La Farsa Institucional
24 Sep. 2025
JuanJo Sanchez / CAMBIO 22
El Congreso es, en teoría, la máxima expresión de la representación ciudadana. Un espacio diseñado para debatir presupuestos, fiscalizar al Ejecutivo, impulsar reformas que respondan a necesidades colectivas y garantizar que la política se traduzca en bienestar social. En la práctica, lo que vemos es un órgano reducido a improvisaciones, cuotas de poder, caprichos personales y desplantes mediáticos.
La situación de Quintana Roo es especialmente… “ilustrativa” por calificarla de alguna manera. En lugar de un Congreso del Estado de Quintana Roo responsable y combativo frente a los rezagos en salud, educación y seguridad, tenemos legisladores que confunden su papel con actos de filantropía barata, gestos de soberbia o iniciativas irrelevantes que exhiben su desconexión con la realidad. Y como ya sabes que MiPechoNoEsBodega en estas líneas TeLoCuento
El caso del diputado Saulo Aguilar Bernés (que por cierto intente etiquetar pero al parecer tiene restringido su perfil) es grotesco en lo simbólico. En medio de una crisis hospitalaria, con infraestructura insuficiente, falta de medicamentos y médicos desbordados, SauloAguilar encontró la “solución” en repartir tortas y botellitas de agua a familiares de pacientes en el Hospital General de Chetumal. No es solo una acción ridícula; es una renuncia a su papel como legislador.

El Congreso no está para repartir alimentos, sino para aprobar presupuestos que garanticen un sistema de salud digno. La caridad personal nunca sustituirá la política pública, y sin embargo, Aguilar decidió disfrazar de solidaridad lo que en realidad es incompetencia. Se promueve como “Diputado del Pueblo”, pero su trabajo se reduce a un espectáculo para redes sociales, donde la foto con la señora agradecida pesa más que exigir medicamentos o revisar recursos.
Su origen político también cuenta. El DiputadoDelPueblo llegó como cuota de una minoría, presentado bajo el discurso de inclusión. Una mentira que se celebró como avance, pero que terminó siendo simulación. Si desde el inicio se mintió, el resultado era previsible: un legislador sin capacidad ni voluntad para legislar.
La diputada del PT, Diana Gutiérrez (que para sorpresa de nadie también tiene su perfil restringido), mostró otra cara del mismo problema: la arrogancia como sustituto de resultados. Su reciente espectáculo en un supermercado de Chetumal, flanqueada por escoltas mientras elegía frutas y verduras, fue más que un acto de soberbia; fue la confirmación de cómo concibe el poder.
En el Congreso, su paso ha sido igual de vacío. Sin aportaciones legislativas, sin capacidad de gestión, sin interés en fiscalizar. El problema no es solo ella, sino el PT, que la impulsó como parte de negociaciones familiares y complicidades cañeras, permitiendo que perfiles improvisados lleguen a espacios de representación sin preparación. El costo es un partido con menos credibilidad y un Congreso con menos seriedad.

El caso de Gabriela Mora Castillo ( ¿Se los digo o lo sospechan?) diputada del Verde Ecologista en Quintana Roo, evidencia cómo el cargo público puede convertirse en zona de confort antes que en un espacio de responsabilidad. Su gestión se ha caracterizado por la ausencia de resultados concretos y por un estilo desconectado de las necesidades ciudadanas. Su gran aporte legislativo hasta ahora ha sido la propuesta de develar una placa conmemorativa por el 50 aniversario del Instituto Tecnológico de Chetumal. Un gesto simbólico que, frente a las necesidades reales del estado, muestra una completa desconexión con la función pública.
Victoria Gutiérrez: el insulto de la ignorancia
El caso de Victoria Gutiérrez Pérez, diputada de Morena en Veracruz, es un ejemplo extremo de la falta de preparación y responsabilidad en la política actual. Primero llamó la atención nacional con su afirmación de que científicos veracruzanos construyeron una nave espacial para ir a Marte. Luego, se descubrió que ni siquiera ha comprobado haber terminado la primaria.
Más allá del ridículo mediático, esto refleja un problema estructural grave: la ausencia de criterios mínimos para ocupar cargos públicos. Su permanencia en el Congreso, con un sueldo cercano a los 60 mil pesos mensuales, es un insulto a la ciudadanía que espera representantes capaces y responsables. La diputada no solo exhibe ignorancia, sino también un patrón de impunidad institucional: el silencio del Congreso ante casos de evidente falta de preparación envía un mensaje claro sobre la tolerancia a la mediocridad.
Este tipo de situaciones no solo degrada la credibilidad del Legislativo, sino que erosiona la confianza de la población en la democracia misma. Victoria Gutiérrez simboliza lo que ocurre cuando la política deja de ser un espacio de servicio público para convertirse en un refugio de improvisación y privilegio sin mérito.

Estos casos no son aislados. Son parte de un patrón que degrada al Congreso y a la política en general. La improvisación, la simulación y la arrogancia se repiten. El resultado: se normaliza la mediocridad, se premian las cuotas y se engaña a la ciudadanía con figuras que no tienen la capacidad de legislar ni el interés de aprender.
El insulto no son las tortas ni la placa ni la escolta en el supermercado. El insulto es que, con dinero público, los legisladores reduzcan la política a un teatro de improvisación. El insulto es que el Congreso se degrade a escenario de utilería, donde los diputados son comparsas de un guión mal escrito.
Los ciudadanos no necesitan migajas ni espectáculos. Necesitan representantes que gestionen, que fiscalicen, que peleen presupuestos y construyan leyes útiles. Todo lo demás es una burla financiada con recursos públicos.
Saulo, Diana, Gabriela, Victoria. Nombres distintos, mismo patrón. La representación popular convertida en caricatura. Y lo más grave: un pueblo que paga el precio con hospitales en ruinas, calles inseguras y servicios públicos en decadencia.
No se trata de tortas, placas ni desplantes. Se trata de dignidad. Y en este Congreso, la dignidad ciudadana ha sido la primera sacrificada.
Fuente: Facebook
GPC/RCM





















