Turismo en Caída: Cancún Resiente la Baja Afluencia y Crecen las Alertas
24 Jul. 2025
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Pese al discurso oficial de récords históricos, los datos muestran menor afluencia de turistas internacionales, ocupaciones hoteleras a la baja y reducción de divisas en el Caribe mexicano
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Expertos atribuyen el descenso a la política migratoria de Trump, menor conectividad aérea y falta de estrategia nacional; el turismo sigue siendo clave para la economía de México
Renan Castro Hernández/ CAMBIO 22
Cancún, QRoo a 23 de Julio 2025. – La industria turística mexicana enfrenta un inesperado traspié, pese a los discursos oficiales de récords históricos, datos recientes revelan una disminución en la llegada de visitantes internacionales, ocupación hotelera a la baja y menor derrama económica en destinos clave como Cancún. Cifras de la Secretaría de Turismo (Sectur), el INEGI y observatorios especializados confirman la tendencia: siete meses consecutivos de descenso en turistas extranjeros a los destinos de playa cerraron 2024, con caídas tanto en llegadas aéreas como en ingresos por turismo.
Detrás de este enfriamiento están factores diversos desde recortes en la conectividad aérea hasta el temor migratorio generado por las políticas de Donald Trump, que ha frenado a comunidades hispanas en EE.UU. a la hora de salir de ese país. Autoridades federales y estatales, sin embargo, mantienen un tono optimista, destacando los totales anuales y evitando profundizar en las causas incómodas.

“Turistas disfrutan de la playa en Cancún, uno de los destinos más icónicos de México. Pese a su popularidad, el Caribe mexicano ha visto descensos recientes en la afluencia turística, encendiendo alertas en el sector.”
Cifras en rojo: menos turistas y hoteles semivacíos
Las estadísticas de 2024 evidencian un declive inesperado. Solo en julio de 2024 tradicionalmente parte de la temporada alta de verano Cancún recibió 13.8% menos viajeros internacionales respecto al mismo mes del año anterior. Este desplome, atribuido principalmente a la caída de turistas estadounidenses, marcó un punto de inflexión en la recuperación pospandemia. La tendencia continuó durante el otoño: en el tercer trimestre de 2024, el arribo de turistas internacionales (sobre todo del mercado estadounidense) cayó 13.6% interanual en el Caribe mexicano. De hecho, septiembre, octubre y noviembre ya de por sí temporada baja resultaron mucho más flojos que lo habitual, con ocupaciones hoteleras desplomándose en Cancún hasta 46.6% durante la última semana de septiembre, muy por debajo del 62.8% registrado en la misma semana de 2023. Según el monitoreo semanal de Sectur, esa cifra implicó 16.6 puntos porcentuales menos de ocupación hotelera en Cancún año contra año. El resto del otoño mantuvo ocupaciones de apenas 55-60%, diez puntos por debajo de los niveles observados en 2022 y 2023.
Este enfriamiento no se limitó a Quintana Roo. Otros polos turísticos mostraron señales similares: Los Cabos y Puerto Vallarta también registraron descensos de visitantes estadounidenses en el mismo lapso, con caídas estimadas de 11.8% y 11.7% respectivamente en llegadas internacionales vía aérea durante el tercer trimestre. Al cierre de 2024, los principales aeropuertos turísticos (Cancún, Ciudad de México, Los Cabos y Vallarta, que concentran más del 80% del flujo internacional) resintieron la baja. En diciembre de 2024, por ejemplo, los destinos de playa sumaron 1.57 millones de turistas extranjeros, 2.6% menos que en diciembre del año previo. Con ese resultado, se acumularon siete meses seguidos de caídas en la afluencia internacional a los destinos costeros del país. El golpe más fuerte lo encajó Cancún: su aeropuerto recibió 975 mil visitantes foráneos en diciembre, un descenso de 7.1% que significó 74 mil turistas menos respecto a diciembre de 2023.
Aunque la apertura del nuevo Aeropuerto de Tulum aportó casi 50 mil llegadas internacionales ese mes amortiguando parcialmente la caída de Cancún, la tendencia general fue a la baja.

