La DEA se Convirtió en una Agencia de Investigación Poco Vigilada por el Gobierno de los Estados Unidos
17 Nov. 2022
Parte Dos
Redacción/CAMBIO 22
En la segunda parte del reportaje realizado por la agencia de noticias AP y divulgado por el periódico inglés The Independent, da cuenta de la escasa supervisión a la agencia antidrogas de los Estados Unidos y que ha provocado corrupción masiva en algunos de sus grupos de agentes encargados de investigar a los grandes carteles del narcotráfico.
Cada año, la DEA lava decenas de millones de dólares en representación de los cárteles de las drogas más violentos del mundo a través de empresas fantasmas.

La agencia ha defendido el uso de tales operaciones y señala investigaciones en el extranjero de larga duración como la llamada Operación “White Wash” (Lavado Blanco), que resultó en más de 100 arrestos y la incautación de más de 100 millones de dólares y una tonelada de cocaína.
Pero la DEA también ha enfrentado críticas por dejar fluir grandes cantidades de dinero, lo que permite que los cárteles continúen ejerciendo sus actividades. También por no monitorear y rastrear de cerca las operaciones encubiertas, lo cual dificulta la evaluación de los resultados.
Un informe del Inspector General del Departamento de Justicia de 2020 culpó a la DEA por no presentar informes anuales —desde al menos 2006— al Congreso sobre estas operaciones, conocidas como Operaciones Exentas del Fiscal General.
Ese reproche, junto con la vergüenza causada por la confesión de Irizarry, llevó a la nueva administradora de la DEA, Anne Milgram, a ordenar una revisión externa de las operaciones extranjeras de la agencia, la cual está en curso.

“En la gran mayoría de estas operaciones, nadie está vigilando”, dijo Bonnie Klapper, una exfiscal federal en Nueva York y crítica abierta del lavado de dinero de la DEA.
“En la operación de Irizarry, a nadie le importó cuánto dinero estaban lavando. A nadie le importó que no estuvieran armando casos. Nadie se ocupaba de la casa. No había controles”.
Rob Feitel, otro exfiscal federal, dijo que la supervisión laxa de la DEA facilitó la desviación de fondos para todo tipo de fines no aprobados.
Y mientras las incautaciones de dinero mantuvieran las estadísticas altas —un estándar bajo dado el abundante suministro—, se hicieron pocos cuestionamientos.
“Los otros agentes no son estúpidos. Sabían que no había controles y muchos de ellos podrían haber hecho lo que Irizarry hizo”, dijo Feitel, quien representa a un exagente de la DEA bajo escrutinio en la investigación.
“La línea que separa a Irizarry de los otros es que él lo hizo con ambas manos y lo hizo una y otra vez. No solo tocó el agua, se metió por completo”.

Irizarry, un policía aéreo encubierto y agente de la Patrulla Fronteriza antes de unirse a la DEA en 2009, dijo que aprendió los trucos de su trabajo cuando era novato de la DEA de los policías veteranos, muchos de los cuales trazaron sus orígenes a la ciudad de Nueva York en la década de 1990, cuando la cocaína inundó las calles estadounidenses.
Irizarry pasa del inglés al español con absoluta naturalidad, algo que perfeccionó tras años de trabajar entre los violentos traficantes de drogas y los fiscales de universidades de élite
Irizarry se crió sin un padre y tal vez por eso gravitó en torno a Diego Marín, un informante estadounidense de mucho tiempo conocido por los investigadores como el “Rey del Contrabando” de Colombia por supuestamente lavar el dinero de drogas mediante electrodomésticos y otros bienes importados.
Irizarry dice que Marín le enseñó mejor que cualquier agente podría haberlo hecho los matices del intercambio de pesos del mercado negro utilizado por los narcotraficantes a lo largo del mundo.
Irizarry aprovechó ese conocimiento para darse una vida de lujo que los fiscales dicen fue financiada con nueve millones de dólares que él y sus otros conspiradores colombianos desviaron de las investigaciones de lavado de dinero.
Aún más, Irizarry presentó informes falsos y ordenó al personal de la DEA que transfiriera el dinero programado para las operaciones encubiertas a las cuentas internacionales que él y sus asociados controlaban. Informantes frecuentes que recibieron una comisión considerable de cada transferencia de efectivo autorizada por la DEA también intervinieron para financiar parte de las parrandas en lo que equivalió a sobornos ilegales.
Los hábitos de gasto de Irizarry rápidamente comenzaron a imitar los gustos ostentosos de los narcotraficantes que tenía asignados como blancos, con derroches que incluyeron un anillo de diamantes Tiffany de 30.000 dólares para su esposa, autos deportivos de lujo y una casa de 767.000 dólares en la ciudad colombiana de Cartagena.
Viajaba en primera clase a Europa con equipaje de Louis Vuitton y un reloj de oro Hublot.

