quienes dirán que los corridos son cultura.

 

 

redaccionqroo@diariocambio22.mx

KXL/AGF

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