• Reducir el consumo de carne y lácteos, el desperdicio de comida y optar por productos sostenibles pueden hacer que tu huella hídrica sea menor

 

Redacción/CAMBIO22

La agricultura consume un 70% del agua dulce que se extrae a nivel mundial.

Piensa en el alimento que quieras: puede ser tu favorito, lo último que has comido hoy o incluso el que menos te gusta. ¿Ya lo tienes en mente? Bien, sea cual sea el alimento que has pensado, podemos afirmar con certeza que se ha necesitado agua para producirlo. Toda nuestra comida tiene una huella hídrica.

Este concepto que sirve para definir el volumen total de agua dulce que se emplea a lo largo de la cadena de producción un bien o un producto; y aplica a los coches, los vaqueros y hasta el arroz. En este caso, nos centraremos en la huella hídrica de los alimentos, que incluye el consumo de agua desde el riego de los cultivos y la hidratación de los animales hasta el gasto en el transporte y almacenamiento.

Cuánta agua se necesita para producir alimentos?

Lechugas, tomates, hamburguesas o filetes de pescado; todos los alimentos necesitan agua. No obstante, la huella hídrica de cada uno de ellos varía significativamente y, la buena noticia para los consumidores, es que esto da margen para reducirla: entender cómo impactan nuestras elecciones alimentarias en los recursos hídricos del planeta es el mejor aliado para reducir nuestra huella.

¿CUÁNTA AGUA NECESITAMOS PARA PRODUCIR LOS ALIMENTOS?

Producir los alimentos tiene un consumo hídrico enorme: de hecho, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) define la agricultura con un doble papel: es una de las principales causas de la escasez de agua, pero también una de sus principales víctimas.

Según datos de esta entidad, la agricultura representa casi el 70% de todas las extracciones de agua dulce y hasta el 95% en algunos países de desarrollo, entre los cuales se destaca Somalia, Afganistán, Nepal, Mali, Sudán, Laos y Madagascar. Estas cifras suponen dificultades para la futura gestión del agua en un escenario que estará marcado por un empeoramiento del cambio climático, un cambio en las dietas y una población mundial que se prevé que será de casi 10.000 millones de personas en 2050.

El mundo alcanza los 8 mil millones de habitantes, de los cuales 662  millones viven en América Latina y el Caribe | CEPAL

 

Se calcula que la producción alimentaria tendrá que incrementarse un 60% para el año 2050 para satisfacer la demanda; y además, se sabe que en un futuro tendremos que emplear nuestros recursos hídricos de una forma más eficiente para lograr producir más con menos. Una de las claves para lograrlo es, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, la elección de los cultivos: un cambio en qué plantamos que comenzaría por otro en qué comemos.

¿CUÁL ES LA HUELLA HÍDRICA DE LO QUE COMES?

La cantidad de agua utilizada diariamente para producir los alimentos que consume una persona puede varia dependiendo de su dieta, pero, según datos de la FAO, una dieta promedio puede requerir entre 2.000 y 5.000 litros de agua al día. Algunos factores pueden variar significativamente la cantidad de recursos hídricos empleados en la dieta, como por ejemplo, el elevado consumo de alimentos cárnicos.

En general, los alimentos de origen vegetal requieren menos agua que los de origen animal. Por ejemplo, para producir un tomate se necesitan 13 litros de agua, para una patata 25 litros, para una naranja 50 litros y para una manzana 70 litros. En cuanto a las legumbres y cereales, destaca que para obtener un kilogramo de lentejas se requieren 1.250 litros de agua.

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Un kilogramo de lentejas son 1.250 litros de agua; un kilogramo de ternera son 15.000 litros

Por contra, la producción de alimentos de origen animal tiene habitualmente una huella hídrica mayor (aunque hay excepciones, como el chocolate). Producir un kilogramo de pollo consume 4.300 litros de agua, y el queso requiere unos 4.800 litros por kilogramo. Asimismo, algunas de las huellas más elevadasse encuentran en la carne; destacan lade la carne de cerdo (6.000 litros por kilogramo), de cordero (8.700 litros por kilogramo) y de ternera (15.000 litros por kilogramo).

COMO CONSUMIDORES, ¿CÓMO REDUCIMOS NUESTRA HUELLA HÍDRICA ALIMENTARIA?

