Por Redacción / CAMBIO 22

JOSÉ MARÍA MORELOS, 26 DE FEBRERO. – De los ocho invernaderos que alguna vez florecieron en José María Morelos, solo dos se aferran a la vida. Los demás, víctimas del abandono y la falta de inversión, se han convertido en esqueletos de metal y plástico, un triste recordatorio del potencial perdido.

Andrés Báez, un trabajador del invernadero de Dziuché, describe la desolación: techos inservibles, computadoras obsoletas, una lona que se desintegra con el tiempo. “Necesitamos que el gobierno voltee a ver los invernaderos”, implora, “se produce porque se produce, pero hay que invertirle dinero y trabajo”.

En Dziuché, la comunidad clama por cinco rollos de lona para cubrir los 14 arcos del invernadero. Un costo que parece pequeño comparado con la esperanza que podría revivir. Los invernaderos de Adolfo López Mateo, Dos Aguadas, Presumida, La Esperanza y San Antonio también esperan una mano amiga que los rescate del olvido.

Más allá de la inversión

La inversión es crucial, pero no es la única respuesta. Se necesita un compromiso sostenido para convertir estos invernaderos en oasis de productividad. Capacitación para los productores, acceso a tecnología moderna, estrategias de comercialización: son solo algunas piezas del rompecabezas.

Rescatar los invernaderos de José María Morelos no solo significa revitalizar la economía local, sino también alimentar la esperanza de un futuro más próspero. Un futuro donde la tierra vuelva a ser fértil, las cosechas abundantes y el trabajo del campo se traduzca en bienestar para las familias.

Un llamado a la acción

Es hora de que las autoridades, tanto municipales como estatales, escuchen el clamor de los productores. Es hora de convertir las promesas en acciones, de invertir en el presente y futuro de José María Morelos. Es hora de hacer florecer de nuevo los invernaderos.

 

redaccionqroo@diariocambio22.mx

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