El Sargazo Volvió al Caribe Mexicano, Sí. Pero no llegó solo
11 Jun. 2025
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Lo acompañan la negación institucional, la improvisación de siempre y una ofensiva narrativa para maquillar lo evidente. La situación en las playas de Quintana Roo es crítica: más de 50 zonas costeras están en semáforo rojo por recale excesivo. A eso súmele miles de toneladas de alga acumulada, una temporada alta en puerta y un silencio oficial que no solo incomoda, sino que indigna
JuanJo Sanchez / CAMBIO 22
Uno pensaría que frente a un fenómeno así, las autoridades responderían con estrategia, coordinación y transparencia. Pero no. En lugar de informar, optaron por esconder. La Red de Monitoreo del Sargazo compartió recientemente un mapa detallado con el estado real de las playas.
El documento mostraba lo que todos ya sabíamos: que Cozumel, Playa del Carmen, Tulum, Puerto Morelos y otras zonas están bajo un colapso ambiental. La publicación no duró mucho. Alguien —quién sabe quién, pero todos sabemos quién — ordenó borrarla. Así, sin explicaciones, como si eliminando un post se pudiera borrar el desastre.

Mientras tanto, el titular de la Secretaría de Medio Ambiente, Oscar Rébora, declaró que hay una “afluencia considerable” de sargazo en el sur del estado, especialmente en Playa del Carmen. ¿Considerable? ¿Eso qué significa? Porque lo que hay no es “afluencia”, es una invasión. La playa ya no es playa, es un lodazal pestilente. Y esa ambigüedad en el lenguaje no es inocente. Es una forma de minimizar la gravedad del problema sin asumir responsabilidades.

La afectación no es solo ambiental. También hay consecuencias directas para el turismo. José Gómez Burgos, secretario de la cooperativa turística del Mar Caribe, advirtió sobre cancelaciones de tours, daños a las embarcaciones y pérdidas económicas que nadie va a reembolsar. Las lanchas no pueden operar porque los motores se dañan con el alga acumulada, y las playas, francamente, ya no se pueden usar. Todo esto mientras el discurso oficial sigue hablando de “monitoreo constante” y “trabajo coordinado”.

Por su parte, la Secretaría de Marina reportó que ha recolectado más de 4 mil toneladas de sargazo con 13 embarcaciones y casi ocho kilómetros de barreras. Pero eso es solo papel. En los hechos, lo que se ve en las costas es otra cosa. Basta con caminar por las playas para darse cuenta de que esas cifras no alcanzan. En lugares como Isla María Elena, por ejemplo, el sargazo sigue acumulándose sin atención. Así lo denunció el subdelegado Roberto Ucán, quien aseguró que no han recibido apoyo institucional.

El problema, entonces, no es solo la presencia del alga. Es la respuesta —o más bien la falta de respuesta— de las autoridades. No hay una estrategia clara. No hay coordinación entre niveles de gobierno. No hay recursos etiquetados de forma pública ni un calendario de acciones verificable. Lo que hay es silencio, declaraciones ambiguas y una evidente intención de ocultar el problema antes que enfrentarlo.

Y todo esto sucede en pleno arranque de la temporada alta. Es decir, justo cuando hay más en juego para miles de familias que dependen del turismo. Lo mínimo que deberían tener es certeza. Pero ni eso. Siguen recogiendo con palas lo que el Estado ignora con discursos.

Esto no es un asunto de percepción. Es una crisis ambiental y económica que se está gestionando con omisiones y simulaciones. Borrar publicaciones no es una política pública. Minimizar daños no es una solución. Y repetir cifras sin contexto no es transparencia.

Lo más preocupante es que esta actitud institucional ya no parece ser resultado de la incapacidad, sino de una decisión consciente. No es que no sepan qué hacer. Es que han optado por no hacerlo.
El gobierno debe responder con seriedad. Se necesita un plan integral con sustento técnico y científico, recursos suficientes, monitoreo real y rendición de cuentas. No es momento de ocultar. Es momento de actuar.
Porque el sargazo, tarde o temprano, se va.
Pero la desconfianza, esa sí se queda.
Fuente :Facebook
KXL/RCM




















