Hoy en día, Beverly vive en California. Sigue muy unida a todos sus viejos amigos, desde los que la acompañaron, incrédulos, en su boda, hasta la gente que conoció en México, en los yates.

Incluso, quizás contra todo pronóstico, se ha convertido en buena amiga de su exnovio Doug en los últimos años.

Beverly siempre se había sentido un poco culpable por cómo habían terminado. Cuando volvieron a contactar, se disculpó, aunque habían pasado décadas y ella había vivido toda una vida con Bob.

Doug le dijo: “No necesitas pedir perdón”.

Este año, Beverly cumple 80 años y se irá de crucero por Alaska con Doug para celebrarlo.

“Ambos nacimos el mismo mes”, dijo ella.

Cuando piensa en su romance que duró una década con Bob, Beverly a menudo recuerda una conversación que tuvo con su padre el día de su boda, justo después de que Bob sorprendiera a todos con su sincero y emotivo brindis.

“Cuando me casé, me dijo: ‘No puedo imaginar nada peor que tener a mi única hija yéndose a un país extranjero, flotando en un barco, sin poder contactarla, sin saber dónde está o si está a salvo’”, recordó Beverly.

Pero luego dijo: “Los miré a los dos y… no quise detenerlos, porque vi cuánto les importaba”. “Y entonces, ¿cuán afortunado puede ser alguien? ¿Y poder vivir 50 años? Es increíble cuando lo piensas. Me alegro muchísimo de haberme arriesgado, concluyó Beverly”.