A nivel anual, Cancún terminó 2024 con 9.7 millones de visitantes internacionales por vía aérea, una caída de 3.2% respecto a 2023. Es una contracción más pronunciada que la de otros balnearios: Los Cabos, con 2.3 millones de llegadas internacionales, redujo apenas 1.6%, y Puerto Vallarta logró incluso crecer 1.5% en el acumulado del año. El hecho de que Cancún dependa tanto del mercado norteamericano (72.3% de sus turistas son de EE.UU. y Canadá) explica en parte por qué resintió más el descenso, pues la mayoría de sus mercados emisores claves mostraron caídas. En diciembre, por ejemplo, el turismo desde Estados Unidos hacia Cancún bajó 6.1%, y también hubo descensos desde Europa (con desplomes de dos dígitos en visitantes de Reino Unido, Francia, España, Alemania y Portugal). Solo unos pocos países mostraron incrementos puntuales –Canadá subió 0.6% en ese mes; Brasil, Argentina, Chile e Italia también al alza marginal–, pero insuficientes para revertir la tendencia.
La “señal de alarma” en la industria es clara. Hoteles, restaurantes y servicios de Cancún han enfrentado reducción de reservas y cuartos vacíos en la segunda mitad del año. “La situación requiere estrategias renovadas para atraer turistas y recuperar el ritmo de crecimiento”, advirtió un representante de la Asociación de Hoteles de Quintana Roo cuando las ocupaciones tocaron mínimos no vistos desde antes de la pandemia. La venta de tiempos compartidos también resentirá el golpe: la Asociación de Complejos Vacacionales (Acotur) estima que cerrarán 2024 con una baja de por lo menos 15% en ventas respecto al año previo, producto de la menor afluencia de visitantes que comenzó a sentirse desde mediados de año y se agudizó en la temporada baja. En palabras de Ana Kiseleva, presidenta de Acotur, esta desaceleración “no inició con la temporada baja, sino desde prácticamente la mitad del presente año”, tras dos años (2022 y 2023) que fueron de récord histórico para el Caribe mexicano.
Golpe a la derrama turística: menos ingreso de divisas
No solo son menos visitantes: el dinero que dejan también ha perdido ímpetu. Si bien las autoridades presumen cifras acumuladas elevadas, los comparativos internacionales muestran un estancamiento. De acuerdo con la Organización Mundial del Turismo (OMT), México captó alrededor de 33 mil millones de dólares en divisas turísticas en 2024, monto ligeramente inferior al de 2023. Esto hizo que el país descendiera del puesto 15 al 16 mundial en ingreso de divisas por turismo, a pesar de haber obtenido una cifra anual cercana al récord histórico. La caída es sutil pero simbólica: refleja que otros destinos Tailandia, por ejemplo recuperaron terreno más rápidamente que México en el apetito de los viajeros internacionales. En cuanto a volumen de turistas, México mantuvo el sexto lugar global con 45 millones de llegadas internacionales en 2024, pero esa afluencia mayor no se tradujo en más ingresos, indicando menor gasto promedio por turista o estadías más cortas.
Las estadísticas nacionales confirman esta desaceleración. El PIB turístico indicador que mide la actividad económica del sector retrocedió 0.4% en 2024 en términos reales, cortando la racha de crecimiento post-Covid. Según el INEGI, el leve descenso obedeció principalmente a una contracción de 0.9% en los servicios turísticos (hoteles, transporte, agencias, etc.), apenas compensada por un alza de 1.3% en la producción de bienes ligados al turismo. En el cuarto trimestre de 2024, el consumo turístico interno cayó 2.5%, señal de que los viajeros nacionales también apretaron el cinturón, mientras que el consumo de extranjeros en México subió 19%, reflejando quizá un repunte momentáneo tras la reapertura total de fronteras. Pero en el acumulado anual, la derrama económica de turistas internacionales fue de 31,758 millones de dólares, apenas un incremento marginal frente a 2023. Cabe destacar que el turismo se ubica ahora como la cuarta fuente de divisas del país, por debajo de las remesas de migrantes (64,745 mdd), las exportaciones agroalimentarias (~53,800 mdd) y la inversión extranjera directa (36,872 mdd). Atrás quedaron los años en que era la segunda fuente de ingresos externos; aún así, continúa siendo la principal industria de servicios generadora de dólares para México y vital para el equilibrio de la balanza económica.

