•  Lo más preocupante, según los usuarios, no es solo el comportamiento de los conductores, sino la impunidad con la que operan. “Van como si llevaran costales, no personas”, se quejó una pasajera frecuente de la ruta Tulum–Playa del Carmen. Afirmó que rara vez se ve una patrulla o una revisión de tránsito, y que muchos choferes actúan con total confianza de que nadie los detendrá.

 

Redacción/CAMBIO 22

TULUM a 09 de julio de 2025, — Subirse a una van del transporte público en la carretera federal 307 es, para muchos usuarios, una ruleta rusa diaria. Cientos de pasajeros —trabajadores, estudiantes, madres con niños— se trasladan a diario entre comunidades de la Riviera Maya en condiciones de alto riesgo, debido a la conducción temeraria de choferes y a la ausencia de vigilancia por parte de las autoridades.

La constante, según denuncias ciudadanas, es la misma: maniobras agresivas, rebase sin precaución, exceso de velocidad y un total desprecio por los límites de seguridad. Lo que debería ser un trayecto rutinario se convierte en un recorrido tenso, con pasajeros aferrados a sus asientos y rezando por llegar con bien.

 Julio César Martínez, actual encargado de la Administración de Trabajos y Conflictos en la Unión Nacional de Transportistas del Cambio (UNTRAC), reconoció que el problema no es nuevo. “Sí tenemos varias quejas… el año pasado, cuando fui delegado de ruta, tuvimos varios detalles con el tema de la velocidad”, admitió. Aunque aseguró que se aplicaron sanciones internas, la realidad muestra que no ha sido suficiente.

Este 2025 ya se han registrado dos accidentes con unidades de la UNTRAC en la carretera federal. Si bien el sindicato niega que sus operadores hayan sido culpables, el hecho de que estén involucrados en percances viales alimenta la percepción de que las medidas de control son laxas o inexistentes.

Lo más preocupante, según los usuarios, no es solo el comportamiento de los conductores, sino la impunidad con la que operan. “Van como si llevaran costales, no personas”, se quejó una pasajera frecuente de la ruta Tulum–Playa del Carmen. Afirmó que rara vez se ve una patrulla o una revisión de tránsito, y que muchos choferes actúan con total confianza de que nadie los detendrá.

La omisión de las autoridades estatales y federales ha convertido este escenario en una bomba de tiempo. No hay presencia efectiva de vigilancia vial ni mecanismos claros de denuncia y sanción. Mientras tanto, los ciudadanos se juegan la vida todos los días.

Organizaciones civiles y usuarios del servicio público coinciden: urge una estrategia coordinada que incluya supervisión permanente, sanciones ejemplares y la regulación estricta del transporte de pasajeros. El problema no es solo de velocidad, sino de abandono institucional ante una situación que puede terminar en tragedias mayores.

 

 

redaccionqroo@diariocambio22.mx

RHM

 

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