• Del 31 de octubre al 2 de noviembre, los mayas recuerdan a sus difuntos con ofrendas, mucbipollos y rezos bajo los árboles del patio.

 

  • La tradición ancestral del Janal Pixan reafirma la conexión espiritual entre las familias y sus seres queridos que “vuelven” por unos días al hoga.

 

Renán Castro Hernández/ CAMBIO 22

Tizimín, Yuc., 31 de octubre.– En el corazón del pueblo maya, el Janal Pixan o “comida de las ánimas” vuelve a llenar los patios de Yucatán con aroma a pib, velas encendidas y flores silvestres. Esta tradición ancestral, profundamente arraigada en la cultura yucateca, se celebra del 31 de octubre al 2 de noviembre para honrar la memoria de los difuntos que, según la creencia, reciben permiso para visitar a sus familiares durante estos días.

El primer día, u janal palal, está dedicado a los niños fallecidos y se distingue por los colores alegres, dulces y juguetes colocados en los altares.

El segundo, u janal nucuch uinicoob, honra a los adultos difuntos, mientras que el tercero, u janal pixanoob, conocido también como misa pixan, culmina con una ceremonia religiosa en el cementerio.

En cada hogar, los altares se preparan con esmero, se colocan velas, flores de xpujuc y xtés, fotografías y los platillos favoritos de los difuntos.

Las familias comparten el tradicional mucbipollo, conocido también como pib, un tamal gigante de maíz relleno de carne de cerdo y pollo, cocido bajo tierra en hornos de piedra y cubierto con hojas de plátano.

Junto a él se ofrecen jícamas, naranjas, dulces de papaya y el sagrado balché, bebida fermentada que simboliza el vínculo entre el mundo terrenal y el espiritual.

En muchas comunidades, las noches se iluminan con hileras de velas encendidas a lo largo de las albarradas y puertas de las casas, para guiar el camino de las almas que visitan y luego parten.

Una semana después, se celebra el bix, la llamada “octava”, donde las familias repiten de forma sencilla los rezos y las comidas, despidiendo a las ánimas que regresan a su descanso eterno.

Aunque con el paso del tiempo se han incorporado elementos como el pan de muerto y las calaveras de azúcar del centro del país, el Janal Pixan mantiene su esencia maya, un tributo íntimo, lleno de aromas, colores y fe, que reafirma el respeto y amor de los yucatecos por sus raíces y por quienes ya no están, pero cada año regresan para compartir la mesa familiar.

 

 

Con información del Sistema de Noticias CAMBIO 22

cambio22digitalcun@gmail.com

RHM/GCH

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