En Quintana Roo, la derrama también mostró señales mixtas. Por un lado, la gobernadora Mara Lezama confirmó que la entidad cerró 2024 con ingresos turísticos por 20 mil millones de dólares la cifra más alta a nivel nacional, dado que el estado capta el 44% del turismo internacional que visita México. Ese monto récord estuvo apoyado por varios factores: más de 21 millones de turistas atendidos en el año y 32 millones de pasajeros aéreos movilizados, así como un impulso notable del turismo de cruceros que alcanzó niveles históricos. Cozumel, por ejemplo, recibió 4.6 millones de cruceristas en 2024, su mayor cifra de la historia, creciendo 13% anual. Estas bonanzas, sin embargo, contrastan con la menor ocupación hotelera y las habitaciones vacantes que muchos negocios locales reportaron en la segunda mitad del año.
La derrama creció en parte por la diversificación más visitantes nacionales y cruceros, pero el flujo de divisas puramente foráneas vía aérea se estancó o disminuyó ligeramente, en línea con las caídas mencionadas en llegadas internacionales a Cancún. En síntesis, hay más visitantes totales pero gastan menos, o vienen por vías diferentes (cruceros) que dejan menor gasto local por persona. El riesgo, advierten expertos, es confiar en las cifras globales sin ver la distribución desigual: muchos hoteles todo incluido en Cancún y la Riviera Maya han tenido que bajar tarifas para sostener ocupaciones, y las ventas en tours y comercios locales no han alcanzado las metas previstas.
El discurso oficial: entre el optimismo y la omisión
Mientras la realidad pinta nubarrones, el discurso de las autoridades se ha esforzado en mostrar cielos despejados. A nivel federal, la tónica ha sido destacar las cifras absolutas que todavía lucen positivas. México se mantuvo en 2024 como el 6° país más visitado del mundo, insisten comunicados de Sectur basados en la OMT. La entonces secretaria de Turismo, Josefina Rodríguez Zamora, presumió a inicios de 2025 que “registramos 45 millones de turistas internacionales el año pasado” y un aumento de 6.5% en ingresos de divisas en enero de 2025, intentando subrayar una continuidad de crecimiento.
De igual forma, en Quintana Roo, la gobernadora Mara Lezama ha difundido con bombo y platillo los “logros” de 2024: “El Caribe Mexicano cierra 2024 con cifras récord en turismo. Con 20.99 millones de turistas, 32.79 millones de pasajeros, un 74.7% de ocupación hotelera promedio…”, publicó en redes sociales al finalizar el año. Lezama enfatiza que Cancún y sus alrededores siguen liderando el turismo en México, y asegura que 2025 traerá más crecimiento gracias a refuerzos en promoción y nuevas inversiones hoteleras e inmobiliarias.

Ciertamente, las autoridades no mienten en sus cifras globales, pero omiten el matiz. Al hablar de ocupación promedio de “74.7%” en 2024, agrupan picos altísimos de invierno y Semana Santa con los valles de otoño, diluyendo la gravedad de estos últimos. Del mismo modo, se suman turistas nacionales, extranjeros y cruceristas en un mismo saco para llegar a “21 millones” en Quintana Roo, sin aclarar que no todos esos turistas aportan el mismo impacto económico –un visitante local que se hospeda con familiares, o un crucerista que baja unas horas, gastan mucho menos que un estadounidense alojado una semana en resort. La narrativa oficial tiende a recalcar los récords anuales totales, minimizando las tendencias negativas recientes. Por ejemplo, mientras Sectur y el gobierno de Quintana Roo celebraban en noviembre que “de enero a agosto de 2024 se recibieron 14.34 millones de turistas, crecimiento sostenido respecto al año anterior”, en círculos privados ya se sabía que septiembre y octubre venían flojos. “2022 y 2023 fueron años récord… mantuvo los números arriba de los presupuestos para todos”, recordaba la presidenta de Acotur al reconocer la caída de 2024, un reconocimiento que pocas veces se escucha de boca de funcionarios públicos.
En cuanto a explicaciones oficiales, suelen atribuir la baja turística a factores externos “inevitables”: ajustes de aerolíneas, inflación global, e incluso al calendario electoral. “Todo se complicó al iniciar el segundo semestre debido a la caída en el número de asientos disponibles en vuelos hacia Quintana Roo, así como otros factores externos, incluyendo las elecciones de México y Estados Unidos”, señaló Anna Kiseleva de Acotur.
Este último punto es interesante: las elecciones –tanto la de México en 2024 como la de EE.UU. en 2024/25– generaron incertidumbre que habría enfriado decisiones de viaje de algunos turistas e inversionistas. Sin embargo, algo que no se oye en las declaraciones oficiales es cualquier alusión a la política migratoria de Trump. Ningún comunicado de Sectur menciona que la retórica antiinmigrante podría estar afectando los flujos turísticos. En cambio, se ha enfatizado un tono cordial hacia Washington. Cuando en julio de 2025 el gobierno de Trump anunció nuevas restricciones a vuelos desde México en represalia por una disputa aérea bilateral, la reacción de la presidencia mexicana fue cuidadosa. “No hay razones para esas restricciones”, aseguró la mandataria Claudia Sheinbaum, reiterando que México había cumplido sus acuerdos y evitando una confrontación abierta. Se omitió mencionar en público el posible impacto negativo: de concretarse la cancelación de la alianza Delta-Aeroméxico que Trump amenazaba, se perderían alrededor de 140 mil turistas estadounidenses y 90 mil viajeros mexicanos que ya no podrían volar entre ambos países, con el consecuente golpe a las economías locales. Aun así, el gobierno mexicano optó por la mesura diplomática, confiando en resolver el entuerto vía negociaciones discretas, lejos de los reflectores turísticos.

