Redacción/ CAMBIO 22

CHETUMAL, 7 de agosto. – Aunque no se ha hecho oficial el relevo en la policía de Othón P. Blanco, Martín Alberto Perea Marrufo, ya se fue del Estado y no realizó la entrega recepción, pero no es de sorprender, ya que, la llegada de Jesper Jovanni Pérez Azamar se hizo de forma oculta.

El mando arribó a la capital y comenzó a laborar sin que lo supiera la alcaldesa Yensunni Martínez Hernández, lo que evidencia el nulo control o respeto que le tienen, así como el desinterés de la presidente municipal por la corporación de seguridad que debería garantizar la paz en el municipio.

Jesper Jovanni Pérez Azamar ha sido descrito como un sujeto sobrado de ego, poco accesible y con poco interés en el trabajo que acaba de adquirir.

Pérez Azamar recibió la corporación en medio de constantes acosos y abusos sexuales entre los elementos. Donde la falta de un verdadero liderazgo ha provocado la violencia de género en un alto nivel, sin que las víctimas puedan hacer algo al respecto, pues de hacerlo, les causa una fuerte desacreditación y son relegadas, sobajadas y castigadas, lo anterior, por órdenes del director saliente Martín Alberto Perea Marrufo.

Al recibir la policía de Othón P. Blanco, lo hace con poco menos de 250 agentes activos en nómina, pero la mayoría son administrativos, pues la alcaldesa Yensunni Martínez Hernández ha designado a la mayoría a actividades de oficinas y para la protección de sus amistades, familiares y periodistas afines a sus intereses personales.

Además, el desinterés por el organismo de seguridad tiene enquistado como Director Administrativo a José López Cetina, incondicional de la presidenta municipal y cabe mencionar, que es el único que recibe “bono de compensación” pago mensual que, resulta muy elevado, respecto al que le fue retirado a los policías, el cual, cuando se los pagaban, era únicamente para completar su salario mensual.

La única vez que Martín Alberto Perea Marrufo salió a “trabajar”, fue de espectador en la ejecución de Mauricio Erales, mano derecha de Zurizaday Villaseñor Méndez, la semana pasada en la colonia David Gustavo Gutiérrez Ruiz, donde únicamente estuvo parado en el camellón central.

Como de costumbre, Perea Marrufo no hizo nada, únicamente a ver, mientras era escoltado por seis agentes, cuatro de la Secretaría de Marina Armada de México y dos policías municipales, que le servían para abrirle la puerta y conducirle, es decir, eran utilizados como servidumbre.

Como se dio a conocer, el anuncio de la salida de Alberto Perea Marrufo de la dirección de la Policía Municipal de Chetumal no sorprendió a muchos. Durante su gestión, la relación entre la corporación y la alcaldesa Yensunni Martínez Hernández estuvo marcada por el distanciamiento y la falta de una comunicación efectiva. Esta situación provocó tensiones dentro de la institución y un ambiente laboral poco favorable para los oficiales.

Y es que, el descontento entre los miembros de la policía municipal fue palpable, ya que, bajo la dirección de Perea Marrufo, se percibió un deterioro en su calidad de vida. La falta de liderazgo y la ausencia de un trabajo conjunto con la alcaldía llevaron a que los policías se sintieran desatendidos y poco valorados en su labor.

Durante la administración de Yensunni Martínez Hernández, los oficiales fueron relegados a un segundo plano y, en muchas ocasiones, únicamente para brindar protección a intereses personales de la alcaldesa y su círculo cercano. Esta situación afectó gravemente la imagen y confianza de la policía municipal en la comunidad.

El deterioro en la relación entre la corporación y la alcaldía también se reflejó en la percepción de que la ciudadanía temía de la policía. La falta de apoyo y reconocimiento hacia los oficiales reaparecerá una sensación de desconfianza y descontento entre los habitantes de Chetumal.

 

redaccion@diariocambio22.mx

RHM

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