Rodolfo Barradas / CAMBIO 22

Jorge Emilio González Martínez, mejor conocido en el medio político como “El Niño Verde”, hoy más bien convertido en un chavorruco aferrado al poder, representa uno de los ejemplos más claros de cómo la política mexicana puede convertirse en un negocio familiar altamente rentable y prueba de ello es que no estamos hablando de la historia de un ejemplo de trabajo político, sino la de un heredero que recibió de su padre, Jorge Emilio González Torres, no solo un apellido, sino una verdadera franquicia política como lo es el Partido Verde Ecologista de México.

Desde que su padre le entregó el control del partido, el Niño Verde” ha sabido vender caro su amor a quien le convenga y es que desde 2000, el Verde se alió con el PAN en la campaña de Vicente Fox. Más tarde, en 2012, se alió con el PRI para llevar a Enrique Peña Nieto a la Presidencia. Y en su más reciente maniobra de oportunismo de interés, aterrizó en Morena, respaldando la candidatura de Andrés Manuel López Obrador en dónde no hay ideología ni principios, ni proyecto de nación, sino un interés personal de hacer negocios jugosos a la sombra de los políticos sentados en la silla del poder.

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En Quintana Roo sin mérito alguno, fue senador sin haber hecho campaña, gracias a los votos y la operación política del ex Gobernador Félix González Canto, mismo que lo llevara sin el mas mínimo esfuerzo a una curul en el Senado de la República, desde donde Jorge Emilio siguió construyendo toda una red de influencias, colocando a amigos y aliados en cargos clave desde posiciones menores hasta espacios de poder que le permiten controlar contratos, recursos y decisiones públicas.

Hoy, el Partido Verde se ha convertido en una maquinaria eficiente de generación de riqueza para su dirigencia desde la obtención de jugosos contratos en los tres niveles de gobierno con comisiones que van desde el 10% por artículos de oficina, hasta grandes obras y adquisiciones a través de alianzas que garantizan posiciones sin mover un dedo pero eso sí, llenándose las talegas de dinero con la franquicia del partido rémora verdeecologista.

Ahora, con miras al 2027, el heredero de Jorge Emilio González Torres, extiende sus tentáculos en nuevos territorios, intentando consolidar estructuras que le permitan seguir mamando del presupuesto público… Incluso ha llegado al punto de amenazar con romper alianzas con Morena, convencido de que su partido puede competir solo, olvidando que su fuerza no proviene de su militancia ni de su ideología, sino de su habilidad para arrastrarse y prostituirse ante la oferta del mejor postor.

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Lo que Jorge Emilio no quiere entender es que su ambición desmedida por el poder y el dinero, podría convertirlo en el parásito más grande que haya dado la política mexicana que desde el año 2000, ha surcado los cielos del poder como rémora política, vendiendo su lealtad a quien mejor le pague, sin aportar ni una sola propuesta de valor para el país.

La historia lo recordará, no como un líder político, sino como un empresario al que lo caracteriza el cinismo cuyo negocio familiar, lo ha llevado a olvidarse de la verdadera ideología de su padre para convertirse, porque así le conviene, en una verdadera prostituta de la política… He dicho.

 

 

 

redaccion@diariocambio22.mx

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