“Era muy bueno en lo que hacía, pero me convertí en alguien que no era… Me convertí en un hombre diferente”, dijo Irizarry. “Me enredé en el estilo de vida. Con los informantes y las fiestas”.
Irizarry sostiene que hasta el 90% de los viajes de trabajo del grupo fueron “falsos”, dictados por eventos deportivos y juerga, no trabajo real. Y dice que el dinero del gobierno de Estados Unidos que usó estaba justificado en los informes como “relacionado con el caso —pero ese es un término muy vago”.
Como ejemplo claro: un viaje en agosto de 2014 a Madrid para las finales de la Supercopa de España que fue cargado como un gasto de la Operación Lavado Blanco.
Pero aparte de las llamadas de cortesía a algunos policías españoles amistosos, había poco trabajo por hacer.
En cambio, dijo Irizarry, los agentes pasaron su tiempo en cenas en restaurantes costosos —acumularon una cuenta de 1.000 dólares en uno— y en asientos de cancha para el partido de campeonato entre el Real Madrid y el Atlético de Madrid.
Al grupo de agentes se unió en el partido Michael J. Garofola, entonces fiscal federal de Miami y exconcursante en “The Bachelorette”, quien publicó una foto con los pulgares hacia arriba en Instagram parado junto a Irizarry y otro agente —todos vestidos con camisetas blancas del Real Madrid.

“Empapándome al máximo de la cultura española antes de decir adiós”, publicó unos días después fuera de un pub.
Garofola también se unió a agentes, informantes de cárteles y otros en la capital dominicana de Santo Domingo en 2014 para una noche en un club de striptease llamado Doll House.
En un memorando al tribunal buscando reducir su sentencia, Irizarry recordó estar en la sala VIP con otro agente y Garofola, acumulando una cuenta de 2.300 dólares pagada por un violento emisario de Marín con un apodo igual de amenazante: Iguana.
Garofola afirma que los viajes incluían asuntos oficiales. También dijo que asumía que todo se pagaba con fondos de la DEA y que no tenía motivos para sospechar lo contrario.
“Hubo cosas sobre esos viajes que me hicieron preguntarme por qué estaba allí”, dijo Garofola a la AP. “Pero Irizarry me utilizó totalmente para ratificar este comportamiento. Yo era nuevo y verde y estaba ansioso por trabajar en casos de lavado de dinero. Me utilizó tan sólo por estar allí”.
Cuando Irizarry fue premiado con una transferencia a Cartagena, en 2015, la fiesta continuó. La piscina en la azotea del agente, con amplias vistas al océano, se convirtió en una parada obligatoria para los agentes y fiscales visitantes de los Estados Unidos.

