Veracruz se Desangra; Tres Empresarios “Tragados” por la Tierra de Veracruz
22 Sep. 2025
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Despacho 14
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El Violento Oficio de Escribir
Alfredo Griz/CAMBIO 22
El último viaje
El 8 de septiembre, antes de que el sol se deshiciera en las aguas turbias del Golfo, Jesús Trujillo Pacheco revisó por última vez el maletín donde guardaba planos y documentos. Su yerno, Carlos Alberto Bernáldez, lo esperaba ya frente a la casa, con la frescura de quien apenas se estrenaba en el negocio de la construcción. A los pocos minutos se unió José Francisco Sánchez Avendaño, socio y amigo, comerciante de aceites y lubricantes.
No era una salida extraordinaria. El trayecto Coatzacoalcos–Texistepec estaba grabado en su rutina. Tenían que supervisar una obra, revisar avances, hablar con proveedores. Subieron a la Suburban blanca y se perdieron en el camino que cruza rancherías y parcelas donde la sombra del crimen organizado se mezcla con el olor a caña y ganado.

Ninguno Volvió a Contestar el Teléfono.
El silencio que se instala
En las casas, las horas pasaban con la desesperación pegada al pecho. Mensajes sin doble palomita, llamadas en buzón. Al caer la noche, el miedo se hizo voz: “Se los llevaron”. Nadie quería pronunciarlo, pero todos lo pensaban.
La familia de Jesús recuerda que él siempre respondía. “Mi papá jamás se desaparecía así, siempre decía dónde estaba. No es de esos que se pierden en la parranda”, repite su hija, con los ojos secos de tanto llorar.
La Suburban Vacía
Once días después, la noticia llegó como un balazo: una camioneta blanca, cubierta de hierba y tierra, apareció abandonada en un camino de terracería, cerca del rancho Santa Rosa, en los límites de Sayula de Alemán.
Era la Suburban de los empresarios. Sin ellos dentro. Sin rastros visibles de violencia. Sin respuestas.
El hallazgo ocurrió después de un ataque contra un módulo policial en San Juan Evangelista. En medio de la operación, las fuerzas de seguridad toparon con el vehículo. Nadie explicó si tenía huellas, sangre, pertenencias. Nadie dijo qué encontraron dentro.

La imagen es brutal: la camioneta sola, como una tumba vacía. En Veracruz, un vehículo abandonado es más que un objeto: es un mensaje.
Tierra de Nadie
El sur de Veracruz es un corredor minado: Texistepec, Sayula, San Juan Evangelista. Carreteras secundarias controladas por retenes clandestinos, narcomantas en las plazas, ejecuciones en rancherías.
Versiones locales aseguran que Trujillo Pacheco y Sánchez Avendaño habían recibido advertencias por trabajos de remediación ambiental. En esas tierras, hasta mover tierra molesta a alguien. El nombre que circula en los pasillos es Domingo “N”, operador señalado como dueño y señor de la zona. No hay pruebas judiciales, pero la sola mención de su nombre basta para que la gente calle.
La Fiscalía: Una Muralla de Sombras
La Fiscalía General del Estado reaccionó con la lentitud de siempre. Las fichas de búsqueda salieron tarde. Los operativos parecían más un simulacro que una investigación. Hasta hoy, no hay informe claro sobre lo hallado en la Suburban.
El guion es conocido. En Veracruz, la justicia suele llegar mutilada, cuando no llega del todo. Las familias no confían. Los colectivos de buscadores hablan de ministerios públicos que esconden información, que rompen cadenas de custodia, que culpan a las víctimas de su propia desaparición.

No es paranoia: ahí está el caso de Magdaleno Pérez Santes, buscador asesinado después de ser detenido y golpeado por policías municipales. Ahí están las recomendaciones de la CNDH y la CEDH, rechazadas por la Fiscalía estatal como si fueran papeles sin valor.
El patrón que se repite
Los tres empresarios no son una excepción. Veracruz carga un historial pesado de desapariciones de empresarios, comerciantes y contratistas:
• 2006–2010, Coatzacoalcos: secuestros masivos de empresarios transportistas, varios de ellos desaparecidos.
• 2013, Córdoba-Orizaba: levantones de dueños de talleres mecánicos y comerciantes medianos.
• 2018, Acayucan: desaparición de dos empresarios restauranteros.
• 2020, Minatitlán: el secuestro y asesinato de un empresario gasolinero, hallado en fosa clandestina.
• 2022, Papaloapan: desaparición de un contratista de Pemex, nunca localizado.
En todos los casos, la constante es la misma: fiscalías tardías, familias desesperadas, colectivos sosteniendo la búsqueda.
Los tres nombres
• Jesús Trujillo Pacheco, contratista de larga trayectoria, padre de familia, hombre meticuloso que conocía cada camino del sur.
• Carlos Alberto Bernáldez, joven empresario, con la vida entera por delante, atrapado en una guerra que no pidió.
• José Francisco Sánchez Avendaño, comerciante respetado, socio y amigo, testigo de cómo Veracruz se hundía en la violencia.
No son cifras. No son expedientes. Son hombres arrancados de sus familias, convertidos en un número más de la estadística.

El Clamor de las Familias
“Queremos que los busquen como si fueran sus hijos”, grita la esposa de José Francisco frente a la Fiscalía de Coatzacoalcos. Nadie la escucha.
Las familias exigen que el caso se investigue como desaparición forzada. Quieren que lo atraiga la Fiscalía General de la República, porque la estatal ya mostró su incapacidad. Quieren saber qué pasó con la camioneta, qué encontraron dentro, qué pistas hay. Quieren patrullajes reales en Sayula, Texistepec, Acayucan.
Pero sobre todo, quieren la verdad.
El eco del silencio
La Suburban blanca es hoy un símbolo de lo que Veracruz se ha vuelto: tierra donde desaparecen hombres de negocios, estudiantes, albañiles, pescadores. Tierra donde los carros aparecen, pero las personas no. Tierra donde las fiscalías callan más de lo que dicen.
El eco de los nombres de Jesús Trujillo Pacheco, Carlos Alberto Bernáldez y José Francisco Sánchez Avendaño se une a los miles que aún esperan. Y mientras sus familias pegan fichas de búsqueda, los colectivos cavan en la tierra esperando encontrar huesos, aunque lo único que deberían encontrar es justicia.
Veracruz, herida abierta
En este estado, la impunidad es tan grande como el Golfo. Nadie controla las carreteras, nadie toca a los verdaderos responsables. Las familias lloran solas, las autoridades esconden los informes, y los criminales siguen moviéndose con absoluta impunidad.
El caso de los tres empresarios no es una anécdota: es una radiografía. Veracruz es un territorio donde las desapariciones no son hechos aislados, sino la norma.
Y mientras no aparezcan, la pregunta seguirá flotando en el aire caliente de la cuenca:
¿Quién protege a los que desaparecen?
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KXL/RCM





















