Huawei Transforma el Golpe del Veto de EE. UU. en una Revolución de Salud Digital
19 Oct. 2025
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Tras las sanciones de Donald Trump y la pérdida de acceso a Google y semiconductores, la empresa china apostó por wearables y sistemas médicos impulsados por inteligencia artificial
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Con más de 200 millones de dispositivos vendidos y presencia en 110 países, Huawei convierte la tecnología de consumo en una red global de prevención y monitoreo de salud
Redacción/CAMBIO 22
SHENZHEN/GUADALAJARA. En 2023, un hombre en el este de China, aparentemente sano, comenzó a recibir alertas insistentes en su reloj inteligente Huawei. El dispositivo registró variaciones en su presión arterial y le sugirió acudir al médico. Cuatro días después, el hospital local confirmó lo que el reloj había anticipado: hipertensión severa. Fue tratado a tiempo.
La anécdota circuló de oficina en oficina hasta convertirse en un caso de estudio dentro de la compañía. No era solo una historia sobre sensores y algoritmos, sino la evidencia de un cambio profundo. “Nuestro objetivo es promover toda la industria de la salud”, dice Li Changzhu, director de Estrategia del Equipo de Salud de Huawei, desde la sede central de la empresa, al sur de China.
En sus palabras se resume la nueva apuesta de una corporación que, tras años de sanciones de Estados Unidos y crecimiento tecnológico ininterrumpido, decidió trasladar su poder de innovación al cuerpo humano: del chip al pulso, del servidor a la presión arterial.
Han pasado más de seis años desde que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, declaró una “emergencia nacional” sobre la seguridad de las comunicaciones y lanzó el programa Red Limpia (Clean Network), que vetó a empresas chinas como Huawei.
La medida provocó un desplome en los envíos de teléfonos inteligentes entre 2020 y 2021 y obligó a la compañía a replantear su estrategia global. Sin chips, sin Google y con sus socios occidentales bajo presión, Huawei se enfrentó a una disyuntiva existencial. Una de las respuestas fue una reorientación hacia la salud digital.
Desde hace más de un lustro, Huawei ha destinado cada vez más recursos al desarrollo de wearables, dispositivos que se llevan en el cuerpo y registran información fisiológica. En junio de 2025, la empresa superó los 200 millones de unidades enviadas a nivel global, más de una década después del lanzamiento de su primer modelo.

México se ha convertido en uno de los principales mercados internacionales, junto con China e India. De acuerdo con IDC, Huawei ocupa el primer lugar mundial en ventas de dispositivos de muñeca durante tres trimestres consecutivos, con una participación global superior al 20 por ciento.
Li Changzhu explica que el verdadero propósito no es vender relojes, sino construir un ecosistema. “Debemos brindar servicios de salud basados en los datos generados por un reloj inteligente, porque estos dispositivos registran el movimiento, el sueño y hasta el estado de ánimo del usuario”, señala.
Esa visión ha llevado a Huawei a convertir los wearables en un pilar de su estrategia de consumo. Según el Informe Anual 2024, este segmento ha mostrado un crecimiento sostenido desde 2014 y se ha convertido en un componente esencial del negocio de la empresa.
Los datos internos de Huawei indican que sus relojes y bandas inteligentes son bestsellers en más de diez países y regiones fuera de China, y que durante tres trimestres consecutivos los envíos se ubicaron en el primer lugar mundial. Aun así, la proporción de ventas de wearables sigue siendo inferior al cinco por ciento del total de ingresos. “Esto significa que todavía no son una necesidad de salud para la población”, admite Li. “Por eso debemos cooperar con instituciones y construir un ecosistema que ofrezca mejores servicios”.
Debemos brindar servicios de salud basados en los datos generados por un reloj inteligente, porque estos dispositivos registran el movimiento, el sueño y hasta el estado de ánimo del usuarioLi Changzhu, director de Estrategia del Equipo de Salud de Huawei
Para alcanzar ese objetivo, Huawei ha abierto su ecosistema a investigadores y socios. La compañía reporta haber conectado mil 225 aplicaciones a su red de wearables y desarrollado 274 proyectos de investigación en salud junto con universidades y hospitales. “Sabemos que no podemos abarcarlo todo”, dice Li Changzhu. “Necesitamos apoyo de socios que trabajen con nosotros.
Nuestra plataforma está abierta para que realicen investigaciones independientes”. En China, Huawei colabora con instituciones públicas en investigación clínica; en el extranjero, ofrece servicios de integración de datos mediante su plataforma Power Health.
El trabajo científico se apoya en infraestructura. En la provincia de Dongguan, Huawei opera un laboratorio de salud y deporte donde prueba sensores ópticos, eléctricos y térmicos en condiciones controladas. El complejo cuenta con pista de atletismo cubierta, piscina con generador de olas y simuladores de golf y tiro. Allí se desarrolló el Watch D, el primer reloj inteligente capaz de medir presión arterial mediante una microbomba inflable incorporada, certificado como dispositivo médico de Clase II en China.
Un estudio clínico publicado en Frontiers in Cardiovascular Medicine en 2022 validó la precisión del Huawei Watch D bajo los estándares ANSI/AAMI/ISO 81060-2:2018 para medición no invasiva de presión arterial, demostrando un margen de error muy bajo frente a los métodos convencionales. Otro trabajo, el Huawei Blood Pressure Health Study, realizado con 75 mil 918 participantes, mostró que más del 10 por ciento de los usuarios recibió alertas de riesgo y acudió a consulta médica.
La colaboración con el Hospital General 301 de Beijing, uno de los más importantes de Asia, es otro ejemplo del alcance de la estrategia. Más de seis millones de pacientes voluntarios han sido monitoreados mediante relojes de Huawei, y 20 mil de ellos detectaron a tiempo problemas de presión arterial. Huawei también participa en más de 700 plataformas de telemedicina que enlazan a mil 800 hospitales en toda China, y sus soluciones de conectividad han permitido llevar atención médica en línea a comunidades rurales en países como Brasil —donde ha beneficiado a más de tres mil residentes en la Amazonía— y Zambia, mediante proyectos de aldeas inteligentes.

