Esta es la Hacienda donde Vive la Quinta Generación de Descendientes del Presidente Juárez

• Originalmente, la hacienda superaba las 22 mil hectáreas, sin embargo con la reforma agraria del presidente Luis Echeverría, que redujo sus dimensiones a 5 mil 500 hectáreas

Redacción/CAMBIO22

La hacienda de los descendientes de Benito Juárez en San Juan Pan de Arriba, San Diego de la Unión, en Guanajuato, es un testimonio vivo de la riqueza histórica y familiar que perdura a través del tiempo. Este lugar no solo sostiene la memoria del legado de una de las figuras más emblemáticas de México, sino que también revela una historia de adaptación y resiliencia frente a los cambios del país.

Con una extensión original que superaba las 22,000 hectáreas, la hacienda se dedicó a la crianza de más de 5 mil vacas y toros de lidia, dándole renombre en el mundo de la ganadería bajo el nombre de Ganadería Santacilia. Sin embargo, el patrimonio de la familia Obregón-Santacilia-Juárez enfrentó desafíos significativos con la reforma agraria del presidente Luis Echeverría, que redujo sus dimensiones a 5,500 hectáreas.

La historia de la hacienda se remonta a la época colonial, cuando frailes franciscanos sentaron las bases de lo que eventualmente se convertiría en el hogar de la familia. A lo largo de los siglos, la hacienda ha sido cuidadosamente mantenida, adaptándose a los cambios sin perder su esencia histórica.

La finca está estructurada alrededor de un patio central y conserva elementos tradicionales en sus instalaciones, como la cocina que guarda hornos de leña y una estética que remonta a los visitantes a otra época. Un elemento distintivo es una gran barrica de madera en donde se producía mezcal, un proceso facilitado por los murciélagos que habitan las altas vigas de madera de la hacienda y que contribuyen a la polinización de los magueyes.

La historia familiar también cuenta con momentos de fortuna inesperada, como cuando Franco Obregón Zárate, esposo de la primera nieta de Benito Juárez, resultó ganador de la lotería española, lo cual posibilitó significativas mejoras en la hacienda y el desarrollo de un sistema de riego avanzado para su época, gracias a la construcción de represas.

La hacienda también sirve como cápsula del tiempo familiar, con una terraza adaptada como habitación familiar donde cuelgan retratos y se despliega el árbol genealógico de la familia desde Benito Juárez hasta la actualidad, demostrando la importancia de la conservación del legado familiar.

A pesar de su rica historia y privacidad, la familia Obregón-Santacilia-Juárez contempla compartir este patrimonio con el mundo. Se planea abrir la hacienda al público como hotel y proyecto turístico, lo cual no solo beneficiaría a San Diego de la Unión y al estado de Guanajuato, sino que también permitiría a visitantes experimentar la riqueza histórica y natural de este lugar emblemático.

Convertir la hacienda en un destino turístico sería una forma de perpetuar y honrar la memoria de Benito Juárez y su familia, permitiendo a futuras generaciones conocer más de cerca la historia y cultura que han moldeado a México. La apertura de la hacienda representaría un fascinante capítulo nuevo para un lugar ya cargado de historia, tradición y memorias familiares.

La figura de Benito Juárez, uno de los líderes más venerados y reconocidos de México, no solo se ha mantenido presente a través de sus históricas contribuciones a la nación, sino también por medio de su descendencia, que se ha extendido ya hasta la quinta generación. Estos descendientes contemporáneos del expresidente han llevado adelante el legado de Juárez, destacando en diversas facetas de la vida pública y manteniendo vivos los valores y la memoria de su celebre antepasado.

Entre los miembros más destacados de esta generación se encuentra Rosa Elena Sánchez Juárez, tataranieta del Benemérito y parte de la quinta generación de la familia Juárez Maza. Su participación activa en eventos y homenajes dedicados a Benito Juárez la ha colocado como uno de los rostros más visibles en la preservación y promoción del legado juarista. Su labor como portavoz de la familia ante los medios de comunicación y diversos gobiernos de la República ha contribuido significativamente a que la historia y las enseñanzas de Juárez sigan resonando en el México contemporáneo.

Por otra parte, otra figura principal de esta generación es Luis Sainz Obregón, quien también ostenta la distinción de ser tataranieto de Juárez. Originario de Guanajuato, Sainz Obregón encarna la conexión de la familia con sus raíces, laborando incansablemente para mantener viva la herencia de su ilustre bisabuelo. Junto a su familia, ha sido un guardián de la memoria y los ideales juaristas, demostrando que el legado de Benito Juárez es más que un recordatorio del pasado; es un llamado constante a la integridad, la justicia y el patriotismo.

La continuidad de la familia Juárez más allá del Benemérito de las Américas testimonia la trascendencia de uno de los personajes más icónicos de la historia de México. A través de generaciones, los descendientes del expresidente han encontrado maneras de honrar y perpetuar su legado. En esta tarea, figuras como Rosa Elena Sánchez Juárez y Luis Sainz Obregón desempeñan un papel crucial, no solo como guardianes de la memoria histórica, sino también como ejemplos vivos de los principios y valores que Benito Juárez defendió durante su vida y gobierno.

Este vínculo vivo entre el pasado y el presente asegura que el impacto de Benito Juárez en México no se limite a los libros de historia o a las fechas conmemorativas, sino que continúe inspirando a nuevas generaciones a construir un futuro más justo e igualitario, en consonancia con el legado de uno de sus más grandes estadistas.