Zhang Siempre Estuvo en Cuba
23 Oct. 2025
Jorge Fernández Menéndez / CAMBIO 22
Fue detenido en Cuba el narcotraficante de origen chino Zhi Dong Zhang, que en julio pasado se escapó, con una extraña laxitud de jueces, guardias y ministerios públicos, de su casa en México, donde guardaba prisión domiciliaria. La noticia profundiza en todo lo oscuro que rodea el caso de este personaje que era, se supone, unos de los principales engranajes de la operación de importación de fentanilo puro desde China para los cárteles mexicanos.
Se dice que Cuba detuvo a Zhang el día de ayer, pero ya desde agosto pasado publicamos aquí que estaba protegido en Cuba, donde había llegado días después de fugarse de México.
Zhang no es un personaje cualquiera en el mundo del crimen organizado: es considerado uno de los principales proveedores de fentanilo y otros precursores chinos para las organizaciones criminales, tanto de Sinaloa como del CJNG, pero tiene un peso preponderante con el grupo de Nemesio Oseguera El Mencho. En la acusación que tiene ante un tribunal de Atlanta se le acusa de haber introducido a Estados Unidos, sólo en un año, mil kilogramos de cocaína, mil 800 de fentanilo y 600 kilogramos de metanfetaminas. Pero su principal papel lo juega en la relación de los cárteles mexicanos con China.

Todo en torno a su fuga fue desconcertante. Al ser detenido, en noviembre de 2024, fue ingresado al Reclusorio Sur de la Ciudad de México, pero el juez de control, a pedido de Zhang, cambió la prisión oficiosa por prisión domiciliaria en su propia casa, una medida insólita para un narcotraficante de ese nivel y que era reclamado por Estados Unidos. Ahí era custodiado por elementos de la Guardia Nacional y de la FGR. Nadie tomó en cuenta que la casa de junto también era propiedad de Zhang, que hizo un pasadizo entre ambas casas, cruzó a la otra vivienda y se fue, literalmente, caminando. Una fuga tan inverosímil por la suma de negligencias como la propia decisión de otorgarle prisión domiciliaria.
Pero desde entonces contábamos, también en agosto, que fuentes de inteligencia de Estados Unidos aseguraban que Zhang había abandonado México inmediatamente después de su fuga y llegó, unos dicen que a Nicaragua y, otros, a Panamá. De ahí viajó a Cuba, donde estuvo protegido por el gobierno. Se hicieron en ese momento consultas con la seguridad cubana y éstos no negaron ni aceptaron la presencia de ese personaje en su territorio.
La pregunta es por qué tardaron tres meses en “detenerlo”. Me imagino que la seguridad cubana debe haber estado sacándole información a Zhang desde el momento que llegó a la isla y evaluando si lo entregaban o no. Por alguna razón, tres meses después aceptaron lo que ya habíamos adelantado, que estaba en Cuba y anunciaron que estaba detenido. La pregunta es qué pasó en esos tres meses, cómo se fugó de México, quién lo apoyó no sólo para que tuviera prisión domiciliaria y para fugarse, sino también para salir con tanta facilidad del país; cómo llegó a Cuba y por qué y cómo ahora podría ser regresado a México.
Por lo pronto, han tenido meses para dejarle en claro a este personaje qué tendrá que declarar en relación con su actividad en México, sus socios en nuestro país y en China, y sobre la forma en que opera el tráfico de fentanilo. Y, finalmente, veremos si termina siendo entregado a Estados Unidos, que es donde tiene las principales acusaciones en su contra.

El tema, venimos diciendo desde hace meses, tiene una tracción real en la agenda bilateral de seguridad, porque no se trata sólo de que se hayan vulnerado normas procesales y de custodia, sino también de apoyo para su salida de territorio nacional y de su llegada y protección en Cuba.
Hay que insistir en que hay acuerdos extraños, poco transparentes, con Cuba (que se remontan a la época de Amado Carrillo, en los 90, cuando el llamado Señor de los Cielos pasó largas temporadas haciendo negocios en y desde la isla, protegido por las autoridades cubanas) y con Venezuela, cuyos cárteles son socios de los nuestros. Acuerdos que dañan nuestra política exterior, la tornan contraria a nuestros intereses y nos ponen en la mira de Estados Unidos y de la administración Trump, que es, hay que recordarlo, nuestro principal socio comercial vía el T-MEC. Acuerdos de seguridad, de regalo de crudo, de contratación de médicos, de aprovisionamiento de productos básicos a Venezuela y complicidad diplomática. Todo eso afecta la relación con el gobierno de Trump que, además, tiene a los cárteles y al tráfico de fentanilo como una de sus prioridades en política exterior. Sigamos defendiendo y financiando a Maduro y a Díaz-Canel.
CIBERSEGURIDAD EN DEFENSA
Me dicen fuentes altamente calificadas en la Defensa Nacional, con relación a lo que publicamos esta semana respecto a las fallas de la ciberseguridad en los sistemas del gobierno federal, que el robo de información de Guacamaya no fue porque no hubiera programas de ciberseguridad suficientes en la Defensa Nacional, sino que se dio por un error humano: un oficial a cargo no instaló un parche de seguridad que dejó una vulnerabilidad en el sistema por el que se colaron los hackers. Aseguran que tienen sistemas eficientes y sofisticados. En el último año han aumentado, dicen, el presupuesto de ciberseguridad de la secretaría hasta los 125 millones de pesos, en 2024 eran 95 millones.
GPC/RCM





