En Quintana Roo, las autoridades han respondido lanzando campañas emergentes de promoción. A mediados de 2024, ante la baja de estadounidenses, la Secretaría estatal de Turismo intensificó acciones en mercados alternos: ferias turísticas en Sudamérica, caravanas promocionales en Europa y acuerdos con aerolíneas para abrir rutas desde Colombia, Brasil y España. “Nos mantenemos conectados con 100 ciudades de Norteamérica, 12 de Latinoamérica y 10 de Europa”, informó el secretario estatal Bernardo Cueto, destacando la diversificación de conexiones aéreas al Caribe Mexicano. Asimismo, el gobierno de Mara Lezama impulsa la llamada “Nueva Era del Turismo”, enfocada al menos en el discurso en sostenibilidad y prosperidad compartida, con la idea de mejorar la experiencia del visitante e incentivar su gasto local. No obstante, críticos señalan que ninguna campaña local compensará la ausencia de una estrategia nacional robusta. Tras la eliminación del CPTM, los estados turísticos han tenido que asumir por sí solos la promoción global, algo que Quintana Roo puede costear hasta cierto punto, pero que deja a destinos menos pudientes en el abandono.
En resumen, la versión oficial se centra en buenas noticias globales y factores “aceptables”, como la estacionalidad o eventos internacionales, mientras deja fuera del relato las aristas más polémicas, la falta de promoción federal, la violencia que motiva alertas extranjeras, o el efecto Trump en los ánimos viajeros. Esta brecha entre narrativa y realidad empieza a ser notada. Organismos independientes y medios locales han publicado datos que contrastan con el optimismo gubernamental, obligando a una visión más equilibrada. La labor periodística, como la del Observatorio Turístico de la Universidad Anáhuac o reportes en prensa financiera, ha sido clave para “contar lo que no se cuenta” desde el poder.
Motor económico en riesgo: el turismo sostiene a México y Cancún
Detrás de la preocupación por la baja turística subyace un hecho contundente: México depende en gran medida del turismo como motor económico, y Cancún es uno de sus pistones principales. Antes de la pandemia, el turismo aportaba cerca del 8.7% del PIB nacional y empleaba a millones de personas. Hoy, tras la recuperación, se estima que el turismo emplea de forma directa a más de 5 millones de mexicanos (cifra del primer trimestre de 2025, 2.9% más que el año anterior). Desde el guía de turistas en Chichén Itzá hasta la camarista del hotel en la Zona Hotelera, pasando por taxistas, meseros, artesanos y pilotos de aerolínea, una vasta cadena laboral vive del flujo turístico. Cada dólar que gasta un visitante extranjero se multiplica en la economía local, y también engrosa las arcas nacionales con divisas frescas. Por eso inquieta que México haya caído al 16° lugar mundial en captación de divisas; implica menor ingreso para financiar la oferta turística y menos circulante en destinos que prácticamente viven de ello.
En Cancún y la Riviera Maya, la dependencia es aún más extrema. Estudios señalan que el turismo aporta cerca del 45.6% del PIB de Quintana Roo, siendo la entidad más dependiente del país en este rubro. Ciudades enteras Cancún, Playa del Carmen, Tulum fueron construidas alrededor del turismo internacional. Cualquier baja en visitantes se siente inmediatamente en la economía local: hoteles reducen personal eventual, restaurantes compran menos insumos, las propinas disminuyen, los parques temáticos bajan sus ingresos, y el gobierno recauda menos impuestos hoteleros. En 2020, cuando la pandemia cerró fronteras, Quintana Roo sufrió una caída económica de dos dígitos, evidenciando su vulnerabilidad. Ahora, en 2024-2025, el escenario no es tan drástico, pero prende alertas. “Quintana Roo creció 13.2% en 2023 por turismo…”, apuntan los datos de PIB estatal; si el turismo se estanca en 2024, el impacto en el crecimiento estatal será inmediato.
No solo se trata de macroeconomía, sino de miles de familias. En Cancún, más del 70% de la población activa trabaja en sectores ligados al turismo (hospitalidad, comercio, transporte). Cada puesto de trabajo formal en un resort sostiene a proveedores locales de alimentos, lavandería, mantenimiento. Cuando la ocupación hotelera cae a niveles de 50% como ocurrió en el último otoño, muchos de esos trabajadores ven reducidos sus ingresos por comisiones o propinas, e incluso algunos contratos temporales no se renuevan. Por ejemplo, lancheros de tours en Isla Mujeres reportaron 30% menos clientes en septiembre; arrendadoras de autos en el aeropuerto de Cancún tuvieron flotas ociosas; y tiendas de lujo en plazas comerciales notaron una merma en ventas de turistas extranjeros, quienes son sus principales clientes.