Sin embargo, la expansión internacional enfrenta barreras regulatorias. Cada país establece sus propios requisitos para dispositivos médicos y manejo de datos. “En salud no basta con tener tecnología”, señala Li. “La confianza se construye localmente”.
Y esa confianza que ha ganado, la ha destruido aceleradamente Donald Trump. “Tenemos que tener cuidado con China. Miren, tengo una gran relación con el presidente Xi (Jinping), pero a veces se pone a prueba, porque a China le gusta aprovecharse de la gente, y ellos no pueden aprovecharse de nosotros. Pero tenemos una relación justa con China, y creo que irá bien”, dijo Trump durante una reunión con el presidente argentino, Javier Milei, hace unos días.
Ese es el tono de la relación, que afecta directamente a empresas como Huawei, que claramente han ganado ventaja y sofisticación en la carrera de la tecnología de consumo y telecomunicaciones en todo el mundo.

Huawei nació en Shenzhen en 1987, fundada por Ren Zhengfei. Empezó vendiendo conmutadores telefónicos y pronto fabricó los suyos. Creció desde ciudades pequeñas y zonas rurales hasta convertirse en proveedor nacional de redes. El método fue simple y efectivo: primero dominar lo difícil en casa, luego salir.
En los 2000 dio el salto global con equipos para operadores. Ese músculo de infraestructura le abrió la puerta al consumo. En 2018 ya vendía más teléfonos que Apple y, en 2020, encabezó por un trimestre el mercado mundial. La fórmula combinaba diseño propio, buenas cámaras y distribución agresiva en China.
El giro llegó en 2019 con las restricciones de Estados Unidos. Sin acceso a tecnología clave y sin los servicios de Google, su negocio de móviles fuera de China se encogió. Huawei respondió con tres movimientos: lanzó su propio sistema operativo (HarmonyOS), vendió la marca Honor para protegerla del veto y reordenó su cartera hacia segmentos donde controla más piezas.