Existen distintas recomendaciones que puedes seguir si quieres reducir tu huella hídrica alimentaria. La primera, y muy relacionada con lo que te explicábamos en el apartado anterior, es reducir el consumo de carne y lácteos, optando por más alimentos vegetales: incorporar más frutas, verduras y legumbres en la dieta puede ayudarte a reducir tu consumo hídrico.

Otra medida que puedes implementar como consumidor es optar por productos locales y de temporada -lo que puede reducir la huella hídrica relacionada con el transporte y el almacenamiento- y por alimentos que provengan de agricultura sostenible, que suele asociarse con prácticas de riego más responsables, lo que resulta en una mayor eficiencia en el consumo hídrico.

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Por último, y aunque parezca obvia, reducir al mínimo posible el desperdicio de alimentos. Cada vez que tiramos comida, estamos tirando también agua y, según estimaciones realizadas por la FAO en el año 2011, anualmente un tercio de los alimentos del mundo son desperdiciados o perdidos, lo que corresponde a aproximadamente 1.3 mil millones de toneladas de alimentos por año.

España desperdició una media de 61 kilos de alimentos por habitante en 2023

Y si bien la totalidad de esa cifra no se corresponde con nuestro comportamiento como consumidores (debido a que parte de los alimentos se pierden en fases previas), según datos de Eurostat, España tiró una media de 61 kilogramos de alimentos por habitante en 2023. A pesar de que este valor es alto, la buena noticia es que es menor que en años anteriores -lo que indica que se ha reducido el desperdicio- y que España se encuentra por debajo de la media europea.

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LOS IMPACTOS DEL DESPERDICIO DE LA COMIDA

Más allá del “la comida no se tira, que muchas personas pasan hambre en el mundo”que pueden haberte dicho cuando eras más pequeño, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura advierte que el desperdicio de alimentos tiene impactos constatados a nivel social, ambiental y económico.

En el ámbito social, esta entidad explica que el desperdicio reduce la cantidad de alimentos disponibles para el consumo en un momento en que la inseguridad alimentaria (incapacidad para conseguir alimentos en cantidades y calidades necesarias) está muy presente en el mundo. En España, más de seis millones de personas sufren inseguridad alimentaria, según datos de la oenegé Acción contra el Hambre; y 735 millones de personas en el mundo, atendiendo a Manos Unidas.

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Asimismo, el desperdicio de alimentos tiene una repercusión ambiental, de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) injustificadas e innecesarias y conduce a un uso ineficiente de energía, mano de obra, agua y otros recursos ambientales.

Igualmente, en el sentido económico, la FAO defiende que el desperdicio de alimentos supone una carga significativa de recursos económicos invertidos y la reducción de ingresos de los productores y otros actores de la cadena de valor. Sólo entre la cosecha y la distribución, esta entidad identificó, en el año 2019, que un 14% de los alimentos del mundo se perdían, con un valor estimado de 400.000 millones de dólares estadounidenses.

AL REDUCIR LA HUELLA HÍDRICA CONTRIBUYES A LOS OBJETIVOS DE LA AGENDA 2030

Tanto la reducción de la huella hídrica como del desperdicio de alimentos están íntimamente relacionados con varios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas. Por eso, al cambiar tus patrones de consumo puedes colaborar a algunos de los objetivos de la Agenda.

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La reducción del desperdicio de alimentos contribuye al Objetivo 2 (Hambre Cero); pero también al Objetivo 13 (Acción por el Clima). Asimismo, la reducción de la huella hídrica ayudan al Objetivo 6 (Agua limpia y saneamiento) y al Objetivo 13, ya mencionado. Además, en conjunto, este cambio en la forma de consumo fomenta el Objetivo 12 (Producción y Consumo Responsables).

Pero queda la otra parte, es importante destacar que, para alcanzar estos objetivos, no toda la responsabilidad recae en los consumidores, sino que es necesario que se implementen las políticas adecuadas. Nuestro aporte es limitado, pero aún así, cada acción sigue siendo importante; ya que son nuestras decisiones las que pueden acercarnos un paso más hacia ese futuro sostenible y equitativo que tanto ansía el planeta.

 

Fuente: National Geographic

redaccionqroo@diariocambio22.mx

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