Cesan a Ministeriales Corruptas y se Revela Complicidad Hasta las Más Altas Esferas de la FGE

Redacción/CAMBIO 22

CANCÚN, 5 de enero.- A través de vídeos se destapó la corrupción al interior de la Fiscalía General de Quintana Roo, en un giro alarmante se dio el despido de dos agentes de investigación de la FGE por apropiarse de dinero durante un cateo en un motel y que ha revelado una red más extensa de corrupción.

Esmeralda “N” y Sofía “N” fueron separadas de sus cargos tras la exhibición en redes sociales de un video que las muestra sustrayendo dinero en efectivo durante un operativo en el Hotel Paraíso 23, precisamente en la cercanía al centro en Cancún.

Mientras las miradas se centran en estas agentes, el incidente ha puesto en jaque la integridad de la corporación y, más aún, ha arrojado luz en la forma de operar sobre la prácticas generalizadas de corrupción en la Fiscalía, dejando en entredicho la eficacia y credibilidad de la institución en materia de inseguridad.

El cateo, originalmente destinado a rescatar a una menor de edad explotada sexualmente, reveló acciones inadmisibles de las agentes, pero también señaló una red de complicidad que llega a las altas esferas.

La gestión de este caso fue dirigida por el comandante Pablo Huerta Soto, bajo cuyo mando estaban Esmeralda y Sofía, quienes, según fuentes internas, operaban anteriormente en el área de inteligencia de la Fiscalía General de Quintana FGE.

Más alarmante aún es la supuesta connivencia de altos funcionarios, incluido el director general de la Policía de Investigación, Pedro León Toro, quien, según denuncias, recibía regularmente parte del “botín de guerra” de diferentes comandantes de las comandancias.

Se sugiere que este botín terminaba en manos del fiscal general “El Maestro” Raciel López Salazar a través de Pedro León Toro, exponiendo un entramado corrupto que alcanza niveles superiores.

Las acusaciones también apuntan al Fiscal General Raciel López Salazar, acusado en múltiples ocasiones de actos corruptos, aunque actualmente está tejiendo un velo de “integridad” para resguardar su imagen pública.

Se presume que ejerció presión sobre Sofía y Esmeralda para desviar la atención de sus propias acusaciones y perpetuar el enriquecimiento ilícito que ha caracterizado su trayectoria.

Este caso, más que una simple expulsión de agentes, destapa un entramado sistémico de corrupción que, según rumores y denuncias, está tolerado e incluso auspiciado por altos cargos en la Fiscalía.

La ciudadanía clama por una investigación exhaustiva que erradique esta red de complicidad y devuelva la confianza en las instituciones encargadas de la justicia y la seguridad pública.

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