México Enfrenta Una Ola de Ciberataques Que Expone Su Débil Blindaje Digital Ante La Expansión Tecnológica
29 Oct. 2025
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El país vive un aumento récord de incidentes cibernéticos impulsados por inteligencia artificial mientras la conectividad avanza más rápido que la protección institucional
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Expertos urgen una estrategia nacional que combine legislación, inversión y educación digital para frenar el dominio del ciberdelito y proteger la soberanía tecnológica
Redacción / CAMBIO 22
“Nos conectamos, luego nos atacan” podría ser la sentencia no dicha que señala lo esencial del régimen de visibilidad digital de una nación que avanza sin blindaje suficiente. En México la digitalización galopa; la protección, cojea.
La disrupción digital, que en muchos países es sinónimo de oportunidad, en el caso de México se entrelaza con un legado de rezagos institucionales y vulnerabilidades pre-existentes. Desde que la conectividad pasó de ser lujo a derecho, y más aún, soporte estructural de la economía, la superficie de ataque creció exponencialmente. Según datos del Banco Mundial, el porcentaje de ciudadanos mexicanos con acceso a Internet escaló de apenas ~5 % en el año 2000 a más del 70 % hacia 2020.
La ciberseguridad en México se vuelve cada vez más crucial a medida que más personas se conectan a internet.

De acuerdo con el Informe de Amenazas del Tercer Trimestre de 2025 de Gen, la confianza digital está bajo ataque. El estudio registró más de 140 000 sitios de phishing generados por inteligencia artificial y un incremento del 82 % en incidentes de violación de seguridad entre julio y septiembre de 2025. México aparece entre los países más afectados por esta nueva ola de ciberdelitos, donde la automatización y la IA se combinan para producir estafas de gran escala y precisión. La advertencia es clara: los delincuentes digitales ya dominan la velocidad de la máquina.
La preocupación por la ciberseguridad en México ha aumentado significativamente en los últimos años.
Pero crecer digitalmente no solo implica ampliar servicios o procesos: implica asumir que la información, el flujo de datos, los sistemas conectados, forman parte del nuevo tejido crítico del Estado, de la sociedad y de la economía. Y en ese tejido, los fallos serán caros.
La ciberseguridad en México es un tema de vital importancia para proteger nuestros datos personales.
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Las amenazas visibles: anatomía de los ataques en México
Las iniciativas de ciberseguridad en México buscan mitigar los ataques cibernéticos de manera efectiva.
El país vive un momento de tensión alta. Por ejemplo, en 2024 se registraron más de 324 mil millones de intentos de ciberataques dirigidos a México, lo que lo posicionó como el país más atacado de América Latina. En paralelo, otro reporte indica que los ataques crecieron un 78 % en un solo trimestre; la infraestructura de ciberseguridad sigue sin estar a la altura de la ofensiva.
Entre las amenazas más frecuentes se encuentran:
La implementación de estrategias de ciberseguridad en México es fundamental para la protección de la información.

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Phishing: sigue siendo uno de los vectores principales de fraude. Se estima que cerca del 70 % de los ciberataques emplean phishing.
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Ransomware: malware que cifra archivos o sistemas completos y exige rescate; muchas empresas mexicanas han visto sus operaciones detenidas.
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Suplantación de identidad y acceso no autorizado: En México, según un estudio, 17 % de la población fue víctima de ciberdelito en los últimos 12 meses; los ataques a redes sociales, correos y dispositivos están entre los más frecuentes.
Es vital que tanto el gobierno como las empresas colaboren en la ciberseguridad en México.
En lo técnico, esta combinación de volumen altísimo de intentos + vectores comunes + objetivos heterogéneos (empresas, gobierno, ciudadanos), supone que la resiliencia nacional se pone a prueba y la respuesta institucional y concertada sigue siendo fragmentaria.
Marco institucional y legislativo: rezagos y avances
La falta de una legislación robusta afecta a la ciberseguridad en México, lo que representa un riesgo significativo.
En el ámbito legal y regulatorio, la situación es compleja. Se reconoce que México no cuenta aún con una ley federal integral de ciberseguridad que abarque todos los sectores, legalidad que en otros países ya está operando. En ese mismo marco, el índice de seguridad cibernética global coloca a México en el lugar 84 lugar de 160 con apenas 37.66 puntos de 100.
No obstante, hay avances institucionales: la creación, en enero de 2025, de la Dirección General de Ciberseguridad adscrita a la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones, demuestra una apuesta estatal por coordinar la gestión de ciberriesgos.
El reto es doble: por un lado, adecuar el marco legislativo a estándares internacionales; por otro, dotar de recursos, talento técnico y mecanismos operativos eficientes a las instancias, para que las normas no queden solo en papeles. Aquí, lo decisivo es que la estructura de gobernanza evolucione en paralelo al alza de las amenazas.

