PVEM, De Partido Ecologista a Negocio Familiar: La Historia de un Aliado del Poder en México
3 Sep. 2025
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Fundado en 1986, el Verde ha sobrevivido a escándalos y multas gracias a alianzas con PAN, PRI y Morena
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Críticas apuntan a que funciona como “franquicia política” de la familia González y pieza clave para mayorías en el Congreso
Renan Castro Hernández / CAMBIO 22
El Partido Verde Ecologista de México (PVEM) fue fundado el 26 de octubre de 1986 bajo el nombre de Partido Verde Mexicano, con Jorge González Torres a la cabeza, González Torres, exfuncionario y antiguo militante del PRI, promovió la creación de esta nueva fuerza política con una agenda ecologista en un momento en que los temas ambientales apenas ganaban visibilidad en México.

Tras no alcanzar suficientes votos en su debut electoral de 1991, el partido perdió su registro, pero lo recuperó en 1993 adoptando entonces el nombre actual de PVEM.
Desde sus inicios, el PVEM ha sido un proyecto dominado por una sola familia, Jorge González Torres fue el primer presidente del partido y en 2001 cedió el liderazgo a su hijo, Jorge Emilio González Martínez, apodado “El Niño Verde”, quien dirigió el partido hasta 2011.

Bajo esta conducción familiar, el PVEM se ha caracterizado por operar más como un negocio político hereditario que como un partido ideológico tradicional.
Esta concentración de poder intrafamiliar ha atraído críticas de analistas que califican al PVEM como “el negocio particular de la familia González”, acusándolo de “venderse” al mejor postor según la conveniencia política del momento.

La madre de Jorge Emilio, María Cristina Martínez, también ha sido señalada como figura influyente detrás del partido, aunque manteniendo un perfil bajo, en esencia, el PVEM nació con una imagen ecologista pero su evolución ha estado marcada por los intereses de sus dirigentes y sus alianzas estratégicas, más que por una militancia ambiental genuina. A continuación se detalla cómo, a lo largo de su historia, el Partido Verde ha forjado alianzas cambiantes con distintos partidos (PAN, PRI, Morena, entre otros) para conservar cuotas de poder e influir en la política mexicana.

Alianzas cambiantes: del PAN al PRI y Morena
Desde mediados de los años 90, el PVEM empezó a ganar presencia electoral, convirtiéndose en la cuarta fuerza política para 1997, esta posición le permitió negociar coaliciones ventajosas.
En la elección presidencial del 2000, el Partido Verde sorprendió al aliarse con el conservador Partido Acción Nacional (PAN) en la Alianza por el Cambio, apoyando la candidatura victoriosa de Vicente Fox. Gracias a este pacto, el PVEM entró por primera vez a la coalición gobernante a nivel federal. Sin embargo, la luna de miel con el PAN fue corta, hacia 2001, el Verde se deslindó del gobierno de Fox alegando incumplimiento de acuerdos ambientales.

Detrás de ese rompimiento subyacen también cálculos políticos: el PVEM buscaba nuevas oportunidades y no dudó en cambiar de socio cuando dejó de convenirle.
A partir de 2003, el PVEM viró de aliado del PAN a formar coalición principalmente con el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que entonces buscaba recuperar la presidencia. En las elecciones intermedias de 2003, por ejemplo, verdes y priístas conformaron la alianza Para Todos, obteniendo el PVEM 17 diputaciones. Para la elección presidencial de 2006, inicialmente el Verde postuló a su propio candidato (Bernardo de la Garza) e incluso lanzó una costosa campaña publicitaria, pero meses antes de los comicios declinó en favor del priísta Roberto Madrazo.

Esta jugada confirmó la tendencia pragmática del partido: retirarse de la contienda a cambio de posiciones o favores de su aliado mayor. En 2012, la coalición PRI-PVEM llamada Compromiso por México llevó a Enrique Peña Nieto a la presidencia, con el Verde aportándole una parte de los votos y legitimidad a la alianza ganadora.
A cambio, el PVEM aseguró cuotas de poder; por ejemplo, obtuvo la gubernatura de Chiapas para su militante Manuel Velasco Coello, gracias a que el PRI y Nueva Alianza le cedieron esa candidatura en la negociación de 2012.

Durante el gobierno de Peña Nieto (2012-2018), el Partido Verde apoyó iniciativas clave como las reformas estructurales y se integró plenamente al proyecto priísta, asegurando para sus miembros puestos en el gabinete y otras posiciones (un caso fue el nombramiento del líder verde Arturo Escobar como subsecretario de Gobernación en 2015, tras la alianza con el PRI).
En la elección de 2018, el PVEM aún fue en coalición con el PRI (candidatura de José Antonio Meade) y Nueva Alianza bajo el bloque Todos por México, sin embargo, aquella fórmula resultó derrotada estrepitosamente, y el Verde apenas obtuvo 1.86% de los votos presidenciales, quedando como fuerza minoritaria.
Fiel a su estilo camaleónico, una vez consumado el triunfo de Andrés Manuel López Obrador, el PVEM se desmarcó del PRI y se acercó al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) de López Obrador.

