Amaro Bautista, activista y referente del movimiento ballroom, explica cómo el voguing se convirtió en un refugio de identidad, expresión y libertad para cientos de jóvenes en el país

 

 

El performer organiza el Ball Tacones Lejanos en el Centro Cultural de España, inspirado en Almodóvar, como homenaje a una década de inclusión, cultura y resiliencia queer en México

 

Redacción/ CAMBIO22

En las avenidas, en las banquetas, en las tiendas… en todas partes de la ciudad, Amaro Bautista, alias “La Chula Zapata”, siente el peso de las miradas. Piensa que tal vez las personas lo miren sorprendidos, con admiración o quizás con burla, pero por lo regular, dice, es con odio.

Está cansado de lidiar todos los días con esto, incluso teme que un día no pueda llegar a casa, pues siente que su vida, a diario, está en peligro. En entrevista, Amaro expresa su preocupación en cuanto a la inclusión, debido a que considera que la sociedad está dando un paso atrás en este tema.

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“Antes, podía vestirme como quisiera o de manera quizás más femenina, pero me cansé de estar lidiando con las miradas, es un poquito incómodo. Entonces, pues ya lo hago a veces sí y a veces no. Pero siempre voy así travestida, o sea, nunca como drag, sólo travesti.

“Sigo conservando mi bigote, pero llevo aretes, me pongo tacones, soy como un género fluido, y pues los demás no saben qué soy. Actualmente, cuando me visto así, sólo busco a la gente con la que me siento seguro. Y si estoy con ellos, pues voy a los tacos y salimos a bailar pero juntas, o sea, como que si yo voy sola me cuestiono o no me siento con la energía suficiente para enfrentar los juicios hacia mí”.

Amaro piensa que como sociedad hemos avanzado en algunos temas de derechos, pero que los discursos políticos aquí y en otros países han cambiado, resaltando de nuevo valores familiares, o que sólo hay dos géneros. “Somos más visibles, la gente empieza a discriminarnos de manera más directa, más violenta, escudándose en esos discursos y atacando directamente a la comunidad LGBTQ+”, dice.

Considera que los crímenes de odio siguen ahí, y que por ello seguimos siendo el segundo país con más crímenes de odio. “Entonces una sale a la calle y se enfrenta al peligro pensando en quizás no voy a regresar a mi casa”.

Del Ballroom al mainstream

Al hablar de grupos en los que puede sentirse seguroAmaro habla de uno en específico donde se siente libre, al igual que una gran cantidad de personas de la comunidad LGBTQ+, los Ballrooms, espacios donde se practica el voguing.

Amaro identifica un grupo específico dentro de la comunidad LGBTQ+ donde encuentra libertad y seguridad: los Ballrooms, reconocidos por la práctica del voguing

El voguing nació en los años sesentas y setentas, en Harlem, Nueva York, dentro de los llamados Ballrooms, espacios seguros creados por las comunidades afroamericanas y latinas LGBTQ+ —en su mayoría personas trans y drag queens— que eran marginadas de los concursos de belleza y del mundo del espectáculo tradicional.

En esos Balls, los participantes desfilaban y competían por trofeos representando “casas” (familias elegidas con madres o padres que guiaban a sus miembros). Ahí surgió el voguing, baile considerado como una forma de expresiónresistencia y orgullo. Su nombre viene de la revista Vogue, pues los bailarines imitaban las poses angulosas y elegantes de las modelos de moda, pero con una energía mucho más intensa y teatral.

En 1990, Madonna lanzó su icónica canción “Vogue”, inspirada directamente en el estilo de baile que conoció gracias a su amistad con José y Luis Xtravaganza, miembros de la House of Xtravaganza, una de las casas legendarias de los Ballrooms de Nueva York. Ellos le enseñaron los movimientos y la introdujeron en esa escena underground.

Este concepto urbano tuvo un auge importante en los últimos años, gracias a la serie Pose de Netflix, inspirada en esta tendencia.

“Después del éxito de la serie Pose, en México algunos bailarines y bailarinas comienzan a interesarse por el Voguing. Viajan y lo conocen a partir de 2013 o 2014. Fue hasta 2015 cuando inicia este movimiento en nuestro país. Lo comienzan a bailar algunas personas, entre ellas Annia Cabañas, mejor conocida como Annia Ninja, quien es de las primeras que comienza a enseñarlo aquí”.

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Después del éxito de la serie Pose, en México algunos bailarines y bailarinas comienzan a interesarse por el Voguing, conociéndolo a partir de 2013 o 2014 y empezando el movimiento formalmente en 2015

Poco después, “La Chula” se integra a este género dancístico convirtiéndose en un miembro activo de la comunidad del voguing, y describe algunos aspectos que son diferentes a los originales de Estados Unidos.

“En 2015 comienzan a hacer prácticas públicas atrás del Hemiciclo Juárez, ahí en el centro, en la Alameda y también en el bar La Purísima, sobre República de Cuba. Así comienza a haber más espacios para bailar voguing, empiezan a practicarlo a través de los videos de YouTube o de las clases que habían tomado las propias personas que fueron a Estados Unidos y fue así como se empezó a crear una gran comunidad voguing en México.

“Lo que los diferencia de los originales es la parte de las “casas’, que a diferencia de Nueva York, aquí no son espacios físicos, pero sí existen las ‘madrex’ o ‘padrex’, denominados así por el lenguaje inclusivo; sin embargo no dan alojamiento a personas de la comunidad a manera de hospicio, pero sí se encargan de inculcar el baile como una manera de cultura cívica.

“Es un líder que guía a las otras personas desde varios aspectos. Primero forman las ‘casas’, que funcionan no sólo como un espacio de entrenamiento sino a su vez, como una agrupación de amigos que entrenan juntos, y conforme pasa el tiempo se empiezan a convertir en una red de apoyo e incluso en una familia. Así, el lazo pues se vuelve más fuerte”.

“Lo que los diferencia de los originales es la parte de las “casas’, que a diferencia de Nueva York, aquí no son espacios físicos, pero sí existen las ‘madrex’ o ‘padrex’, denominados así por el lenguaje inclusivo; sin embargo no dan alojamiento a personas de la comunidad a manera de hospicio, pero sí se encargan de inculcar el baile como una manera de cultura cívica.

“Es un líder que guía a las otras personas desde varios aspectos. Primero forman las ‘casas’, que funcionan no sólo como un espacio de entrenamiento sino a su vez, como una agrupación de amigos que entrenan juntos, y conforme pasa el tiempo se empiezan a convertir en una red de apoyo e incluso en una familia. Así, el lazo pues se vuelve más fuerte”.

 

 

Fuente: El Sol de México

redaccion@diariocambio22.mx

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