• La historia de Diana Jael, estudiante de Psicología que murió ahogada en su pensión tras las inundaciones en Poza Rica, revela la tragedia que viven jóvenes foráneos y la indignación de sus compañeros por la falta de respuesta oportuna de las autoridades

 

Redacción / CAMBIO 22

Diana Jael soñaba con ser psicóloga y sus amigos sostienen que reunía muchas cualidades: era empática, dulce y amable. Para cumplir su proyecto dejó su natal Tamiahua y se instaló en Poza Rica, en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Veracruzana. Sus padres encontraron una pensión cómoda y segura para ella, a tan solo cuatro cuadras de su escuela. Nunca pensaron que moriría ahogada en esa casa color verde turquesa, la más bonita de la calle José Martí, encerrada bajo llave.

En la casa de dos pisos hay diversas marcas que reviven la tragedia que allí ocurrió el pasado viernes 10 de octubre. Hay rastros del agua que tapó por completo la habitación donde Diana repasaba sus apuntes; hay dedos dibujados con lodo sobre unas cortinas grises de la cocina —no se sabe si son de la joven de 20 años en su intento de escapar o de vecinos que rescataron su cuerpo en plena inundación—.

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Pero hay un indicio que llena de impotencia a quien camina por esta calle fétida y empantanada. La chapa de la entrada principal a las habitaciones está forzada; vecinos explican que es porque la puerta estaba bajo llave y eso impidió que Diana pudiera salir antes de ahogarse.

A la colonia Morelos han llegado estudiantes de la Universidad Veracruzana que se organizaron para hacer un pase de lista de todos sus compañeros que rentaban en este lugar conocido como una zona estudiantil.

15 muchachos que recriminan a las autoridades la falta de ayuda para limpiar los escombros en esta colonia donde puede haber pistas de estudiantes desaparecidos, pero también muestran su enojo con las autoridades de la casa de estudios por haber suspendido las clases muy tarde, cuando a los alumnos foráneos ya no les daba tiempo de encontrar corridas disponibles en la terminal de autobuses que también terminó destruida por la furia del río Cazones.

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“Todavía alcancé a hablar con ella el día jueves por la noche (9 de octubre). Yo soy de Tuxpan y ella de Tamiahua, básicamente somos vecinos (de municipio). Le pregunté que si se había ido. Me dijo que no. Yo tampoco me había ido por lo mismo que cancelaron clases a la mera hora”.

“Yo muy apenas y pude salir de aquí de Poza Rica. Entonces, pues ya pasa la situación y a ella la reportan como desaparecida. Ahí sientes que te da un choque y dices “Oye, acabo de platicar con ella hace poquito.” Y de ahí me da el choque más duro cuando aparece muerta”, dice el estudiante de la Universidad Veracruzana.

Puede ser una imagen de teléfono y texto que dice "SILA"

Murió junto a su novio, también estudiante

Al igual que Diana Jael, en la inundación de Poza Rica falleció su novio, Carlos Eduardo Baltazar Ramírez, estudiante de ingeniería Mecatrónica del Instituto Tecnológico Superior de Poza Rica. El joven también era originario de Tamiahua y estudiaba el quinto semestre de su carrera.

Sobre Baltazar Ramírez corre una versión que replican compañeros de Diana Jael y los mismos vecinos de la colonia Morelos. “Dicen que el chavo sabía nadar y que por eso se salió de su pensión para rescatar a la chica; pero que todo estaba muy feo y ya no pudo llegar”. Lo duro de la versión oficial es que ambos murieron en la misma colonia. El cuerpo de Diana los vecinos lo cargaron hasta un Oxxo del bulevar Lázaro Cárdenas donde su padre lo reconoció. Sus gritos los llevan grabados las personas que presenciaron la escena.

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Al interior de la pensión de Diana Jael se aprecia las paredes interiores de colores rosa y beige con los pocos recuerdos que quedan de la estudiante. Un ropero de madera, el colchón individual, un escritorio, el ventilador con el que se refrescaba en medio del característico calor sofocante de Poza Rica y…una chancla de vaquita, que bien pudo ser de ella o llegó por el arrastre de la corriente.

Mientras que, en la entrada de la Facultad de Ciencias de la Salud, la que tantas veces cruzó, fueron colocadas dos veladoras para honrar su memoria y asegurar que, en el regreso a clases, sus compañeros la recuerden en cada clase a la que ya no asistirá.

 

 

 

Fuente: Facebook

redaccion@diariocambio22.mx

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