Sector empresarial y mercado interno de ciberseguridad
En lo económico, el mercado mexicano de ciberseguridad está en crecimiento: se estima que el mercado alcanzará 2.80 mil millones de USD para 2025 y luego crecerá a 4.85 mil millones para 2030, impulsado por la ola de digitalización, el nearshoring y los requerimientos regulatorios.
El crecimiento del mercado de ciberseguridad en México refleja la creciente conciencia sobre la importancia de proteger datos.
Sin embargo, ese crecimiento se ve limitado por dos cuellos de botella fundamentales: la escasez de talento calificado y las limitaciones presupuestales, sobre todo en el ámbito público y en las pequeñas y medianas empresas (PYMEs). Las grandes empresas concentran la mayoría de gasto en seguridad, mientras que muchas PYMEs están rezagadas y son objetivos vulnerables.
En ese contexto, la cultura de seguridad, la inversión preventiva (no solo reactiva) y la colaboración privada-pública se vuelven piezas esenciales para cerrar la brecha.
Dimensión ética, social y de ciudadanía digital
La ciberseguridad en México también involucra a los ciudadanos en la protección de su información personal.
El problema no es únicamente técnico o empresarial: como recuerda que la ciudadanía, en su uso cotidiano de dispositivos, redes sociales, banca digital, también participa de la superficie de riesgo. Las campañas de sensibilización de la Guardia Nacional, a través de su iniciativa de “ciberseguridad ciudadana”, lo reconocen al abordar fenómenos como la sextorsión, la suplantación de identidad o la desinformación.
Ese plano social revela dos tensiones: primero, que la vulnerabilidad ciudadana es real y cuantiosa; segundo, que la educación digital se queda atrás frente a la sofisticación del ataque. El registro de que casi uno de cada tres usuarios ha recibido un mensaje sospechoso o conoce a alguien que cayó en una estafa digital lo atestigua.
En el plano ético, la cuestión no se reduce a “evite hacer clic” sino a cómo una sociedad que aspira al derecho a la información, al acceso digital, también se equipa con filtros, herramientas de defensa, y una conciencia crítica del entorno. De lo contrario, la conectividad se convierte en una trampa.
La educación sobre ciberseguridad en México es clave para reducir la vulnerabilidad de los ciudadanos.
Estética del riesgo: la industria, el Estado y la hegemonía de la vulnerabilidad
Si desarrollamos una lectura estética y crítica del escenario, vemos una dialéctica donde el avance tecnológico funciona como doble filo: habilita servicios y productividad, al tiempo que expone fragilidades estructurales. En el plano industrial, la adopción de tecnologías en la nube, el boom del nearshoring, la interconectividad de cadenas de suministro globales en México intensifican la superficie de ataque.
En el plano estatal, la soberanía digital se convierte en un criterio de poder y de riesgo: los sistemas del gobierno, la infraestructura crítica, los datos de millones de ciudadanos son blancos de alto valor. Cuando la gobernanza no avanza al ritmo de la digitalización, el déficit estructural se visibiliza.
La hegemonía de la vulnerabilidad ya no es solo un cliché: cuando en América Latina México concentra más de la mitad de los ataques informados, como reporta una fuente sobre el primer semestre de 2024, la vulnerabilidad se vuelve un elemento definitorio.
Hacia dónde ir: orientaciones estratégicas
Las orientaciones estratégicas para mejorar la ciberseguridad en México son necesarias en el contexto actual.
Para revertir esta situación, o al menos no quedar atrapados en ella, conviene apuntar hacia cuatro líneas paralelas:
Se deben considerar protocolos más estrictos para fortalecer la ciberseguridad en México.
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Marcado impulso legislativo y regulatorio: aprobar una ley de ciberseguridad que defina obligaciones claras para el sector público, privado y la ciudadanía; armonizar normas de protección de datos; establecer plazos de reporte de incidentes.
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Fortalecimiento institucional: dotar de recursos (técnicos, humanos, financieros) a los cuerpos especializados —por ejemplo al CIRT nacional—; fomentar la cooperación internacional; promover auditorías, simulacros y ejercicios de resiliencia.
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Cultura de seguridad para empresas y ciudadanos: no basta con tecnología, hace falta educación digital, concienciación, adopción de buenas prácticas (actualización de sistemas, autenticación multifactor, cifrado). Estudios señalan que menos del 70 % de las empresas mexicanas implementan actualizaciones o autenticaciones avanzadas.
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Inversión en talento y tecnología: impulsar la formación especializada en ciberseguridad, atraer talento, fomentar la industria local de servicios; también adoptar tecnologías emergentes (inteligencia artificial defensiva, nube segura) para contrarrestar amenazas cada vez más sofisticadas.
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La inversión en talento humano es esencial para la ciberseguridad en México a largo plazo.
Cuando decimos que “nos conectamos, luego nos atacan” no lo hacemos en tono fatalista sino como advertencia crítica. La conectividad es un logro; la desprotección, un riesgo estructural. En México, la ciberseguridad ya no es una opción marginal sino condición de viabilidad: de la economía, del Estado, de la vida ciudadana digital.
La ciberseguridad en México se ha convertido en un tema de discusión constante en los foros internacionales.
El informe de Gen Digital, matriz de Norton, Avast y LifeLock, ofrece un panorama exhaustivo sobre cómo la inteligencia artificial está reconfigurando tanto las amenazas como las defensas. Su Informe de Amenazas del Tercer Trimestre de 2025 invita a una reflexión estratégica: la ciberseguridad no es solo una herramienta técnica, sino una forma de soberanía digital. Consultar el reporte completo permite dimensionar la magnitud del desafío y las vías concretas para construir una protección más humana en tiempos de algoritmos.
Las empresas deben entender la ciberseguridad en México como una inversión y no como un gasto.
Se necesita, sin demoras, pasar de la reacción al diseño estratégico, de la fragmentación a la articulación institucional, de la vulnerabilidad resignada a la resiliencia proactiva. Sólo así el entramado digital mexicano podrá dejar de ser terreno de ofensiva para convertirse en plataforma de fortaleza.
La colaboración entre sectores es vital para mejorar la ciberseguridad en México y reducir riesgos.
El paisaje de la interconectividad resultará tan seguro como lo queramos hacerlo.
El panorama de la ciberseguridad en México depende de los esfuerzos conjuntos de todos los involucrados.
Fuente: Código Espagueti
KXL/GCH




