Aun así, no salió del juego. En 2023 sorprendió en China con el regreso de la serie Mate y, en 2024, reportó su mayor crecimiento en cuatro años.
Mientras tanto, sembró su siguiente negocio: el automóvil inteligente. Huawei no fabrica autos; provee el “cerebro” y los “sentidos”: software de conducción, conectividad, cabina digital, sensores, mapas y ventas en tienda. Lo hace con armadoras chinas como Seres (marca AITO), BAIC y otras. El resultado visible son modelos como el M5, M7 y M9, que se venden con el sello tecnológico de Huawei y se distribuyen, en parte, por su propia red comercial.
La jugada tiene lógica: si no puedes depender de chips o servicios externos, construye un ecosistema donde tú pongas las reglas. En móviles, eso fue HarmonyOS; en autos, un paquete completo que une hardware, software y comercio minorista. Así convierte su experiencia en redes y teléfonos en ventaja sobre el tablero de la movilidad.
Hoy su negocio ya no se define por un teléfono o una antena, sino por la capacidad de orquestar sistemas complejos—incluidos los autos—desde el centro de su propio ecosistema.
En mayo de 2019, el Departamento de Comercio de Estados Unidos colocó a Huawei en la Entity List. Desde entonces, cualquier venta o transferencia de tecnología sujeta a regulación estadounidense requiere licencia. “Esto evitará que la tecnología estadounidense se use de maneras que potencialmente socaven la seguridad nacional”, dijo el entonces secretario Wilbur Ross. Ese aviso inauguró un cerco regulatorio que ya no opera como una sanción aislada, sino como una arquitectura completa.
Un año después, en mayo de 2020, Washington apretó la tuerca con la foreign-produced direct product rule (FDP). El cambio alcanzó a fundiciones extranjeras: si fabrican chips usando software o equipo de origen estadounidense, esos semiconductores quedan sujetos a licencia si el destino es Huawei. Se concedieron 120 días para despachar lo ya en proceso.
Los wearables no sustituyen al médico, pero pueden adelantar un diagnósticoCarlos Morales, director de Comunicación y Relaciones Públicas de Huawei en América Latina
En la práctica, el diseño de HiSilicon —la filial de chips de Huawei— quedó atado a permisos de exportación en cualquier punto de la cadena.
El 17 de agosto de 2020 llegó el cierre de huecos: 38 filiales más a la Entity List, fin de la licencia general temporal y expansión de la FDP para cubrir cualquier transacción en la que Huawei participe como comprador, consignatario o usuario final. Comercio fue claro: las medidas buscaban impedir “los intentos de Huawei de eludir los controles de exportación”. La norma entró en vigor de inmediato y apareció en el Federal Register el 20 de agosto.
En paralelo, la FCC movió su propio tablero. En 2020 bloqueó el uso de subsidios federales para adquirir equipos de Huawei y puso en marcha el programa de “remoción y reemplazo” en redes rurales. El costo estimado escaló a cuatro mil 980 millones de dólares. El Congreso autorizó mil 900 millones; el faltante superó los tres mil millones. En 2025, el regulador impulsó una subasta de espectro para cubrir casi todo el hueco presupuestal.

Aun con ese cerco, en 2023 Huawei regresó al centro del debate con el Mate 60 Pro y un semiconductor poderoso, que ellos desarrollaron sin ayudas. La secretaria de Comercio, Gina Raimondo, respondió con una frase que marcó la línea oficial: el chip “no es tan avanzado como los estadounidenses”, señal de que —según Washington— los controles funcionaban.
El endurecimiento continuó en 2024. Comercio revocó licencias que permitían a Intel y Qualcomm vender a Huawei tras el lanzamiento de una portátil con Core Ultra 9. “Hemos revocado ciertas licencias para exportaciones a Huawei”, confirmó el Departamento de Comercio en mayo. En julio, un informe al Congreso sumó un dato más: ocho licencias adicionales revocadas en lo que iba del año.
Las cifras de Huawei ayudan a dimensionar el impacto y la adaptación. En 2024 reportó ingresos por 862 mil 100 millones de yuanes (alrededor de 118 mil millones de dólares), 22 por ciento más interanual. Invirtió 179 mil 700 millones en I+D, equivalentes a 20.8 por ciento de sus ventas. La utilidad neta fue de 62 mil 600 millones de yuanes, 28 por ciento menos. En otras palabras: más apuesta a investigación, más dependencia del mercado doméstico chino y márgenes bajo presión.
El frente interno de Estados Unidos siguió su curso. Desde 2022, la FCC advertía que el reembolso para “remover y reemplazar” equipos calificados como riesgosos seguía corto por más de tres mil millones. En febrero de 2025, el pleno votó subastar licencias para cerrar el faltante y completar el saneamiento de redes.
La narrativa de Washington no cambió desde 2019: impedir que tecnología con huella estadounidense alimente capacidades sensibles en manos de Huawei, incluso si la fabricación ocurre fuera de Estados Unidos. “Huawei… ha trabajado vía terceros para aprovechar tecnología de Estados Unidos”, justificó Comercio al ampliar la regla en agosto de 2020.
Huawei contestó desde el primer día. El 16 de mayo de 2019 dijo que la decisión “no está en el interés de nadie” y que dañaría a proveedores estadounidenses. Prometió mitigación y rutas alternativas. El viraje posterior hacia negocios menos expuestos —nube local, autos conectados, salud digital y un ecosistema de componentes fabricados en China— es parte de esa respuesta.
En México, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) autorizó en 2024 el uso de software de Huawei como dispositivo médico para detectar fibrilación auricular, una arritmia que puede causar accidentes cerebrovasculares. La autorización permite que los usuarios monitoreen su ritmo cardíaco en tiempo real desde sus relojes inteligentes, un avance pionero para el país.
La siguiente etapa en la estrategia de Huawei es la integración de inteligencia artificial en los servicios médicos. La compañía ha desarrollado sistemas de patología digital que utilizan algoritmos de visión por computadora para identificar células anormales en segundos y generar informes diagnósticos en minutos. Estas soluciones se utilizan en más de cinco mil instituciones de salud en 110 países y han alcanzado niveles de precisión superiores al 90 por ciento.

