Costa Rica Destaca en el Mercado Internacional Bajo la Inversión de una Caficultora

• Tatiana Vargas, originaria de Cartago, ha logrado posicionar su café en países como Japón, EE.UU. y Corea, combinando tradición e innovación en su cultivo

Redacción CAMBIO 22

Hasta Japón, EEUU y Corea viaja el café que cultiva Tatiana Vargas en Cartago (Costa Rica). Su historia, que ha merecido el reconocimiento como líder de la ruralidad de las Américas, no es lineal, es una experiencia de ida y vuelta, una apuesta consciente por mantener e innovar en sus cafetales familiares.

“Creo que aprendí a cosechar antes que a caminar”, responde resuelta sobre el origen de su negocio. Para Vargas, el café siempre ha estado ligado al concepto de “estar en familia”.

Sin embargo, se había alejado de la plantación de sus padres tras estudiar agronomía en la universidad y desempeñar su profesión en la empresa privada.

En 2016, tras el fallecimiento de su padre, se encontró ante la disyuntiva de retomar los cafetales que sus padres habían cultivado y añadirles “algo de innovación” o continuar con su trayectoria laboral ajena a los mismos.

Ésta última hubiera sido “la decisión más lógica en términos financieros”, pero el corazón, que siempre “estaba entre esos cafetales”, se impuso y regresó.

Tatiana Vargas, de Costa Rica a Japón

Y no solo eso, Tatiana Vargas, de 36 años, y su madre han ido mucho más allá al incorporar en su finca de cinco hectáreas y media variedades resistentes a enfermedades e híbridas, con el fin no solo de aumentar la producción, sino también de dar un giro a la adaptación al cambio climático.

Han sumado el manejo de la agricultura regenerativa con la incorporación de diferentes especies a la finca.

También han creado un “microbeneficio”, esto es, una pequeña planta donde realizan todo proceso con el objetivo de la excelencia y de conseguir un valor añadido.

Y también tienen su propia marca de café -Legados café artesanal-, tostado y molido que comercializan a nivel local, aunque un 20 % del café especialidad se exporta y, en su mayoría, al mercado japonés; también llega a Estados Unidos y Corea.

Ante la pregunta de los desafíos para haber conseguido todo este desarrollo, ha respondido en primer término como una agrónoma: “cualquier emprendimiento agrícola va a tener el reto del clima que no podemos controlar”.

Demostrar con hechos

Pero no ha eludido que “el hecho de ser mujer” les ha hecho esforzarse el “doble” para “demostrar con hechos que sí sabe del tema, que conoce”.

Se refiere a casos concretos como el trato con el personal para las tareas de recolección.

“Yo les explicaba cómo deberían hacer el trabajo y ellos se me quedaban mirando y me decían: ‘Disculpe, pero tal vez sería más adecuado que viniera su papá o su esposo o algún otro hombre que sí nos pueda explicar cómo se hace, porque probablemente no sea como usted nos dice”, ha ejemplificado.

Situaciones similares se han dado a la hora de comprar maquinaria o herramientas para su plantación; “los vendedores siempre se dirigen directamente a mi esposo a pesar de que soy yo la que hace las preguntas, de que soy yo la que llega directamente y él me acompaña”, ha señalado.

En las reuniones de cafetaleros el 95 % de los asistentes son hombres, así que “cuando una mujer trata de preguntar o cuestionar algo, todo el mundo piensa que no conoces del tema, que probablemente lo que estás diciendo esté errado, porque es una opinión femenina”, ha añadido.

En su entorno comunal también se sintieron cuestionadas por su manera de manejar la plantación. “Decían que no era la manera de hacerlo, que probablemente íbamos a fallar, pero al final demostramos todo lo contrario”, ha explicado.

“Dar esa milla extra”

Cuando llega la época de cosecha Tatiana y su madre trabajan hasta 14 horas diarias, una labor que con la ayuda de su marido puede combinar con la crianza de su bebé.

“Como mujeres siempre debemos dar esa milla extra” ha reconocido, una milla que se alcanza con capacitación, apoyo de la familia y también de las instituciones.

Fuente: Efiminista

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