Tras Más de 70 años, Reaparece una Pintura de Edgar Degas que Solo se Expuso una Vez

Esta pintura al pastel, que representa una escena de un burdel, es una de las pocas obras del pintor francés que se conservan en España y tiene una agitada historia detrás, por lo que son muy pocos quienes la han podido ver en persona aparte de sus sucesivos propietarios. Sin embargo, el nuevo propietario de momento no valora exponerla en una colección pública.

LA AGITADA HISTORIA DE UNA PINTURA

Edgar Degas pintó Elogio del maquillaje en 1876 o 1877 usando como base un sencillo cartón. En 1887 fue comprado por un ilustrador barcelonés, Julián Bastinos; hecho que conocemos gracias a una carta escrita por el propio Degas. Este lo conservó hasta su muerte en 1918, llevándolo consigo en sus viajes (vivió primero en París y después en El Cairo).

La pintura pasó a manos de su hermano Antonio, que residía en Barcelona y la tuvo en su poder hasta que murió en 1928. Unos años más tarde, el gobierno de la Generalitat incautó la obra a la familia Bastinos y la depositó en el monasterio de Pedralbes, en Barcelona. Con la entrada de las tropas franquistas en la ciudad al final de la Guerra Civil, pasó a manos del Estado.

En 1940, tras volver brevemente a manos de los Bastinos, la pintura fue comprada por Joan Llonch Salas, presidente de la Academia de Bellas Artes de Sabadell y también del Banco Sabadell. Finalmente, en 1952, se expuso por primera y única vez al público en la Sala Gaspar de Barcelona, como parte de una exposición de pintores europeos entre los que se contaban también Fortuny, Picasso, Renoir y Van Gogh.

DESPUÉS DE 70 AÑOS

Desde aquella ocasión, la pintura no ha vuelto a exponerse en más de 70 años. Hace poco fue adquirida por un nuevo propietario, cuya identidad no se ha hecho pública. Antes que nada quiso confirmar que se trataba de una obra auténtica, por lo que encargó su autentificación a Michel Schulman, un especialista en Degas.

Este ha confirmado que se trata de una obra genuina, valiéndose de pequeñas señas de identidad que dejaba el pintor, como la forma de las letras con las que firmaba: “Siempre dejaba la S a medio terminar y pintaba la D de una forma determinada”. En el reverso del cartón se pueden ver los sellos que indican los años en los que la pintura cambió de lugar, en particular una realizada cuando cayó en manos de las tropas franquistas y que reza “Recuperado del enemigo”, realizada por el Servicio de Defensa del Patrimonio Nacional, lo cual confirma que se trata del auténtico.