De hecho, a los pocos meses de la elección de 2018, el PVEM facilitó a Morena la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados cediéndole cinco de sus diputados federales.
Este polémico movimiento que ocurrió luego de que Morena favoreciera al PVEM en el Senado con un permiso para Manuel Velasco permitió al nuevo partido gobernante controlar la Junta de Coordinación Política en San Lázaro durante toda la legislatura. Así, el Partido Verde mostró nuevamente su disposición para “mover hilos” tras bambalinas y asegurar ventajas para sí mismo y sus aliados.

Ya integrado de facto al proyecto lopezobradorista, el PVEM formalizó en 2021 su ingreso a la coalición Juntos Haremos Historia (Morena-PVEM-PT) en varios estados. Como parte de esa alianza, obtuvo en 2021 su segunda gubernatura, el Verde ganó el gobierno de San Luis Potosí con Ricardo “El Pollo” Gallardo como candidato, en coalición con Morena y PT.
Para la elección federal de 2024, el PVEM se presentó ya totalmente aliado con Morena, apoyando la candidatura presidencial de Claudia Sheinbaum. Los resultados consolidaron al Verde como socio mayor de la nueva hegemonía, con apenas el 5º lugar en votos a nivel nacional (~7.8%), gracias a la coalición logró una sobrerrepresentación notable en el Congreso, perfilándose como la segunda fuerza en número de legisladores.

De hecho, si no prosperan impugnaciones pendientes por esa sobre-representación, el PVEM obtendría hasta 77 diputaciones y 15 escaños de senador, superando en presencia parlamentaria al PRI, PAN o PRD por primera vez. Esta situación ha generado críticas de analistas electorales, pues el Verde halló resquicios legales para inflar su lista de plurinominales mediante las coaliciones. Irónicamente, el PVEM siendo apenas la quinta fuerza más votada se benefició del sistema para convertirse en un aliado clave que otorga a Morena la posibilidad de mayorías calificadas en las cámaras.
Las alianzas volubles del PVEM evidencian que su prioridad no es una ideología fija sino el poder político. Ha pactado con el PAN de derecha, con el PRI hegemónico y ahora con la izquierda de Morena, cambiando de bando en función de quién ocupa la cúspide del poder. Como resume el académico Tito Garza Onofre (autor del libro “La mafia verde”), el Verde “rompió con el PAN, rompió con el PRI, y tarde o temprano romperá con Morena. Ese ha sido su papel histórico”, de esta manera, el Partido Verde ha logrado permanecer vigente y con influencia desproporcionada, actuando como un partido bisagra que mueve los hilos necesarios para integrarse al grupo gobernante de turno.