Además, el turismo es clave para las finanzas públicas locales. Impuestos como el Derecho de No Residente (DNR) o el impuesto al hospedaje alimentan el presupuesto estatal. Quintana Roo captó en 2023 más de 600 millones de pesos por el DNR cobrado a visitantes extranjeros; con menos turistas en 2024, ese ingreso podría reducirse. Lo mismo ocurre con la recaudación del impuesto al hospedaje, que va en parte a financiar promoción turística. Una baja en ocupación significa menos recaudación y, paradójicamente, menos recursos para promocionar y revertir la tendencia. Es un círculo vicioso que las autoridades buscan evitar. Por ello Mara Lezama recalca la importancia de “crecimiento sostenible y prosperidad compartida”, codeándose con inversionistas para concretar nuevos proyectos hoteleros (que sumen habitaciones y generen empleo) al tiempo que pide a los empresarios no bajar tarifas excesivamente para no devaluar el destino. La apuesta es que Cancún siga siendo rentable y atractivo, manteniendo su posición como joya del turismo mexicano. Pero para lograrlo, advierten expertos, no basta con inercia: se requiere estrategia, inversión en seguridad y promoción, y gestionar bien las crisis coyunturales.
Un aspecto positivo es que algunos segmentos del turismo mexicano han mostrado resiliencia o crecimiento paralelo, amortiguando parcialmente la caída de Cancún. La Ciudad de México, por ejemplo, vivió en 2024 un auge de visitantes internacionales, aprovechando la tendencia de los “workations” (trabajar a distancia desde destinos urbanos). En diciembre de 2024, los destinos urbanos de México recibieron 806 mil turistas extranjeros, un aumento de 4.8% interanual, en contraste con la caída en los de playa. Esto indica que el turista internacional no ha dejado de venir a México, sino que algunos cambiaron la playa por la ciudad quizá disuadidos por factores como el sargazo, o atraídos por la oferta cultural de metrópolis como CDMX, Guadalajara o Mérida. De hecho, Guadalajara destacó con un alza de 11% en llegadas internacionales en diciembre, y otros aeropuertos del interior (Querétaro, Silao, Monterrey) registraron incrementos considerables. Este reequilibrio interno sugiere que diversificar la oferta más allá de sol y playa podría ser beneficioso. Sin embargo, Cancún sigue siendo el principal puerto de entrada de turistas foráneos (concentró 43.6% del total en diciembre), por lo que su desempeño seguirá marcando en gran medida la salud turística del país.
Cancún vs. otros destinos: ¿quién resiente más la baja?
La reciente caída turística ha sido dispareja entre destinos. Cancún y la Riviera Maya, como se vio, sufrieron descensos notables en la segunda mitad de 2024. En cambio, otros polos lograron capear mejor el temporal. Los Cabos, que también depende en buena medida del turismo estadounidense, registró una merma más moderada. Sus ocupaciones hoteleras se mantuvieron por encima de 60% casi todo el año y solo en diciembre tuvo un tropiezo de -1.3% en llegadas internacionales, interrumpiendo cuatro meses previos de crecimiento continuo. Puerto Vallarta tuvo un cierre mixto: cayó 5.1% en llegadas de diciembre pero, contra todo pronóstico, acumuló un aumento anual de 1.5% en visitantes internacionales durante 2024. Esto sugiere que Vallarta logró atraer a más turistas en otros meses (posiblemente canadienses en invierno y primavera) que compensaron su débil fin de año.

