Descubren en África Evidencias de que los Primeros Humanos Modernos Vivieron en Selvas Tropicales Hace 45 000 Años
16 Oct. 2025
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Hallazgos en Guinea Ecuatorial revelan herramientas de piedra avanzadas que prueban la adaptación del Homo sapiens a uno de los entornos más hostiles del planeta
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El descubrimiento desafía los modelos clásicos de evolución humana y plantea que las civilizaciones africanas se desarrollaron en múltiples entornos al mismo tiempo
Redacción / CAMBIO 22
Durante décadas, los científicos imaginaron que los primeros humanos modernos prosperaron principalmente en sabanas abiertas, donde la caza y la recolección resultaban más accesibles. Pero un nuevo hallazgo en Guinea Ecuatorial acaba de poner ese modelo en jaque: nuestros antepasados ya habitaban las selvas tropicales ecuatoriales hace más de 45.000 años, enfrentando condiciones extremas de humedad, calor y densidad vegetal.
El descubrimiento, publicado en la revista Quaternary International, fue liderado por el paleoantropólogo español Antonio Rosas, del Museo Nacional de Ciencias Naturales, junto con investigadores de la Universidad Nacional de Guinea Ecuatorial y del IPHES-CERCA. Su equipo ha encontrado más de 800 herramientas de piedra que demuestran una adaptación humana sorprendente y un nivel tecnológico que no se creía posible para esa época.

Tecnología milenaria en la selva
Entre los objetos recuperados, explica La República, se hallaron puntas bifaciales y cuchillas talladas con precisión, usadas para cazar, procesar alimentos o trabajar materiales vegetales. La datación de los estratos, entre 45.000 y 21.000 años, indica una ocupación prolongada y continua.
“El hallazgo revela cómo los humanos modernos fueron capaces de adaptarse a uno de los entornos más hostiles del planeta”, explica Juan Ignacio Morales, investigador del IPHES. El equipo sostiene que vivir en una selva tropical requería estrategias distintas a las de los grupos que habitaban sabanas abiertas: refugios temporales, dominio del fuego, conocimiento de plantas comestibles y una movilidad constante entre zonas de caza y recolección.
Cada herramienta, cada fragmento de piedra tallada, cuenta una historia de supervivencia. Y también de ingenio: un modo de vida que combina tradición cultural y transmisión de conocimiento, prueba de que la evolución no fue un camino recto, sino una red de soluciones humanas ante entornos cambiantes.

Un mosaico de evolución
Los investigadores plantean que el modelo clásico de una evolución “en línea” —del Paleolítico Medio al Superior— no refleja la realidad africana. Según Rosas, en distintas regiones coexistieron comunidades con tecnologías y modos de vida distintos, adaptadas a su entorno inmediato. “Las poblaciones del Paleolítico Medio persistieron aquí mientras en otras zonas del continente ya se había desarrollado el Paleolítico Superior”, explica.
El resultado es un mosaico evolutivo: una humanidad que no avanzó al unísono, sino que floreció de formas diferentes según el lugar. En África Central, ese florecimiento ocurrió entre raíces, humedad y oscuridad, donde casi nada podía sobrevivir… excepto el ingenio humano.
Lo que viene: la campaña número 12
El equipo se prepara ahora para la duodécima campaña arqueológica, que comenzará en julio. El objetivo será refinar las dataciones y comprobar si estos grupos humanos fueron descendientes de poblaciones locales de más de 250.000 años, o si migraron desde el este del continente durante la gran expansión de los Homo sapiens hace unos 70.000 años.

Esta nueva fase contará con el apoyo del Instituto Nacional de Desarrollo Forestal y Manejo del Sistema de Áreas Protegidas (INDEFOR-AP) y de la Universidad Nacional de Guinea Ecuatorial. Su meta es ambiciosa: reconstruir la historia de cómo los humanos conquistaron uno de los ecosistemas más desafiantes de la Tierra.
Una lección desde el pasado
El hallazgo en Guinea Ecuatorial no solo amplía nuestro mapa del pasado, sino que redefine lo que significa ser humano. Nuestros ancestros no huyeron del peligro ni del calor sofocante de la selva: aprendieron a vivir en ella. Y en esa hazaña silenciosa, escondida entre raíces y lluvias torrenciales, dejaron el testimonio de una inteligencia que no se rindió ante ningún entorno.
La evolución, una vez más, no fue lineal. Fue ingeniosa, dispersa, impredecible. Y en ese caos de supervivencia y creatividad, los humanos encontraron el modo de seguir adelante.
Fuente: Gizmodo
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