• Investigadores del Hubble confirman que el carbono esencial para la vida pudo haber viajado cientos de miles de años fuera de la galaxia antes de regresar a la Tierra

 

Redacción / CAMBIO 22

Quizá una de las frases más conocidas del ya fallecido astrónomo y divulgador de la ciencia Carl Sagan es que “somos polvo de estrellas”. Con ella, Sagan seguramente quiso decir que tanto los seres humanos, como absolutamente todo lo que nos rodea, es producto de los innumerables elementos químicos que se forman en el interior de los astros, a muy altas temperaturas.

La frase de Sagan no solo posee mucho de verdad, sino que además se refuerza aún más a partir del hecho de que no únicamente la química de las estrellas corre por nuestras venas y nuestro cuerpo. También, en nosotros, existe polvo que pudo haber provenido de los confines de nuestra propia galaxia, la Vía Láctea.

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Que alguno de los componentes esenciales de la vida provino de los confines de la galaxia -y no solamente de sitios más “locales”- ha intentado ser corroborado a partir de observaciones realizadas por el Telescopio Espacial Hubble. Mediante éste, un grupo de siete investigadores de Estados Unidos y de Canadá, encabezados por la astrónoma Samantha Garza del Departamento de Astronomía de la Universidad de Washington en Seattle (Estados Unidos), ha demostrado (los resultados aparecieron recientemente publicados en la revista The Astrophysical Journal) que mucho del carbono del que estamos formados pasó cientos de miles de años fuera de la galaxia y luego, muy probablemente, retornó.

El carbono es un elemento químico que cumple varias funciones. Por ejemplo, no solamente ayuda a regular la temperatura en la Tierra, sino que además hace que la vida surja. Y, por si fuera poco, ha resultado fundamental, también, para la producción de energía a escala mundial.

Además, se produce en el interior de las estrellas -en su mayoría gigantes rojas cuyo radio es unas cien veces más grande que el radio del Sol- cuando alguna de éstas está en fase de terminar su ciclo vital.

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En la medida en que una gigante roja comienza a morir, la presión gravitatoria que ejerce sobre sí misma es tan grande que ya no es capaz de generar suficiente energía para poder contrarrestar los efectos de su gravedad. Por tanto, en el núcleo de este tipo de estrellas comienza a existir mucha presión y surgen también temperaturas extremadamente altas, lo cual se traduce en que se formen nuevos elementos químicos, más pesados, tales como el carbono y otros más como el berilio, el oxígeno y el hierro.

Ahora bien, como señala la investigación, parte del carbono formado a partir del proceso arriba mencionado viajó a la parte más externa y alejada de nuestra galaxia. Concretamente a una nube de polvo y gas que la rodea denominada medio circungaláctico (CGM, por sus siglas en inglés). Este último está formado por gases muy calientes que reciben mucho del material expulsado por estrellas que nacen y mueren.

Sobre cómo llega el carbono de las estrellas al medio circungaláctico, en un comunicado de prensa, Samantha Garza invitó a imaginar a este último como “una estación de tren gigante que está constantemente empujando materia hacia afuera y atrayéndolo hacia adentro”.

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También dijo que “los elementos pesados que forman las estrellas son empujados fuera de su galaxia anfitriona y hacia el medio circungaláctico a través de supernovas [estrellas que explotan], donde eventualmente pueden ser atraídos hacia adentro y continuar el ciclo de formación de estrellas y planetas”:

Por otro lado, hay que resaltar el hecho de que el medio circungaláctico -el cual podría ser comparado con un gran sistema de reciclaje- no solamente está presente en nuestra galaxia, sino en la mayoría de las galaxias del universo, al menos en las que permanecen activas (las galaxias activas son aquellas que continúan produciendo estrellas). Por lo tanto, sería interesante plantearse la hipótesis (no corroborada) de si entre galaxias activas también podría producirse este intercambio de elementos químicos.

De ser así -de que entre galaxias activas se produzca un intercambio de elementos- significaría que todas las galaxias del universo estarían interconectadas a través de dicho intercambio y, por lo tanto, la vida podría surgir en cualquier parte del universo, sobre todo porque la primera está basada en el carbono para poder desarrollarse.

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¿Cómo lograron determinar los astrónomos la presencia de carbono?

Para determinar que el carbono va y viene del medio circungaláctico en las galaxias, Garza y su equipo recurrieron al Espectrógrafo de Orígenes Cósmico instalado en el Telescopio Espacial Hubble. Mediante éste, lograron medir cómo la luz de nueve cuásares (los cuásares son fuentes de luz muy luminosa y energética que se producen por la presencia de agujeros negros supermasivos) era afectada por el medio circungaláctico de once galaxias que están formando estrellas.

Y resulta que parte de la luz de estos cuásares distantes era absorbida por un elemento presente en el medio circungaláctico de cada una de las once galaxias. Mediante el Espectrógrafo del Hubble, Garza y su equipo pudieron determinar que ese elemento que estaba absorbiendo la luz emitida por los cuásares era nada más y nada menos que carbono. Por lo tanto, así pudieron saber que este último está presente en las galaxias que estaban estudiando.

El espectrógrafo es un dispositivo imprescindible para hacer astronomía y cuyo funcionamiento está basado en los trabajos del físico Isaac Newton en el siglo XVII, cuando éste se percató de que la luz blanca puede descomponerse en varios colores dependiendo de su longitud de onda. Así, cuando la luz es más energética, su color tiende al azul, mientras que cuando es menos energética tiende hacia el rojo. De ahí que los arcoíris posean esos colores tan característicos cuando la luz solar es refractada (descompuesta en varios colores) por las gotas de la lluvia.

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Ahora bien, cuando la luz interactúa con la materia, por ejemplo, con los átomos de un determinado elemento químico, parte de esta luz es absorbida y otra parte es emitida por el elemento químico. Como cada elemento es distinto, emite su propia “firma”, es decir, produce un patrón de líneas obscuras (de absorción) y claras (de emisión) mediante las cuales los científicos pueden determinar con absoluta precisión de qué elemento químico se trata.

Así es como éstos se las ingenian para conocer la composición de la mayoría de las estrellas, los planetas y prácticamente todo lo que nos rodea fuera de la Tierra, incluyendo elementos que se encuentren en el medio circungaláctico, a millones de kilómetros, como el carbono.

Con respecto a las implicaciones del trabajo de Samantha Garza y colegas, se espera que con éste pueda comprenderse mejor cómo funciona el intercambio de elementos químicos entre el medio circungalático y los objetos existentes en las galaxias. Porque no únicamente el carbono es intercambiado, sino también, muy probablemente, otros elementos químicos los cuales seguramente serán estudiados en futuras observaciones.

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Además, podría ayudar a comprender mejor no solamente cómo evolucionan las galaxias, sino también el proceso mediante el cual las galaxias pasan de ser activas a inactivas una vez que todas sus estrellas dejan de producir energía y mueren.

De suceder todo lo anterior, revolucionaría nuestra comprensión del universo y, por supuesto, del lugar que los seres humanos ocupamos en él.

 

 

 

Fuente: Aristegui Noticias

redaccion@diariocambio22.mx

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