JuanJo Sánchez/CAMBIO 22

En Quintana Roo, los problemas se acumulan mientras algunos funcionarios parecen vivir en su propio mundo. Basura sin control, sargazo que ya nadie considera un problema y calles llenas de baches conviven con una sorprendente capacidad de ciertos personajes por priorizar lo irrelevante. No hace falta ser adivino: basta con observar qué gestos eligen mostrar para redes sociales mientras lo urgente queda pendiente. Y como ya sabes que #MiPechoNoEsBodega en estas líneas te lo recuerdo… digo #TeLoCuento

Óscar Rébora Aguilera, secretario de Ecología y Medio Ambiente, decidió que su acto más importante recientemente era subir a sus redes una foto de perfil haciendo una Britneyseñal, con el dedo medio levantado. Lo más sorprendente es que el gesto fue celebrado desde el gabinete: aplausos internos de allegados al gabinete estatal y de la oficina que se encarga de la “Comunicación” a una grosería que insultaba a la ciudadanía y ponía en evidencia su pedantería. El “dedito” no fue un accidente; fue un manifiesto de cómo entiende su cargo: escenario para su ego, no para la gestión pública.

No es un acto aislado. Apenas hace un mes, un estudiante universitario estuvo a punto de ser expulsado por un gesto similar durante un desfile cívico. Rébora, con despacho, presupuesto, asistentes, asesores y cargo de responsabilidad, se permite lo que otros no podrían ni soñar. Luego bajó la foto y puso otra más “formal”, brazos cruzados, como si con eso se borrará la evidencia. Todos sabemos que fue real, y que refleja exactamente cómo concibe su labor: autopromoción por encima de resultados. Si al estudiante la Universidad emitió un comunicado donde por poquito lo expulsaban, la Gobernadora Mara Lezama también debería por lo menos “hacer como que hace”… digo yo

Porque la gestión de Rébora Aguilera es un desastre. No hay avances en la disposición final de la basura en el Estado ni en proyectos serios como el tratamiento del sargazo. En cambio, la SEMA se ha convertido en un escenario para su promoción personal, gastando recursos públicos en asesores de imagen y producción de contenido para redes sociales, preparando el terreno para una candidatura por Morena en 2027. Mientras él se concentra en su proyección política, los problemas reales se agravan sin remedio.

Sus declaraciones recientes y acciones públicas evidencian desdén absoluto por la ciudadanía. Además, busca revivir la verificación vehicular de contaminantes, un programa fallido del gobierno de Roberto Borge que ya costó millones sin entregar beneficios reales a la ciudadanía. La inversión de 18.7 millones de pesos, incluyendo 14 millones para un sistema informático que hasta ahora no sirve a nadie, es prueba de que la SEMA se ha convertido más en una oficina de promoción política que en una institución ambiental sería.

Su comportamiento ante el Congreso tampoco inspira confianza: evade preguntas, sale por puertas traseras y rehúye cualquier rendición de cuentas. Cada gesto obsceno, cada declaración pedante y cada evasión refleja que su prioridad no es Quintana Roo, sino su propia imagen. La ciudadanía exige gestión, resultados y respeto; él ofrece grosería, desprecio y autopromoción.

La foto es apenas la punta del iceberg. Representa un patrón de conducta que combina pedantería, grosería y negligencia operativa. Mientras él se ocupa de su “imagen personal” en redes sociales, la SEMA no resuelve problemas básicos: basura acumulada, sargazo invadiendo costas y contaminación sin control. Cada gesto obsceno y cada desdén hacia la responsabilidad son un recordatorio de que la administración que dirige carece de prioridad por los temas ambientales que debería atender.

No es solo una foto obscena: es el reflejo de un funcionario que ha hecho de su cargo un espectáculo de autopromoción, dejando de lado ética, resultados y responsabilidad. Cada grosería y cada pedantería evidencian un patrón que convierte la SEMA en un teatro de egos mientras los problemas ambientales se agravan sin respuesta.

Óscar Rébora Aguilera tiene cara, nombre y un historial de desatinos que no puede ocultar. Su grosería y desprecio son síntomas de negligencia e incapacidad. Mientras él juega con su imagen y prepara su camino político, Quintana Roo sigue sin soluciones.

En Quintana Roo, no es solo un insulto a la inteligencia de los ciudadanos, sino un símbolo de cómo se malgasta el poder y los recursos públicos. Mientras él juega con su imagen y se entretiene con groserías aplaudidas por sus compañeros de gabinete, la gente sigue esperando soluciones reales. Y cada día que pasa sin acción efectiva, la indignación crece, porque lo que la ciudadanía quiere y merece es respeto, resultados y compromiso, no un secretario que levanta el dedo medio y sonríe mientras los problemas se acumulan…

Por lo pronto solo me queda decirle… “Chin chin si me la recuerdan… ¡Carcacha y se les retacha!”

 

 

redaccionqroo@diariocambio22.mx

RHM/RCM

 

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