Redacción/CAMBIO 22

JOSÉ MARÍA MORELOS, 1 de noviembre.- En el municipio de José María Morelos, rodeado de la rica biodiversidad de Quintana Roo, existen dos pequeñas comunidades cuyos nombres evocan una historia de fertilidad y un café que podría haber sido: Cafetal y Cafetalito. Lugares donde el café, una planta inusual para la región, creció de forma natural en el pasado, impregnando de un aroma especial sus tierras y marcando la memoria de sus habitantes.

Luisa Cimé y Chí, de 73 años y habitante de Cafetal desde los 8, guarda recuerdos de aquellos días cuando el café florecía libremente en su comunidad. “Era como si el suelo nos lo regalara”, dice mientras sonríe con nostalgia, describiendo cómo el café aparecía en cada rincón, plantado por la naturaleza misma. Sus recuerdos se mezclan con la imagen de varios pozos que abastecían a la comunidad, en un suelo húmedo y de tierra negra, conocido como Ak’alche en lengua maya. “Es un suelo fértil, especial para el café”, afirma Doña Luisa, quien atribuye esta fertilidad al tipo de tierra que, incluso en aquellos tiempos, era capaz de producir un café que llamaban “café chino”, una variedad que se disfrutaba en las mañanas de su infancia.

A pesar de estas condiciones naturales únicas, la comunidad nunca ha emprendido la producción de café de forma organizada. Doña Luisa Cimé asegura que, de hacerlo, sería un café de sabor inigualable, profundamente ligado a la tierra de sus ancestros y al entorno que lo rodea. Cafetal y Cafetalito aún guardan en su esencia el potencial de revivir este cultivo, despertando quizás un día el aroma de un café único y distintivo, que cuenta la historia de estas tierras llenas de vida.

 

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