¿Por qué Cancún sale más perjudicado?
Analistas señalan varios puntos: primero, la altísima dependencia de Cancún en el mercado de EE.UU. (casi 4 de cada 10 turistas en Quintana Roo son estadounidenses, y contando Canadá se llega a 48.3%). Cuando el viajero estadounidense estornuda, Cancún se resfría. En cambio, otros destinos tienen una mezcla más diversificada; por ejemplo, en Vallarta una porción importante de visitantes son nacionales, lo que amortigua la caída foránea. Segundo, Cancún enfrentó mayor competencia interna: la apertura de las playas de Tulum (que inauguró vuelos internacionales en 2024) puede haber distribuido turistas que antes iban solo a Cancún. Si bien Tulum aún no mueve grandes volúmenes, sus casi 50 mil visitantes extranjeros en diciembre ayudaron a la región pero no necesariamente al destino Cancún en sí. Por otro lado, Los Cabos se ha beneficiado de un viajero premium que mantuvo sus planes a pesar de Trump o costos –su gasto promedio por turista es mayor y su demanda más inelástica. Asimismo, el Caribe mexicano enfrentó en 2024 el peor arribo de sargazo registrado, según informes de junio 2025, lo cual pudo ahuyentar a ciertos viajeros hacia el Pacífico (Los Cabos, Vallarta) donde ese problema no existe.
Otro punto de comparación es la recuperación post-pandemia. Cancún y Riviera Maya tuvieron un boom excepcional en 2022-2023, superando incluso niveles de 2019, en parte porque México no impuso restricciones Covid estrictas y atrajo a turistas ansiosos de viajar. Ese crecimiento adelantado quizás “robó” parte de la demanda de años posteriores, generando una base de comparación muy alta. “2022 y 2023 fueron récord para el Caribe mexicano… esto mantuvo los números arriba de los presupuestos para todos”, dijo Kiseleva de Acotur. En cambio, destinos como Vallarta recuperaron más gradualmente y todavía tenían margen de crecimiento en 2024. Es decir, Cancún ya había tocado techo y era natural un ajuste, mientras otros seguían poniéndose al día.

Con todo, la preocupación se extiende a nivel nacional. El propio secretario de Turismo federal saliente, Miguel Torruco, llegó a admitir a puerta cerrada según trascendidos que “no podemos confiarnos, el turismo es altamente volátil”. Países competidores del Caribe, como República Dominicana, invirtieron fuerte en promoción y lograron crecimientos de doble dígito en 2023-24, amenazando con quitar cuota de mercado a Cancún en segmentos como el turismo de bodas o de grupos. Asimismo, nuevos destinos domésticos han surgido: la Riviera Nayarit, Mazatlán o Huatulco han ganado popularidad entre turistas nacionales que antes preferían Cancún. De hecho, Mazatlán sorprendió con un aumento de 6.4% en turistas internacionales en diciembre, encadenando tres meses de crecimiento tras un bache en septiembre. Zihuatanejo, por el contrario, cayó 6.8% ese mes, mostrando que no todos prosperan por igual. Cozumel, muy dependiente de cruceros, sufrió una fuerte caída de 24.4% en llegadas aéreas en diciembre (siete meses seguidos de descenso), aunque lo compensó con la mencionada alza de cruceristas.
En síntesis, Cancún ha sido el termómetro más sensible de la baja turística reciente, pero la fiebre se ha sentido en mayor o menor grado en todo el sector de sol y playa. El turismo urbano y cultural luce mejor posicionado en este momento, lo que puede ser una oportunidad para México de replantear su estrategia: impulsar más rutas coloniales, ecoturismo, Pueblos Mágicos y otros productos que complementen al tradicional “todo incluido” de playa. No obstante, ninguna estrategia local exime de atender la coyuntura global que afecta a todo el país: si el mercado estadounidense se contrae o se cierra, las repercusiones se esparcirán por todos los destinos –solo que Cancún, como líder, las sentirá primero y con mayor fuerza.
Perspectivas 2025: la sombra de Trump en el horizonte turístico
De cara al segundo semestre de 2025, el panorama turístico mexicano está marcado por la incertidumbre, en buena medida por factores políticos externos. La posible vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca (su reelección para el periodo 2025-2029) se ha convertido en una variable de alto impacto para la industria. Desde su campaña electoral, Trump volvió a endurecer el discurso: promesas de deportaciones masivas, mayor control fronterizo e incluso amenazas comerciales hacia México para frenar el flujo migratorio y de fentanilo. Si estas ideas se concretan, México podría enfrentar un entorno aún más adverso para el turismo. Un ejemplo ya lo vimos en julio de 2025: Trump ordenó restricciones a los vuelos de aerolíneas mexicanas hacia EE.UU. en una disputa por el uso del nuevo aeropuerto Felipe Ángeles. La medida, inédita en tiempos recientes, puso en jaque la histórica alianza Delta-Aeroméxico y envió un mensaje duro:
“Estados Unidos Primero significa luchar por la equidad fundamental… Que estas acciones sirvan como advertencia”, declaró el secretario de Transporte de Trump. Aunque aún está por verse el desenlace (Delta y Aeroméxico batallan legalmente y la orden definitiva entraría en vigor hasta octubre de 2025 si no hay acuerdo), el episodio anticipa fricciones bilaterales que podrían traducirse en menor conectividad y confianza. Las aerolíneas advierten que cancelar su acuerdo impediría que más de 140 mil turistas estadounidenses y 90 mil mexicanos viajen entre ambos países, con pérdidas de cientos de millones de dólares en gasto turístico. Una guerra comercial o de aviación afectaría no solo a Cancún sino a todo destino que dependa del puente aéreo con EE.UU. desde Los Cabos hasta la Riviera Maya.

