Presentan en Festival de Cine de Tribeca, Estado de Silencio, Cinta Producida por Gael García y Diego Luna
11 Jun. 2024
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Santiago Maza retrata en Estado de silencio la violencia que viven los periodistas en México
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A partir de la historia de cuatro comunicadores que han sido amenazados por ejercer su profesión
Redacción / CAMBIO 22
Si vas a hacer un documental sobre el peligro, tienes que llevar tu cámara a lugares riesgosos. Tienes que enfocar a sujetos nefastos, hacer cosas descaradas y captar un nivel de autenticidad que es esencial para que una película sea creíble.
Ese fue el caso del equipo de Estado de silencio, filme que explora las amenazas existenciales que enfrentan los periodistas en México. Para el tenso segmento inicial del documental, el equipo acompañó al reportero Jesús Medina en una búsqueda nocturna de madereros ilegales que talaban árboles en un bosque remoto del estado de Morelos. Cuando Medina, con su cámara en mano, se encontró con uno, el desprevenido transgresor estaba completamente enmascarado y blandía una atronadora motosierra.

Cuando Medina comenzó su entrevista con el maderero, el equipo de filmación estaba a solo unos pasos grabando la escena mientras ambos hombres hacían sus trabajos riesgosos, y el periodista que no es ajeno a las asignaciones peligrosas redujo la situación a una conversación entre dos profesionales.
Cuando Medina comenzó su entrevista con el maderero, el equipo de filmación estaba a solo unos pasos grabando la escena mientras ambos hombres hacían sus trabajos riesgosos, y el periodista que no es ajeno a las asignaciones peligrosas redujo la situación a una conversación entre dos profesionales.
Según el Comité para la Protección de los Periodistas, que tiene una oficina en Ciudad de México, alrededor de 140 periodistas han sido asesinados desde 2000 y otros siguen desaparecidos, lo que convierte a México en el país más peligroso para ejercer esa profesión en el hemisferio occidental.
En más del 90 por ciento de los casos, nadie ha sido responsabilizado por los crímenes, dijo Jan Albert Hootsen, representante del comité en México, quien describió la estadística como una “tasa de impunidad astronómicamente alta”.

Estado de silencio fue desarrollada por La corriente del golfo, una productora fundada por Diego Luna y Gael García Bernal, dos actores mexicanos que saltaron a la fama con Y tu mamá también, una película de 2001. La compañía ha producido largometrajes narrativos y documentales destinados a divulgar problemas sociales y ambientales.
Luna es un defensor de los periodistas, y con frecuencia promociona la idea fundamental de que una prensa libre y la información que proporciona son claves para resolver los problemas de inequidad social y violencia que afectan a las regiones de México.
Esa libertad está bajo constante amenaza en el país, según Luna. Y el problema está empeorando, a pesar de que los noticieros de televisión, los periódicos y los sitios de noticias de internet informan de la violencia, con gran alarma, cada vez que ocurre.

“Estamos llegando al punto en que estamos normalizando lo que le está pasando a los periodistas en mi país”, dijo Luna en una entrevista telefónica desde Uruguay, donde estaba filmando una película.
Su solución: crear una serie de televisión que muestre a los reporteros sobre el terreno mientras trabajaban. Luna dijo que la serie busca personalizar las historias de los periodistas para que el público pueda verlos como personas reales, no solo como estadísticas, y así ayudar a comprender cómo la violencia de los cárteles, ampliamente facilitada por la corrupción gubernamental en todos los niveles, está censurando la información de los medios.

Pero las cadenas de televisión mexicanas “no quisieron tocarlo”, dijo Maza, quien trabaja en La corriente del golfo como desarrollador de contenidos y asumió la dirección del documental.
En cambio, el equipo decidió hacer un largometraje y esperar su distribución. El formato cambió, pero la premisa siguió siendo la misma. El resultado fue Estado de silencio, que se centra en las experiencias de cuatro periodistas que han enfrentado múltiples amenazas y han perdido a colegas cercanos por la violencia, pero continúan buscando historias. Además de Medina, la película sigue a Marcos Vizcarra en Sinaloa y a los esposos reporteros María de Jesús Peters Pino y Juan de Dios García Davish de Chiapas.

La historia de la pareja comienza en una pequeña y sencilla casa en una zona rural del sur de California donde ellos, junto con su hija adolescente, se han mudado con el apoyo del Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, un programa desarrollado por el gobierno mexicano para ayudar a los ciudadanos que están bajo amenaza.
En California están a salvo, pero no son felices. No pueden hacer su trabajo y Peters Pino está lejos de su madre que se encuentra enferma.

Estado de silencio capta su frustración y aislamiento en Estados Unidos y la sigue mientras decide que ya está harta del exilio y necesita regresar a México, aunque su familia no la acompaña porque es muy peligroso. El equipo de filmación la acompaña en el viaje en autobús de regreso a Chiapas y su regreso a reportear en el campo.
Estado de silencio hace declaraciones tanto políticas como artísticas. Utilizando testimonios de reporteros y editores, junto con fragmentos de noticias de televisión y filmaciones de discursos públicos, la película culpa al gobierno, así como a las bandas criminales, por el trato brutal contra los periodistas. Muchos funcionarios locales han sido comprados por los cárteles y los periodistas no tienen a quién acudir cuando son atacados. El programa de reubicación de periodistas es una medida que no aborda el problema real del procesamiento de los delitos.

Cerca del final de la película, hay imágenes del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, cuyo gobierno ha tenido una relación polémica con los medios, quejándose de que la prensa está “en contra de nosotros”. El documental insinúa que los periodistas son presentados como enemigos del pueblo, y los grandes peligros que enfrentan se filtran desde las más altas esferas del poder.
“¿A quién le importa la vida de un periodista si el jefe dice que es escoria?”, preguntó Vizcarra en el documental.
En su mayor parte, Maza se atiene a los hechos, hasta que deliberadamente no lo hace, editando en la película segmentos breves y misteriosos en los que un líquido rezuma en la pantalla. Comienza como una gota que cae sobre los árboles en una zona boscosa, luego crece con el tiempo, burbujeando como si algún día fuera a consumir un bosque entero. ¿Es sangre, aceite o brea?

El director se niega a decirlo y solo revela que se trata de una “mancha”, una metáfora de la violencia imparable, y que es libre como artista —no como periodista de jugar con la realidad.
“Creo que si presionamos los botones correctos o estimulamos a la audiencia de la manera correcta, puede involucrarse más en la película”, dijo Maza.

Estado de silencio tiene un elemento de terror, pero no se convierte en una película de terror. En cambio, según Maza, se trata de un método alternativo para ilustrar una situación peligrosa de una manera atrevida, tal vez no tan diferente como captar imágenes durante el oscuro viaje nocturno de un periodista al bosque.
“Esta mancha, sea lo que sea, un día despertaremos y estaremos rodeados por ella”, dijo.
Fuente: Ny Times
redaccion@diariocambio22.mx
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