Alguien a quien Irizarry recuerda haber visto es a Marisa Darden, una fiscal de Cleveland que viajó a Colombia en septiembre de 2017 y fue identificada por Irizarry por estar con dos agentes de la DEA a quienes observó tomando éxtasis en una reunión. Irizarry dice que no vio a Darden consumir drogas.
Las autoridades federales han tomado un gran interés en esa fiesta, e interrogaron a Irizarry al respecto este verano. Al menos un agente de la DEA que asistió ha sido puesto en licencia administrativa.
Darden se convirtió en socia en un bufete de abogados de altos vuelos en Cleveland, y el año pasado fue nominada por el presidente Joe Biden para ser la primera fiscal federal negra en el norte de Ohio.
Pero poco después de que fuera confirmada por el Senado, Darden se retiró abruptamente en mayo y citó solo “la importancia de priorizar a la familia”.
Darden se rehusó a responder preguntas de la AP, pero su abogado dijo en un comunicado que ella “cooperó plenamente” con la investigación federal sobre “la presunta actividad ilegal por parte de agentes federales”, una investigación distinta de la verificación de antecedentes del FBI que enfrentó en el proceso de confirmación.
“No hay evidencia de que ella participara en ninguna actividad ilegal”, escribió James Wooley, abogado de Darden, en un correo electrónico a la AP.
El senador estadounidense Sherrod Brown, el demócrata de Ohio que impulsó a Darden para el puesto, no estaba al tanto de las acusaciones durante el proceso de nominación, dijo su oficina, y si hubiera sabido “habría retirado su apoyo”.
Otra fiscal federal nombrada por Irizarry y entrevistada como parte de la investigación por agentes federales fue Monique Botero, quien recientemente fue promovida para encabezar la División de Narcóticos en la Oficina del Fiscal de los Estados Unidos en Miami.
Irizarry dijo a los investigadores, y a la AP, que Botero se unió a un grupo de agentes, informantes y prostitutas en una fiesta en un yate de lujo.
Si bien los abogados de Botero reconocen que ella estaba en el yate en septiembre de 2015, en lo que ella pensó que era un crucero organizado por la policía los abogados de Botero reconocen que ella estaba en el yate en septiembre de 2015, en lo que ella pensó que era un crucero organizado por la policía local, dicen que no vio ninguna actividad ilegal, ni informantes ni prostitutas.
“Irizarry ha admitido que mintió a todos los que lo rodeaban por varias razones perversas. Estas mentiras sobre Monique son parte de un patrón similar”, dijo su abogado, Benjamin Greenberg. “Es terrible que Monique esté siendo calumniada y difamada por alguien tan deshonesto como Irizarry”.
La caída de Irizarry fue tan repentina como inevitable: el aumento de un lujoso estilo de vida que levantó demasiadas cejas, incluso entre colegas dispuestos a ignorar también las reglas.
Eventualmente, fue traicionado por uno de sus confidentes más cercanos, un informante venezolano-estadounidense que confesó desviar fondos de las operaciones encubiertas y realizar pagos en efectivo al agente que avalaba su trabajo dentro de la misma agencia antidrogas.
“El problema de José es que llevó las cosas al punto de la estupidez y arruinó la fiesta para todos los demás”, dijo un abogado defensor que viajó con Irizarry y otros agentes. “Pero no hay duda de que no actuó solo”.
Desde su arresto, Irizarry ha escrito un libro —autopublicado— titulado “Getting Back On Track” (Regresando al camino correcto), como parte de un intento de responsabilizarse por sus errores y seguir un camino más simple y honrado después de causar tanta vergüenza a sí mismo y a su familia.
Recientemente, su esposa nacida en Colombia —quien se salvó de la cárcel por un cargo de lavado de dinero a cambio de la confesión de Irizarry—, le dijo que quería el divorcio.
Eso se añade a la desesperación de Irizarry de que él todavía es el único en pagar un precio tan alto por un patrón de mala conducta que dice que la DEA permitió que se desarrollara.
Hasta la fecha, los fiscales aún no han acusado a ningún otro agente, y varios excolegas se han retirado silenciosamente en lugar de soportar la desgracia de ser despedidos.
“Les he dicho a ellos todo lo que sé”, dijo Irizarry. “Todo lo que tienen que hacer es buscar”.
El periodista de The Associated Press Aritz Parra, en Madrid, contribuyó a este reportaje.
Fuente AP/The Independent
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