Redacción / CAMBIO 22

José María Morelos, 30 DE MAYO. –   En medio de la selva, donde el corazón de la cultura maya sigue latiendo con fuerza, una mujer ha logrado hacer eco de esa herencia en todo el continente americano. La Dra. Deira Jiménez Balam, profesora investigadora de la Universidad Intercultural Maya de Quintana Roo (UIMQROO), ha sido reconocida con el prestigioso Premio “José Miguel Salazar” al mejor artículo académico publicado en los últimos dos años, otorgado por la Revista Interamericana de Psicología.

Este galardón, de alcance continental, no solo honra su trabajo académico, sino que también da visibilidad a las voces, vivencias y emociones de los pueblos originarios del sur de México. Emocionada, la doctora compartió:

“Es un motivo de inspiración. Yo soy originaria de Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo. Desde niña me gustó saber más, sentía curiosidad por la naturaleza, el entorno social y las emociones… pero cuando estudiaba psicología me di cuenta de que los libros no hablaban de lo que vivíamos en nuestras comunidades mayas. Fue ahí donde nació mi necesidad de investigar desde nuestra propia cosmovisión.”

El artículo que la hizo acreedora al premio aborda precisamente eso: la forma en que las comunidades indígenas, particularmente la maya, conciben y socializan las emociones, evidenciando que estas no son universales, sino profundamente moldeadas por el contexto cultural.

“Cada cultura enseña cómo se viven las emociones. Todos sentimos alegría, tristeza, enojo… pero lo que cambia es cómo se expresan y regulan, y eso se aprende desde la infancia. En nuestras comunidades hay formas propias de entender el mundo emocional que no se encuentran en los libros de psicología tradicionales”, explica la Dra. Jiménez Balam, quien cursó estudios de maestría y doctorado en instituciones nacionales e internacionales, integrando su visión académica con sus raíces mayas.

Su camino no ha sido fácil. Recuerda que incluso desde la preparatoria tuvo que replantear su vocación artística para buscar una alternativa viable que le permitiera acceder a apoyos y becas. Así llegó a la psicología, donde profundizó en la investigación infantil. “Me enamoré de la infancia maya. Los niños que participaron en mi investigación han crecido, y siempre los llevo en el corazón”, comparte con una sonrisa.

La sorpresa del premio fue doble. No solo no sabía que su artículo estaba siendo considerado, sino que jamás imaginó que aquella sociedad científica que admiraba en su juventud, algún día la reconocería a ella.

“Cuando era estudiante conocí la Sociedad Interamericana de Psicología. Veía los premios como algo inalcanzable. Hoy, años después, me honra saber que mi trabajo ha sido considerado el mejor en dos años. Es un reconocimiento no solo a mi esfuerzo, sino al valor de nuestras comunidades.”

El logro es aún más significativo considerando el contexto en el que trabaja: “En la zona maya hay poca investigación y muy pocos llegan a posgrados. Visibilizar Morelos, Carrillo Puerto y nuestras comunidades ayuda a abrir caminos. Por eso animo a mis estudiantes a hacer investigaciones originales, que sirvan a nuestra gente, que partan de nuestras realidades.”

El impacto de su labor no se detiene. Recientemente, culminó otro proyecto con participación de alumnas de la carrera de Salud Comunitaria, financiado por el Consejo Quintanarroense de Ciencia y Tecnología. Con satisfacción concluye: “Estamos dando frutos. Nuestros trabajos están siendo vistos y reconocidos internacionalmente. Eso me llena de esperanza.”

La Dra. Jiménez Balam no solo ha sido premiada por su artículo: ha sembrado semillas de identidad, orgullo y conocimiento en el corazón de una nueva generación de investigadores mayas. Y con ello, ha recordado al mundo que la ciencia también se construye desde lo profundo de la selva, desde la lengua, la emoción y la resistencia de los pueblos originarios.

 

 

 

 

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