Rodolfo Escalante Carrillo “Don Fito”
19 Dic. 2025
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Fiel Custodio y Centinela del Tiempo en Valladolid
Redacción / CAMBIO 22
Shakespeare Rodolfo Escalante Carrillo (1928), cariñosamente conocido como “Don Fito”, fue por décadas el dedicado relojero encargado de cuidar y dar mantenimiento al antiguo reloj francés de la iglesia de San Servacio de Valladolid. Con paciencia, conocimiento y un profundo sentido de responsabilidad, veló por el buen funcionamiento de esa antigua y muy valiosa maquinaria que, más allá de marcar las horas, ha acompañado la vida cotidiana y la historia de la ciudad.
Durante más de sesenta años subió los 72 escalones que conducen al campanario para ajustar engranes, dar cuerda al mecanismo y corregir desfases, consciente de que cada campanada era parte del pulso de Valladolid. Su labor silenciosa y constante lo convirtió en un verdadero custodio del tiempo y en un personaje entrañable de la memoria vallisoletana.

Un poco de historia de nuestro reloj público.
Más de 150 años de actividad de la maquinaria francesa.
El reloj público del templo de San Servacio, silencioso testigo del paso del tiempo ha acompañado a varias generaciones de vallisoletanos marcando no sólo las horas, sino también la historia misma de la ciudad.
En el año de 1871, siendo gobernador del estado don Manuel Cirerol, se adquirieron en el extranjero dos modernos relojes públicos de una sola carátula: uno destinado a la ciudad de Mérida y otro a Valladolid. El primero fue comprado a una empresa inglesa, mientras que el segundo —el nuestro— fue fabricado en Francia por la casa Collin y Wagner.

El reloj vallisoletano cuenta con una carátula de más de un metro de diámetro y un sistema de campanas que permite anunciar las horas, medias y cuartos, audible en buena parte de la ciudad. Fue instalado en la caseta construida exprofeso entre las torres del templo de San Servacio y puesto en servicio a las 8 de la noche del 26 de noviembre de 1871 como informó el jefe político Antonio Espinosa (en noviembre pasado cumplió 154 años de haber sido instalado). Se dispuso en la caseta que se levantó entre las torres de la iglesia y se distingue por ser el reloj mecánico en marcha de mayor antigüedad en la región.
En 1907 se realizó la primera limpieza importante de la maquinaria. Durante esos trabajos se rompió el cristal de la carátula, el cual fue reemplazado con grandes dificultades. Sin embargo, poco tiempo después, en 1910, durante los primeros acontecimientos de la Revolución Mexicana, el cristal volvió a romperse a consecuencia de los impactos de bala de los rifles Mauser del Ejército Federal, al intentar acallar al heroico cornetero Chocabá.

Durante la década de los años veinte del siglo pasado existen reportes del funcionamiento errático del mecanismo. Gracias a las gestiones del gobernador José María Iturralde Traconis, el reloj fue trasladado a la capital del estado para su reparación. En ese periodo se pintó la caseta y se incorporó iluminación eléctrica, lo que permitió distinguir la hora durante la noche.
Después de varios años sin registros precisos, en 1994 se documenta la ruptura de una de las cuerdas de las campanas, lo que impidió que el reloj siguiera siendo audible. El problema fue resuelto por don Fito, cuando se realizaron ajustes y labores de mantenimiento. El 8 de febrero de ese año, tras permanecer 38 días inhabilitado, el reloj volvió a funcionar.

Mención especial merece don Rodolfo Escalante Carrillo, como señalé en las primeras líneas, ya que fue durante muchas décadas el celoso custodio del reloj público de nuestra ciudad. Relojero de oficio, heredado de su padre Rodolfo Escalante Dávalos, originario del estado de Coahuila, don Fito inició su taller de relojería en 1948, a escasos pasos de la plaza principal, cuando contaba con apenas veinte años. No obstante, desde los trece ya conocía el oficio gracias a las enseñanzas paternas.
Desde 1950, don Fito fue responsable de dar cuerda al reloj cada cinco días y de velar por su correcto funcionamiento. Con su trabajo honesto y constante, al lado de su esposa, la distinguida dama Nelly Rosado Centeno, logró formar y sacar adelante a su familia, convirtiéndose en un ejemplo de dedicación y responsabilidad.
Sean estas líneas un homenaje de gratitud a ese caballeroso y sencillo vallisoletano que, próximo a cumplir 98 años, sigue siendo símbolo de trabajo, constancia y profundo amor por la historia de su ciudad.
Fuente: Facebook (Archivo Fotografico-Valladolid)
GPC/RCM




