Durante el foro Huawei Health 2025 en Guadalajara, Jorge Cuevas, director de Negocios de Cuidado de la Salud de Huawei en Latinoamérica, subrayó que la adopción de IA médica requiere infraestructura de almacenamiento y digitalización de expedientes clínicos. “Sin sistemas interoperables y sin nube, la IA en salud no puede escalar”, afirmó.
En América Latina, Huawei busca consolidar su presencia en el sector preventivo. Carlos Morales, director de Comunicación y Relaciones Públicas de la empresa en la región, explica que la salud ha funcionado históricamente bajo un modelo correctivo, que reacciona cuando la enfermedad ya está presente. “Queremos cambiar esa lógica. Nuestros dispositivos permiten medir y correlacionar datos para detectar riesgos antes de que aparezcan síntomas”, dice. “Los wearables no sustituyen al médico, pero pueden adelantar un diagnóstico”.
Morales reconoce que la integración plena aún está lejos. “En la región los esfuerzos se centran más en digitalizar citas o consultas remotas que en incorporar los datos de los wearables al sistema de salud pública”, comenta. “Cada país debe construir sus propios marcos regulatorios”.
El avance tecnológico de Huawei se apoya en su inversión en investigación y desarrollo, que en 2024 superó los 25 mil millones de dólares. Según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (WIPO), Huawei fue la empresa número uno del mundo en solicitudes internacionales de patente ese año, con más de seis mil 600 registros publicados. Entre las áreas de innovación destacan la óptica, los semiconductores y las tecnologías de medición biomédica.
Los resultados de esa inversión se reflejan en el ecosistema TrueSense, que agrupa las principales tecnologías de salud desarrolladas por Huawei: TrueSleep (monitoreo del sueño), TrueRelax (manejo del estrés), TrueSport (rendimiento físico), TrueBP (presión arterial), TrueFit (composición corporal) y TrueSeen (signos vitales). “La clave está en cómo los sensores de hardware se combinan con los algoritmos para ofrecer mediciones confiables”, explica Morales. “Incluimos electrocardiogramas, sensores ópticos, temperatura corporal y acelerómetros de alta precisión”.
Huawei también explora la relación entre emociones y fisiología a través de la variabilidad de la frecuencia cardíaca. “Sabemos que el estrés o la frustración afectan la presión y otros órganos”, añade Morales. “Por eso los dispositivos pueden sugerir ejercicios de respiración o pausas activas para reducir el cortisol”.
En América Latina, el uso de estos dispositivos se aceleró tras la pandemia. En México, las ventas de wearables de Huawei han crecido más del 300 por ciento en los últimos años. A nivel global, la compañía lideró los envíos de relojes inteligentes durante tres trimestres de 2024 y el primero de 2025, de acuerdo con IDC.
Huawei sostiene que su meta no es dominar un mercado, sino integrar tecnología, ciencia y salud pública. “Nuestro reto no es de hardware, sino de confianza”, resume Li Changzhu. “Queremos que los gobiernos, los hospitales y los usuarios comprendan que estos datos pueden salvar vidas”.

Fuente: El Sol de Mexico
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