Redacción / CAMBIO 22

José María Morelos, 11 de junio. –   Hace varias décadas, el cultivo de la azucena fue emblemático en comunidades del naciente municipio de José María Morelos. Localidades como Dos Aguadas se destacaron por producir esta flor apreciada por su belleza, fragancia y resistencia al clima. Hoy, su presencia ha quedado casi en el olvido, desplazada por otros cultivos y cambios en las dinámicas agrícolas.

Santos Valdés Zapata, originario de la comunidad, recuerda con nostalgia aquellos tiempos en los que su familia sembraba estas flores con dedicación. “En esa época que te digo, mi tío vivía acá. Sembraba toda su parcela con azucena. Las vendía por tercios, no sé cómo le dicen ahora, pero era algo así como por docenas”, cuenta.

El comercio de la flor tenía su auge. “Acá se vendía un poco, pero el verdadero mercado estaba en Oxkutzcab, Yucatán. Ahí se consumía mucho, venía gente de varias partes. Mi tío las llevaba allá y allá sí se vendían bien”, recuerda.

Con el paso del tiempo, el cultivo fue disminuyendo. Enfermedades, falta de apoyo, y la migración de los productores hacia otras actividades provocaron el abandono de la floricultura tradicional. “Ahora casi nadie la siembra. Mi papá, hasta el mes pasado, tenía como veinte matitas. Apenas estaba empezando otra vez. Son flores muy olorosas y duraderas. Si las pones en agua, te duran hasta quince días”, afirma Santos.

La azucena también tenía valor cultural. “Muchas personas la usaban para los altares. Mayormente era para eso”, comenta, lamentando que hoy ya no se cultive como antes, a pesar de que las tierras de la región son fértiles para este tipo de plantas.

Sin embargo, no todo es nostalgia. Santos aún mantiene la esperanza de que se recupere el interés por este cultivo. Actualmente, participa en programas como “Sembrando Vida”, donde siembra especies como caoba y árboles frutales. Pero los retos persisten. “El problema es que en algunos terrenos el agua se estanca en temporada de lluvias y las plantas se mueren. Ya me pasó. Por eso quiero cambiarme de zona”, explica.

Santos Valdés Zapata representa una memoria viva de las tradiciones agrícolas de José María Morelos, y su testimonio recuerda que detrás de cada flor olvidada hay historias, saberes y territorios que aún resisten.

 

 

 

redaccionqroo@diariocambio22.mx

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