Otro posible impacto de un nuevo gobierno Trump sería en la percepción global de seguridad y apertura. Durante su primer mandato, surgió el llamado “Trump Slump” en el turismo mundial, muchos viajeros de diversos países evitaron visitar EE.UU. por sentir un ambiente hostil.
Ahora, con su retórica antiinmigrante recargada, podría generarse un efecto espejo: turistas de ciertos países podrían evitar transitar por EE.UU. en ruta a México (dado que muchos vuelos hacen conexión en Houston, Miami o Dallas). Además, las comunidades mexicoamericanas permanecerían reacias a viajar a su tierra natal, temiendo no poder regresar si su estatus migratorio es precario.

Organizaciones de defensa de migrantes en Texas y California ya han alertado a sus miembros con frases como “si sales, podrías no reingresar”, recomendando precaución extrema en los viajes internacionales durante la administración Trump. Esto podría significar menos turismo étnico-familiar, un segmento que, aunque no siempre se refleja en hoteles (pues muchos se quedan con familia), sí aporta al consumo local en destinos como Ciudad de México, Guadalajara o Monterrey, e incluso Cancún cuando organizan reuniones familiares o quinceañeras en hoteles.
Por otra parte, Trump podría influir indirectamente en el flujo de turistas de terceros países. Si su política exterior genera tensiones con Canadá, Europa u otras regiones, es posible que menos ciudadanos de esos lugares viajen a Norteamérica en general. México, por cercanía geográfica y mediática a EE.UU., a veces es metido en el mismo saco. Por ejemplo, una mayor confrontación Trump-China podría restar turistas chinos a todo el continente americano, afectando incipientemente a México que empezaba a cortejar ese mercado. Asimismo, un eventual deterioro económico en EE.UU. bajo un mandato conflictivo impactaría el poder adquisitivo y ánimo viajero de los estadounidenses, pegando de lleno en la base de turistas de México. La salud del turismo mexicano en 2025-2026 está, en cierta medida, ligada a decisiones que se tomen en Washington.

Del lado mexicano, el segundo semestre de 2025 será el arranque de una nueva administración (la de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien asumió en octubre 2024). Sus lineamientos en turismo apenas se están definiendo. De entrada, Sheinbaum ha mantenido la política de no restaurar el CPTM, pero ha prometido campañas digitales de promoción más eficientes y mayor coordinación con gobiernos estatales.
También se ha planteado impulsar el turismo regional aprovechando obras insignia como el Tren Maya, que para 2025 debería estar en operación conectando destinos de Quintana Roo, Yucatán, Campeche y Chiapas. Si el Tren Maya logra funcionar adecuadamente, podría diversificar la oferta llevando turistas de Cancún a zonas arqueológicas y otras ciudades, aumentando la estancia promedio y el gasto. No obstante, su éxito dependerá de que vengan suficientes turistas en primer lugar.