Escándalos, violaciones electorales y críticas
A lo largo de su trayectoria, el PVEM ha estado envuelto en numerosos escándalos de corrupción, violaciones a la ley electoral y polémicas que cuestionan su compromiso con la legalidad y la agenda ambiental. Entre los casos más notorios se encuentran:
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Soborno videograbado (2004): Jorge Emilio “El Niño Verde” González, entonces senador y líder del PVEM, fue exhibido en un video negociando un soborno de 2 millones de dólares a cambio de facilitar permisos para un desarrollo inmobiliario en áreas ecológicas protegidas de Cancún. En la grabación, González pregunta explícitamente “¿cuánto dinero nos va a tocar?” por el cambio de uso de suelo, acordando la cifra ilícita con los inversionistas. Este caso de corrupción causó gran indignación; sin embargo, no hubo consecuencias penales para el dirigente verde, alimentando la percepción de impunidad en torno al partido.
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Expulsión por promover la pena de muerte: En 2008-2009, el PVEM impulsó una polémica campaña a favor de instaurar la pena de muerte para secuestradores, contradiciendo abiertamente los principios humanistas de los partidos ecologistas. La respuesta internacional fue contundente: en 2009 el Partido Verde de México fue expulsado de la Federación de Partidos Verdes de las Américas y Europa debido a esa postura punitiva incompatible con la ideología verde. Mientras los Verdes europeos abogaban por bienestar social y derechos humanos, el PVEM mexicano optaba por propuestas populistas ajenas al ambientalismo, lo que le costó el respaldo de sus pares internacionales.
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Uso de celebridades e influencers en veda electoral: El PVEM ha sido reincidente en violar las normas electorales mediante campañas encubiertas en periodos prohibidos. Durante las elecciones federales de 2015, el partido pagó a famosos de televisión y deportes para que publicaran mensajes de apoyo en pleno día de la votación, burlando la veda electoral. Este esquema se repitió en 2021, cuando decenas de influencers y celebridades difundieron propaganda verde en redes sociales durante la jornada electoral, simulando apoyo espontáneo que en realidad fue pagado. Tales acciones resultaron en multas millonarias: solo en 2022, el Tribunal Electoral impuso al PVEM una sanción de 118 millones de pesos y ordenó amonestaciones públicas a los involucrados. Ya en 2015, el Instituto Nacional Electoral estuvo a punto de cancelar el registro del Partido Verde por la acumulación de infracciones, aunque finalmente los consejeros optaron por imponer multas menores para no aplicar la “sanción extrema” de disolver al partido.
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Otros escándalos financieros y políticos: Diversos integrantes y aliados del PVEM han sido señalados en casos de enriquecimiento ilícito y fraude, por ejemplo, en 2009 el entonces secretario electoral verde Arturo Escobar fue detenido en un aeropuerto cargando una maleta con 1.1 millones de pesos en efectivo, presuntamente para financiar campañas, caso por el cual no recibió castigo. Asimismo, figuras vinculadas al Niño Verde en Quintana Roo (como Gustavo Miranda, Pablo Bustamante o Remberto Estrada) han enfrentado acusaciones de fraudes bancarios, despojo de inmuebles y vínculos con el crimen organizado, aunque muchos permanecen en sus cargos locales, estas tramas refuerzan la imagen de que la corrupción interna es tolerada dentro del partido mientras se mantenga la cercanía con el poder.
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Acusaciones de enriquecimiento en líderes locales: De manera recurrente se cuestiona cómo políticos del PVEM obtienen patrimonios difíciles de justificar con sueldos públicos. Un ejemplo reciente se dio en Quintana Roo, según investigaciónes periodísticas a puntan que, Renán Eduardo Sánchez Tajonar, diputado y líder del PVEM en ese estado, compró en efectivo una casa valuada en 4 millones de pesos, con lo que suma ya dos inmuebles por un total de $9.6 millones bajo su propiedad. Este caso ha generado suspicacias sobre el origen de sus recursos, dado que Sánchez Tajonar es un funcionario de trayectoria relativamente corta. Situaciones así reflejan las críticas de que el Partido Verde suele usar su influencia política para beneficio privado de sus dirigentes, traicionando la causa ambiental que en teoría enarbola.
A pesar de la larga lista de multas, escándalos y denuncias, el PVEM ha conseguido mantener su registro y cuotas de poder.
Analistas atribuyen su supervivencia a que siempre está “cerca del poder” y a que las sanciones no han pasado de lo económico, mismas que el partido paga con prerrogativas públicas y sigue operando.
Organismos electorales y tribunales han multado al Verde por prácticas ilegales prácticamente en cada elección, pero nunca se concretó su cancelación como partido una responsabilidad en la que el INE “dejó pasar” la oportunidad de frenarlo, según señala Tito Garza.

Esta impunidad relativa le ha permitido al PVEM perfeccionar su modelo, infringir la ley apostando a que las ventajas obtenidas (mayor exposición, votos o alianzas) compensarán las multas eventualmente pagadas.
En sus casi cuatro décadas de historia, el Partido Verde Ecologista de México ha pasado de ser una curiosidad política a consolidarse como pieza clave en las mayorías gubernamentales. Sin haber obtenido jamás más del ~8% de la votación nacional, el PVEM ha sabido permanecer relevante mediante alianzas pragmáticas con prácticamente todos los partidos grandes.
Este rol de “partido bisagra” le ha permitido influir en decisiones trascendentes, fue crucial en la victoria de la alternancia en 2000, co-gobernó con el PRI durante el Pacto por México (2012-2018) aprobando reformas importantes, y actualmente es sostén parlamentario de la llamada Cuarta Transformación de Morena, al grado de acercarla a la mayoría calificada en el Congreso.

Paradójicamente, el PVEM ha logrado mover los hilos del poder sin renunciar a su estatus de partido minoritario, su estrategia consiste en prestar sus votos al proyecto ganador a cambio de beneficios políticos y económicos, como visionó su fundador, Jorge González Torres, la fortaleza del Verde no estaría en ser un partido de masas con causas ideales, sino en ser esa fuerza satélite indispensable para que los partidos mayores “operen” y eventualmente mantengan el control.
Esa lógica ha convertido al PVEM en un actor singular de la política mexicana, altamente cuestionado en lo ético, pero extremadamente eficaz para negociar cuotas de poder.
Hacia el futuro, muchos se preguntan si el PVEM seguirá la tendencia de abandonar a sus aliados una vez que dejen de serle útiles tal como hizo con el PAN y el PRI o si finalmente sufrirá el desgaste de sus propias prácticas.
Por lo pronto, se mantiene arraigado en la estructura política nacional, administrando su franquicia familiar y adaptándose camaleónicamente al panorama político, en palabras de Garza Onofre, preocupa menos la hegemonía momentánea de Morena que “la permanencia de un ente como el Partido Verde, especialista en violar la ley y en hacer de la política un negocio”
Y es que, mientras existan espacios para la negociación y la necesidad de aliados para formar mayorías, el PVEM seguirá encontrando cómo insertarse en el poder, aunque sea vistiendo de verde a quien haga falta en cada sexenio.
Con información del Sistema de Noticias CAMBIO 22
GCH






















