• A medida que los “baby boomers” se retiran del mercado, la falta de interés por parte de las generaciones más jóvenes está afectando el consumo global de vino.

  • A pesar de una producción vinícola constante, las estadísticas de la OIV revelan una caída alarmante en el consumo, con 221 millones de hectolitros en 2023 frente a los 247 millones en 2017.

 

Redacción / CAMBIO 22

Más allá del debate sobre si “un vaso de vino al día es bueno para la salud” es cierto o más bien no, algo está pasando con el sector. La producción se mantiene estable, pero se las botellas se están quedando en las bodegas porque no hay quien se las beba.

Bebemos menos vino. Según datos de la International Organization of Wine and Vine (OIV por sus siglas en francés), en 2023 el consumo global de vino fue de 221 millones de hectolitros. Eso representa una caída notable con respecto a 2017, cuando ese consumo llegó a los 247 millones de hectolitros en todo el mundo.

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Caída notable. Como indican en Axios, eso supone que se vendieron 3.500 millones menos de botellas de vino en todo el mundo. La caída, como puede verse en el gráfico de OIV, ha provocado que el consumo esté por debajo de niveles de hace casi 25 años.

Pero no tanto en España. Esa caída global no se refleja en España, donde el consumo parece haberse recuperado según el Observatorio español del Mercado del vino (OeMv). En julio de 2024 había un crecimiento acumulado del 2,2% del consumo, una cifra modesta pero que desde luego compensa ligeramente la tendencia global. El consumo español se mantiene más o menos estable: en 2020 fue de 10,3 millones de hectolitros, y en 2024 se prevé que sea de 9,76 millones de hectolitros.

Las nuevas generaciones no están tan interesadas. Mike Veseth, analista y responsable de The Wine Economist explicaba cómo al menos en EEUU la generación que tradicionalmente más vino ha consumido ha sido la de los Baby Boomers, nacidos entre 1946 y 1964. Ahora esa generación está comprando menos vino, “y no está siendo reemplazada por generaciones más jóvenes”.

El mundo sigue produciendo mucho vino. El problema no es ese, sino que no hay suficiente gente que se lo beba

El alcohol ya no mola. Ya en 2019 hablábamos del movimiento “Sober Curious” que estaba convirtiendo la abstemia en una tendencia. Estar sobrio se ha puesto de moda, y en Reino Unido se iniciaron campañas como “Dry January” para no beber alcohol durante todo un mes. Dichas iniciativas acabaron trasladándose a varios países europeos, y en otros como Canadá o la República Checa fueron sustituidos por “Dry February”.

Y el vino es caro. Otro de los posibles factores de la caída del consumo está en el hecho de que la inflación golpeó fuerte al sector del vino. El precio ha subido, y según Veseth eso ha hecho que la gente pueda haberlo reemplazado por bebidas más baratas, alcohólicas o no.

Medidas extremas. Según algunos expertos, el vino español está en un callejón sin salida y los expertos empiezan a plantear lo impensable: arrancar miles de hectáreas de viñedos, algo que ya ha pasado con otros cultivos como los naranjos, los almendros o los olivos.

 

 

 

Fuente: Xataka

redaccion@diariocambio22.mx

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