Un punto crítico será la seguridad pública. Sheinbaum ha afirmado que “no tenemos miedo” al crimen organizado y continuará la estrategia de seguridad actual. Quintana Roo en 2023-2024 sufrió incidentes violentos aislados en zonas turísticas (balaceras en bares, etc.) que generaron mala prensa internacional. Si en 2025 se logra contener la violencia en destinos turísticos, se podrá al menos eliminar ese factor de disuasión para visitantes. De igual forma, la cooperación México-EE.UU. en materia de seguridad turística podría ser un tema: se habla de reforzar la presencia de la Guardia Nacional en zonas hoteleras y aeropuertos para dar confianza.

En el escenario optimista, México podría reencauzar el crecimiento turístico hacia finales de 2025. La demanda contenida de viajeros internacionales sigue allí; muchos europeos, asiáticos y latinoamericanos desean conocer México gracias a su cultura y naturaleza. Si la economía de EE.UU. esquiva una recesión profunda, sus ciudadanos podrían retomar viajes al exterior una vez que digieran las políticas de Trump. También existe la posibilidad de capitalizar el desencanto de turistas con EE.UU.: como señalaba un reporte, “turistas internacionales comienzan a sentir el impacto de Trump… miedo a ser rechazados” en ese país, lo que podría beneficiar a
México si se posiciona como una alternativa cálida y abierta. Ya en 2025 México ascendió al tercer puesto mundial en llegada de turistas internacionales (solo detrás de Francia e Italia), en buena medida porque captó viajeros que evitaron EE.UU. durante la era Trump. Repetir esa estrategia –presentarse como país amigable y fácil de visitar, sin trámites engorrosos ni hostilidad– podría atraer a más canadienses, europeos y latinoamericanos. Sectur anunció en Cancún una nueva campaña llamada “Grandeza del Alma de México”, buscando resaltar la hospitalidad mexicana y contrarrestar la mala imagen creada por conflictos políticos.

No obstante, el escenario pesimista advierte que 2025 podría ser un año de consolidación lenta o incluso estancamiento. Algunos operadores hablan ya de una “nueva normalidad” turística donde los volúmenes de 2022-2023 fueron excepcionales y ahora viene un periodo de estabilización a niveles ligeramente más bajos. Si Trump intensifica controles, las cifras de viajeros de Estados Unidos a México podrían permanecer por debajo de su pico por varios años. Empresas como Delta y Aeroméxico, inmersas en disputas regulatorias, quizá reduzcan capacidad hasta tener certidumbre jurídica, lo que limitaría la oferta de asientos al Caribe mexicano. Y factores globales –desde el precio del petróleo que encarece los boletos de avión, hasta posibles nuevas variantes de Covid u otras emergencias sanitarias– siempre están latentes.
En conclusión, Cancún y el turismo mexicano navegan en 2025 con cautela. Tras el impulso vibrante pospandemia, han chocado con vientos en contra provenientes de todas direcciones. El reto para el segundo semestre de 2025 será adaptarse y responder:
reforzar la promoción en mercados más allá de EE.UU., insistir en la diversificación de productos turísticos, garantizar seguridad y calidad, y mantener un pulso fino en la diplomacia bilateral para que las tensiones migratorias y comerciales perjudiquen lo menos posible al flujo de visitantes. La industria turística, columna vertebral de la economía nacional, ha demostrado resiliencia antes sobrevivió al 11-S, a crisis financieras y a una pandemia. Ahora enfrenta una prueba distinta, con un vecino impredecible al norte y la necesidad de reinventarse puertas adentro. Las alarmas están encendidas, pero también lo está la determinación de los actores del sector por seguir haciendo de México un destino de clase mundial. Como apuntan los especialistas, el turismo mexicano no bajará los brazos: con coordinación, inversión inteligente y un poco de suerte geopolítica, Cancún y compañía buscarán revertir la tendencia y recuperar el brillo que siempre ha atraído a millones a estas costas paradisiacas

En este reportaje, contrastamos el discurso oficial con la realidad que asoma en las cifras, examinamos los factores omitidos y analizamos el panorama hacia el segundo semestre de 2025 bajo la posible reelección de Trump.
Con información del Sistema de Noticias CAMBIO 22
Fuentes: Datos de Sectur, INEGI, Observatorio Turístico (STARC Universidad Anáhuac) y declaraciones oficiales. En entrevistas y comunicados: Mara Lezama (Gobernadora QRoo), Claudia Sheinbaum (Presidenta de México), Francisco Madrid (Director STARC), Ana Kiseleva (Acotur), Asociación de Hoteles de QRoo, entre otros. Las cifras y tendencias se contrastaron con reportes oficiales publicados en medios nacionales.
redaccionqroo@diariocambio22.mx
HTR/RCM




















