El Legado en Flor: Don Eduardo y las Flores de Xtes que Embellecen los Altares Mayas

Redacción / CAMBIO 22

José María Morelos, 2 de octubre. –  En la zona maya de Quintana Roo, particularmente en José María Morelos, la celebración de Finados o Hanal Pixán adquiere un toque especial y único en los altares dedicados a los difuntos. A diferencia del centro del país, donde el cempasúchil reina sobre las ofrendas, aquí las flores de “tez” o “xtes” son las protagonistas, embelleciendo los altares con sus brillantes colores.

Estas flores, conocidas científicamente como Celosia argentea, forman parte de una tradición ancestral que sigue viva gracias a personas como Don Eduardo Can. En un pequeño terreno, poco mayor a un mecate, ha logrado cultivar con dedicación estas flores, que han sido parte esencial de los altares en la zona maya. Don Eduardo, con una mezcla de orgullo y esperanza, espera poder ofrecer sus flores durante la próxima celebración de muertos.

El amaranto, conocido localmente como “xtes”, es un símbolo que va más allá de la simple decoración. Es un puente entre el pasado y el presente, entre los seres queridos que ya no están y los que aún los recuerdan. En Yucatán y Quintana Roo, esta flor sigue siendo una pieza fundamental en los altares de Hanal Pixán, donde cada pétalo parece contar una historia.

Además de las flores de “xtes”, también es costumbre ofrendar azucenas. Sin embargo, las flores de Don Eduardo han sido las más solicitadas en la comunidad. Este año, él ha previsto que habrá suficientes para quienes deseen adornar sus altares y rendir tributo a sus seres queridos, asegurando que la tradición continúe viva.

Con una humildad conmovedora, Don Eduardo pone su granito de arena para que los elementos más importantes de las ofrendas se conserven. Su labor no es solo un esfuerzo económico; es un acto de amor hacia su cultura y su gente, garantizando que cada altar cuente con la flor de “xtes”, esa que, por generaciones, ha sido testigo del homenaje a los ancestros.

Así, en cada altar donde brillen estas flores, no solo se verá el esplendor de la naturaleza, sino también la persistencia de una tradición que, gracias a personas como Don Eduardo, se niega a desaparecer.

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